Todavía resuena la lección que aprendimos en los Oscars de 2019. Si una película de Antena 3 de sobremesa de fin de semana como Green Book puede llevarse el premio a la mejor película del año, las reglas han sido trastocadas; todas pueden. Incluso Ford v Ferrari Le Mans 66 puede.
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Crítica de Ford v Ferrari Le Mans 66
¿Es Ford v Ferrari la tapada de los Oscars 2020? se preguntaban en El Mundo hace unos días. La pregunta no necesita respuesta. Ya en el propio texto se afirmaba que no. Que películas como ésta tiempo ha que dejaron de hacerse.
En el texto se rescataban unas interesantes palabras de Christian Bale acerca de «la muerte del drama adulto de rango medio» (sea lo que sea que signifique eso, aunque no hacemos una idea). Y en ésas estamos: Ford v Ferrari es un producto de otra época. Y no precisamente porque esté ambientada en los sesenta. El mayor ¿don? de Ford v Ferrari es el de hacernos viajar en el tiempo. Literalmente. Esta película de James Mangold (Inocencia interrumpida) habría sido un éxito de taquilla y crítica hace 20 años. Hoy, no hay ni un aspecto de ella que no presente manoseo. Toda ella es una reliquia desde el minuto 1 de metraje.
El principal escollo de Ford v Ferrari alude a la premisa más básica del planteamiento de toda película: hacer que el público sienta interés por los desafíos que tiene que superar el protagonista de cara al feliz desenlace. En este caso, el final feliz sólo se dará si la corporación millonaria estadounidense Ford es capaz de ganar a Ferrari en una carrera disputada en Francia. Y todo porque el jefe de Ferrari llamó hijo de puta al nieto de Henry Ford, actual presidente de la compañía. Estamos ante un producto hiperlocal y caducado.
Ford v Ferrari es demasiado previsible
Tanto la estructura como el ritmo y los diálogos de Ford v Ferrari parecen sacados de una colección por fascículos de Planeta de Agostini tipo Aprende a escribir un blockbuster. Matt Damon hace de Matt Damon y Christian Bale (que no tiene ni una mala interpretación en toda su filmografía) es el único que salva los muebles. Y por los pelos. Su personaje es un meh constante cuya psique no se termina de comprender. Padrazo y epítome de la bonhomía, él sólo quiere correr y sólo vale para correr (y agarrar llaves inglesas).
El aspecto más destacado es el técnico. La sensación de velocidad está logradísima. No obstante, ésta se intercala con escenas a las que les falta algo de pedagogía para el espectador medio. No tiene mucho sentido excitarse con cierto avance que logrará que el coche pese 200 gramos menos cuando luego, ya en faena, las paradas en boxes se alargan una eternidad para después mostrarnos que para sacarle dos vueltas de ventaja a Ferrari tan sólo era necesario pisar un poco más a fondo el acelerador. Novedad interesante, eso sí, la de que el equipo estadounidense haga trampas sin vergüenza alguna ni ánimo, por parte del guión, de expiar su conducta.
¿Nominada al Óscar a mejor película?
Ford v Ferrari está nominada al Oscar a mejor película. Desde que se aumentó el número de películas candidatas en la categoría de honor nos encontramos con casos como éstos, cuya explicación deben de obedecer al pago de favores, ansias marketinianas o vete tú a saber.
El metraje, de dos horas y media, se antoja excesivo. A la película le cuesta terminar. La sorpresa final, por mucho que esté basada en hechos reales, sobra. Podría haberse contado de otro modo, y sólo persigue el efectismo clásico de todo guión de Hollywood: dejar al espectador satisfecho con la inesperada y agridulce milla extra.
La esposa contemplativa y responsable en un mundo de hombres-bestia, el hijo que adora al padre, el jefe cabrón, los amigos de toda la vida que se desmuestran a hostias el amor que se profesan, y el barrio, por dios, tan soleado e impecable, ese barrio tan perfecto en el que vive una familia que, nos dicen, está tan arruinada como para que el hombre tenga que ceder y participar en la carrera más prestigiosa del mundo.
Los amantes del motor la gozarán, claro está. La película exuda grasa, aceite y simpleza. No está mal para echar el rato, pues tampoco es que sea muy aburrida. De cuando en cuando gritan y se pegan. Pero, ¿premios? El único premio que se merece Ford v Ferrari es el oscar a mejor antigüedad.