Sin fe es imposible agradar a Dios: ¿Qué significa? Y más

¿Entiende usted lo que la frase «sin fe es imposible agradar a Dios» significa? Le invitamos a través de este artículo a analizar el versículo 6 del capítulo 11 en el libro de Hebreos.

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Sin fe es imposible agradar a Dios

Hablar de fe en estos tiempos donde el hombre vive una vida llena de afán, ansiedad, preocupaciones, ocupaciones, estrés, no resulta tarea fácil; aún la iglesia del Señor en algunos casos se ha dejado arropar por este día a día que se vive a nivel mundial; es posible, que muchos de nuestros hermanos se encuentren experimentando alguna crisis de fe, la rutina les hace llenar sus vidas de tanto cansancio que  la fe llega a ocupar un segundo lugar.

La Palabra del Señor nos enseña, en el libro de Hebreos, capítulo 11, versículo 6:

«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.»

En nuestro caminar cristiano el vivir en fe y por la fe es primordial, no es posible desarrollar un caminar con Cristo de manera efectiva si tenemos una fe débil, es por ello, que cada día nuestras vidas espirituales deben ser alimentadas a través de la oración y la palabra para que nuestra fe se fortalezca y así podamos agradar al Señor.

Hebreos capítulo 11, versículo 1:

«Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.»

La fe es aquello que hace al creyente tener confianza de que la finalidad de su esperanza es real  y no imaginaria.

Cuando escrudriñamos las Escrituras, nos encontramos con grandes hombres y mujeres que caminaron con el Señor con una fe maravillosa, que los llevó a ser siervos con un corazón que era agradable delante de Él. Hombres y mujeres que no detuvieron su caminar al mirar las circunstancias, sino que se deleitaban al creer y esperar en las promesas del Eterno.

Cuando nos aferramos a creerle a Dios nos estamos aferrando a sus promesas, Él es galardonador de los que le buscan, es decir, Dios premia al que le busca, hay promesa cuando nos acercamos a nuestro a su trono creyendo que ahí está.

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Personajes de Fe

Pero sin fe es imposible agradar a Dios. En este sentido, debemos decir que es hermoso  darnos una vuelta por las Escrituras y encontrarnos con hombres que caminaron con el Señor, siendo sostenidos por Él como viendo al invisible, así como se refiere a Moisés, el libro de los Hebreos en el capítulo 11, versículo 27.

Este mismo libro menciona muchos personajes que siguieron al Señor, guardando la esperanza, sin embargo, en toda la Palabra nos encontramos con ejemplos que son dignos de tomar en cuenta. A continuación estos personajes de fe.

Abraham

Uno de ellos es Abraham, lo encontramos en Hebreos capítulo 11, versículo 8:

«Por la fe Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida, morando en las tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios».

Un estudio de la vida de Abraham revela que  este hombre vivió una vida de fe. Una fue que fue probada no sólo cuando el Señor le llama a salir de su tierra y de su parentela, a dejarlo todo para que los propósitos del Señor se cumplieran en su vida, sino también al creer que Dios le otorgaría un hijo, siendo aún de edad avanzada y más al dárselo, pedírselo en sacrificio.

Su vida es una ilustración del tipo de persona que recibiría la bendición prometida, bendición que encontramos en el libro de Génesis, capítulo 12, versículo 3; y una profecía sobre la verdad que la salvación debe ser por la fe, tal como lo podemos leer en el capítulo 3, versículo 8 en el libro de los Gálatas:

«Y la escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham: en tí serán benditas todas las naciones de la tierra.»

Evidentemente, Abraham era un hombre que amaba a Dios, y su vida nos deja ver que el camino de la fe, va ligado, muy estrechamente a la obediencia, cuando creemos, obedecemos, y cuando obedecemos entramos en el centro de la voluntad de Dios, al entrar en la voluntad de nuestro padre, indudablemente la bendición de Él no se hará esperar para derramarse en nuestras vidas. Recordemos:

«Él es galardonador de los que le buscan»  (Hebreos 11:6)

¡Oh que hermoso es lo que cada día podemos aprender de Él!

Sara

Otro personaje maravilloso que encontramos en la palabra, es precisamente, la esposa de Abraham, Sara, mencionada también en el libro de Hebreos, capítulo 11, versículo 11:

«Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aún fuera del tiempo de la edad, porque creyó que fiel era el que lo había prometido.»

