Diamantes en bruto: no contábamos con esta joyita | Crítica

Han pasado demasiadas cosas en el mes y medio transcurrido desde el estreno americano en diciembre de la genial Uncut Gems (película que NO está basada en ningún libro) y el de ayer en Netflix España (con el título Diamantes en bruto, éxito de crítica en FilmAffinity con un 7,2 de nota). El aficionado al cine ha tenido tiempo de ver que lo de Adam Sandler en The Meyerowitz Stories no fue chiripa: el tipo va camino de marcarse un Matthew McConaughey de manual y sin explicación. Él es la única estrella del reparto de Uncut Gems que brilla con luz propia. Comentarios aparte, además de saber actuar, (y descargar toda su rabia en sus personajes más famosos), Adam Sandler ha decidido empezar a leerse los guiones antes de aceptar proyectos.

Crítica y opinión de Diamantes en bruto (Uncut gems)

Injustamente ignorada en las nominaciones a los Oscars 2020, Diamantes en bruto / Uncut Gems (nos gusta mucho más el título original) es un chorro portentoso de frescura y extrañeza. De ésto también estábamos avisados y, por fin, hemos podido confirmarlo. Diamantes en bruto es la primera alegría cinéfila mayúscula de este 2020. Prohibido perdérsela.

Dicho esto, no es una película para todo el mundo. Mucha gente la encontrará agobiante, excesiva de ritmo y con una sobrecarga de momentos hostiles. Lo cierto es que es una cinta que no da tregua al espectador.

Los Furbys de oro y diamantes son una de las golosinas de Diamantes en bruto, la nueva película de Adam Sandler en Netflix
Los Furbys de oro y diamantes son una de las golosinas de Diamantes en bruto, la nueva película de Adam Sandler en Netflix

Qué maravilla la de poder sorprenderse con una película. Qué portentoso, el desfile de calamitosa brutalidad (con fondo de música caleidoscópica de Oneohtrix Point Never ) que revienta por los costados de cada escena de Diamantes en bruto. La película no ofrece tregua alguna al espectador, sumergiéndole en una guerra de diálogos que se pisan y deudas por cobrar en las calles y madrigueras del poco explorado mundo del Diamond District de Manhattan.

La fórmula de Diamantes en bruto contiene matones peligrosos, piedras preciosas, rólex de imitación, negros miserables, negros millonarios, ludopatía, judíos cuenta garbanzos, pisazos en Manhattan, chicas monas, vidas desestructuradas y, en medio, entre Kevin Garnett y The Weeknd, un idiosincrásico protagonista, de nombre Howard Ratner, del que es imposible no apiadarse.

Mira que hay que ser capullo para tener todo lo que tiene el bueno de Howard y, sin embargo, llevar una existencia así de miserable. Esto es lo que parece decirnos la película. Y puede que sí. O puede que no. Sin exagerar, la reacción de la crítica de Diamantes en bruto podría asimilarse a la de Parásitos. También, en cierto modo, su contenido (que no su trama).

En frescura de trama, Uncut Gems presenta similitudes con Parásitos. En cuanto a planteamiento, no podrían ser películas más distintas. Diamantes en bruto apenas parece traer prescripción para el espectador (Parásitos sí, aunque nos permita elegir bando, Parásitos va sobrada de mensaje y moraleja).

Parásitos es un reloj suizo muy caro. Uncut Gems es un reloj con incrustaciones de oro, altavoz y con cada pieza de un color distinto. Todo está revuelto y embarullado, pero sigue dando la hora.

Kevin Garnet, una de las estrellas invitadas de Diamantes en bruto
Kevin Garnett, una de las estrellas invitadas de Diamantes en bruto

Los hermanos Safie y el amor por el detalle en Uncut Gems

La dirección y el guión es de los hermanos Safdie, que han tenido que esperar pacientemente más de 10 años para rodar el proyecto (inicialmente pensaron en el recientemente fallecido Kobe Bryant para el papel que terminó llevándose Kevin Garnett). Antes, brillaron con Good Time, otra película centrada en otro buscavidas y en la que ya vemos en Robert Pattinson un gérmen de esa misma existencia renqueante e impulsiva que domina la vida del protagonista de Diamantes en bruto.

En Diamantes en bruto hay muchos momentos que suceden porque sí. La escena inicial en África es perfectamente extirpable y la película se entendería igual. Lo mismo con el asunto de la colonoscopia o la sonrisita del operario del taller de joyería al ver cómo rescatan a un pececillo de morir intoxicado. Sin embargo, todas ellas aportan dimensión al caos. Diamantes en bruto está repleta de esquinitas que, a pesar de embadurnarlo todo de contexto, desafían una de las normas básicas del cine: si no es fundamental para la historia, quítalo.

Estos breves destellos aquí funcionan a las mil maravillas a la hora de fabricar una atmósfera creíble a la manera de Vladimir Nabokov: dejándolo todo perdido de detalles. Detallismo enfermo en cada localización y en cada línea de los diálogos que cada uno de los personajes le escupen a Howard Ratner a la cara. Alma de este proyecto; no hay ni una sola escena sin su feo jeto en pantalla.

Póster oficial de 'Diamantes en bruto', de Netflix
Póster oficial de ‘Diamantes en bruto’, de Netflix

Inmensa actuación de Adam Sandler en Uncut Gems

Adam Sandler sigue siendo gracioso. Pero no de ése modo. Resulta enigmático cómo, a los pocos minutos de arrancar la película, ya hemos logrado perdonarle (y olvidar) la enorme liste de despropósitos con los que ha cimentado su trayectoria. Aunque todo gire en torno a él, los secundarios presentan gran profundidad. Fijémonos en cómo el menor de los hijos siempre parece estar feliz y despreocupado; en cómo la novia del protagonista es, en el fondo, una buena chica que incluso ¿parece? quererle a Howard por lo que es.

Su personaje lo es todo. Gracias al inteligentísimo uso de planos cerrados (a veces, incluso desenfoques selectivos para entender lo nublado que se le presenta el mundo que le rodea), entendemos mejor sus constantes vaivenes de ira, jolgorio, miedo, frenesí, locura, etc. Y su locución, sus andares, sus lágrimas y su forma de alegrarse cuando la vida le sonríe… inmenso Adam Sandler.

Diamantes en bruto es absorbente y no tiene ni un segundo de aburrimiento. La película nos presenta una esquinita perteneciente a un universo vivo que late con sus propias normas y cadencias. Personas privilegiadas sumidas en la amargura de, como el resto, no terminar de tenerlo todo. En Diamantes en bruto se nos presenta un desfile de elementos repletos de prometedores interrogantes con escenas, a veces, convenientemente alargadas más allá de la norma. Ben y Joshua Safdie logran esquivar el cliché en, al menos, cuatro o cinco situaciones en las que el espectador cree saberse más listo que los responsables de esta inusitada gema cinematográfica.

9/10


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