Frutos del Espíritu Santo:¿Cuáles son?, ¿Qué Significan?

En este artículo podrás conocer, todo lo relacionado a los Frutos del Espíritu Santo, cuáles son y que significan para la Religión Católica. Te invitamos a leerlo, ya que son una guía de vida, de conexión divina y de mejores relaciones con el prójimo y contigo mismo.

FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Los Frutos del Espíritu Santo

Los Frutos del Espíritu Santo son las doce cualidades que el Altísimo desea que todos sus hijos tengan durante su vida, los cuales se derivan de los dones recibidos en esos preciosos momentos en que fueron bautizados y confirmados. De acuerdo a las tradiciones cristianas estos son: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Contingencia y Castidad.

Los frutos del Espíritu Santo, que se desarrollan a lo largo de la vida, definen la convivencia y la armonía de los seres humanos. Un ejemplo de esto son los santos que han entregado todos sus frutos y han ejercido la virtud cardinal de la fuerza, el temperamento, la justicia, la prudencia.

Esto lleva a considerar además que, así como nuestro Señor, ha regalado a través de la divina gracia la sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor, ahora corresponde a cada uno de los individuos comportarse conforme a sus enseñanzas.

Para que también el espíritu santo, que habita en ellos, pueda guiarlos en ese camino que es vivir en la religión y sembrar con sus propias acciones, para que puedan obtener muchos frutos, que los harán mejores personas, porque los reconfortan internamente.

Por supuesto, todo lo beneficioso que son esos frutos del espíritu santo se van a reflejar a lo externo, generándose así una retroalimentación única, de mayor conexión divina con la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

¿Cuáles son los Frutos del Espíritu Santo?

A continuación, presentamos los doce frutos del espíritu santo, los cuales, deben ser entregados y practicados conforme las palabras y enseñanzas del Supremo.

Amor o Caridad

El que lleva amor o caridad muestra a nuestro Señor en su vida, es él quien le permite actuar. (Ga2, 20). Como el Supremo es amor y vive en nosotros, a través del espíritu, este gran fruto se proyecta a los seres queridos y demás personas. Esto se manifiesta de acuerdo con la entrega, el sacrificio, el perdón, el compromiso y dedicación que se tiene.

De esta manera, se espera vivir mejor y ganar los méritos para la eternidad. En este sentido, el amor es el fruto obtenido a través del amor de Dios y del prójimo, en principio es el poder que une a las personas, que se fortalece a medida que se desarrolla y es correspondido con un gesto, unas dulces palabras o cualquier otra maravillosa acción.

Alegría o Gozo

Es el fruto que naturalmente proviene del amor. Es como la luz del sol, o el aroma de la flor, o el calor del fuego. Esta alegría no desaparece por las dificultades; al contrario, crece y se hace más fuerte entre ellos, ya que se hace más necesaria que nunca. Cuando alguien está en comunión con Dios, la persona es feliz; y también busca hacer felices a los demás. Es una alegría que supera todo gozo de la carne o cosas materiales.

La alegría está vinculada con el amor o caridad. La alegría se considera la completa satisfacción de cada individuo. Es la metáfora del crecimiento del Supremo y el Señor en los corazones de los hombres. En las escrituras bíblicas, este fruto se expresa a través de la celebración, en especial lo referente con el nacimiento de Jesús, su vida como mensajero del Todopoderoso y su resurrección.

Paz

La paz es la perfección de la alegría, ya que supone tener al Altísimo en el corazón, lo que nos hace personas pacíficas y mantiene el alma en constante alegría. En el catolicismo, este fruto es el goce que proviene de lograr los bienes materiales y la alegría de recibir la palabra del Omnipotente.

Paciencia

Todo aquel que proporciona este fruto, puede contrarrestar los disturbios de la batalla contra los enemigos del alma y sus fuerzas invisibles y visibles. También facilita una reunión armoniosa con las personas con las que estamos tratando. La paciencia nos hace cristianos que saben cómo controlarse y evitar que nos molestemos o agitemos. Este fruto ayuda a superar el dolor y nos impide quejarnos de los problemas y el sufrimiento de la vida.

Longanimidad

A través de la longanimidad, el Espíritu Santo nos lleva a aguardar con serenidad, sin perturbaciones, los beneficios que esperamos del Señor, de otras personas y de nosotros mismos, y si es por mucho tiempo el mantener la esperanza nos hace fuerte en los retrasos espirituales.

La longanimidad por tanto, está relacionada con el propio ​​temperamento. Es una fuerza de control donde no hay lugar para la ira. Aprender a dominar este fruto se hace necesario y constituye su pedido frecuente, para que las personas puedan mantenerse firme ante las vicisitudes y dificultades que surgen en la vida.

Benignidad

Es una disposición permanente hacia la benevolencia y la amabilidad. Es un fruto que nos ayuda a ser suaves y defender la verdad, sabiendo cómo discutir. Proporciona una dulzura especial, cuando se trata con otros. Es una gran señal de la santidad de un alma y la acción en ella del espíritu santo. Asimismo, está cargado con el poder Supremo, que al darlo provoca que todos con los que estamos tratando obtengan algo de alegría.

FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Bondad

Es el poder que nos ayuda a cuidar a los demás y beneficiarlo. Es consecuencia de la amabilidad, pero es más incisivo en quienes sufren y necesitan ayuda. Quienes llevan este fruto no critican ni condenan a los demás. Además, ayuda a sanar, con el ejemplo del Señor, la bondad infinita. Por lo cual la bondad es una base al igual que otros regalos del espíritu santo, para sustentar la existencia sana de una población, según las enseñanzas de nuestro Señor.

Mansedumbre

Ayuda a evitar la ira y las reacciones violentas. Se opone a ello, evitando que el cristiano caiga en la venganza, ya que se debe tener sumisión ante el Supremo. De allí que, la mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras y en el trato ante la  arrogancia de alguien. Es el fruto que se parece a nuestro Señor apacible y humilde de corazón.

Fidelidad o Fe

Las personas que propagan este maravilloso producto del espíritu santo, defienden la fe en cualquier espacio público que en el se encuentre, sin ocultarla por miedo o vergüenza. La fidelidad es la oportunidad de aceptar todo lo que uno puede creer. Es firmeza establecernos en él y estar seguros de la verdad que creemos sin dudar. Al dar este fruto, glorificamos al Todopoderoso, quien es la verdad absoluta.

Según Santo Tomás: si se entiende la fe como el que cree en Dios, el hombre está ordenado a lo que está por encima de él, por lo que el individuo somete su comprensión al Omnipresente y por lo tanto, a todas sus cosas. Además, la fidelidad es uno de los frutos muy relacionado con la humildad, porque implica no dañar a nuestro prójimo con la ira, traicionarlo ni engañarlo.

Modestia

Este fruto se presenta en el cristiano en su vestimenta, en el habla y en su comportamiento, fundamentalmente. Ayuda a que nuestras mentes no presten atención a las cosas indecorosas y vulgares. Por lo que tiene que ver con ser discreto y cuidadoso, como muestras de respeto con el Supremo, el prójimo y consigo mismo.

Continencia

La continencia contribuye a limitar los excesos cuando se trata de comer, beber, diversión y otros placeres del ser humano. Por lo que este fruto del espíritu santo, mantiene el orden a lo interno en la satisfacción de sus necesidades.

Se puede resaltar que, el apóstol Pablo usó la palabra continencia en sus mensajes como una forma de trabajar ante el espíritu santo. El acto de continencia implica rechazar voluntariamente los pecados y el dominio del hombre frente a impulsos y pasiones. Comprometiéndose con la manifestación viva del fruto del Espíritu.

Castidad

La castidad fructuosa, supone el manejo de los placeres de la carne, y ayuda al cristiano a ser un templo vivo para el Espíritu Santo. Quien da este fruto es cauteloso y delicado en todo lo relacionado con el uso de la sexualidad. Aquellos que son castos (ya sean vírgenes o casados) experimentan la alegría de la amistad íntima de Dios: felices son de corazón puro, porque verán al Supremo.

Finalmente, los frutos del espíritu santo se hacen visibles ante el Todopoderoso y ante los hombres, roguemos entonces, para que cada día aumenten por medio de las palabras, pensamientos y acciones.

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