Este segundo personaje pudiese ejemplificar la vida muchos cristianos. Sara era la esposa del gran patriarca Abraham, es posible que tengamos la tendencia a verla en un marco de dignidad y honor, pero profundizando en su vida, a la luz de la Escrituras, podemos darnos cuenta que en oportunidades actuó mal. Según estudios profundos acerca de su caminar señalan que muchas veces podía ser impulsiva y tomar decisiones que podían alejarla de lo planes que el Altísimo Señor tenía con su vida.

Dios le había dado una promesa. Ella sería la madre del hijo que el Señor le había prometido a Abraham. Es interesante lo que podemos ver a luz de este personaje, cuan importante es aprender a esperar en los tiempos del cumplimiento de lo que el Señor promete. A esto se le llama caminar en fe.

Si duda alguna, Sara era una mujer que amaba al Señor, lo vemos cuando estudiamos la sujeción y obediencia que ella tenía para con su esposo: Un ejemplo de esta sujeción es cuando el Señor llama a Abraham, ella, sin dudas, ni cuestionamientos le sigue, creyendo fielmente que lo que Dios les había prometido lo había de cumplir.

Sin embargo, ¿por qué cuándo inicio a hablar de ella hago referencia a algunos errores que ella cometió y por qué la identifico con muchos cristianos? Sí, ella era una mujer de fe. Sin embargo, en su caminar, en su esperar su fe se debilitó, y lo podemos observar en su decisión de tomar a su sierva Agar y darla como concubina a su esposo, a fin de procrear; veamos qué nos dice Génesis capítulo 16, versículo 3:

«Y Saraí mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abraham en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido.»

Nos encontramos aquí con una fe debilitada, el ver que lo que Dios había prometido no se había cumplido llevó a Sara a cometer errores garrafales  que en vez de ayudar resultaron un gran tormento para su vida.

Tan pronto como Agar concibió, Sara supo que había sido un grave error. Agar se puso arrogante e irrespetuosa con Sara, Génesis capítulo 16, versículo 4:

«Y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora.»

Aquí vemos un estallido de temperamenro en Sara, Génesis capítulo 16, versículo 5:

«Entonces Saraí dijo a Abraham: mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo.»

Sara deja ver aquí las consecuencias de su error, y añade más al querer hacer responsable a Abraham su esposo, la decisión de tomar a Agar para tener un hijo había sido absolutamente suya y ella ahora debía afrontar las consecuencias sin buscar culpables.

De esta manera sucede muchas veces en nuestro caminar cristiano, el Señor nos ha llenado de hermosas promesas, pero no quiere eso decir que Él va a actuar según nuestros deseos, ni tiempo. Muchas veces la espera produce desespero y eso nos lleva a cometer, al igual que Sara, errores que después podemos lamentar.

Creerle al Señor, es creer  sin reservas en Él y a Él, así como aprender a esperar en sus tiempos. Lo que Dios promete para nuestras vidas indudablemente vendrá en el momento en que Él lo ha establecido. Dice la palabra en el libro de números capítulo 23, versículo 19:

«Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecturá?»

Ese es nuestro Dios, fiel, por eso debemos creerle:

«fiel es el que promete.»

Hebreos capítulo 11, versículo 11.

Moisés

Un tercer personaje que podemos mencionar es Moisés,  quien siendo hijo de la hija de Faraón, rehusó a ese derecho, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios. Hebreos capítulo 11, versículo 24 – 25.

Este hombre pudo haber elegido vivir una vida dirferente a la que vivió, sin embargo, el Señor tenía grandes propósitos con él, sería el escogido para sacar al pueblo de Israel de Egipto y conducirlo a la tierra prometida. Moisés fue un hombre que creyó al Señor, Él le indicó paso a paso lo que que debía hacer no sólo para que el pueblo saliera de Egipo, sino también para llevar a ese pueblo a conocer a Dios, este hombre actuó en obediencia creyendo y esperando también el cumplimiento de una promesa.

David

Este era un hombre que conocía tanto a su Señor, no había forma de que su decayera. Aún en los momentros cruciales de su vida este rey confiaba tanto en Señor que se fortalecía en Él y seguía su camino, a fin de que los propósitos del padre se cumpleran en su vida.

En el libro de los Salmos vemos cómo David puede alabar a Dios en todas las circunstancias, porque Su fidelidad en el pasado es una garantía de Su fidelidad en el futuro; su alabanza al Señor fue siempre aún en sus momentos más grises, y vemos como en cada uno de ellos el Señor le otorga la victoria.

Job

Otro hombre extraordinario que encontramos en la palabra es Job, un hombre temeroso y amador del Señor, vemos en el libro de Job, capítulo 1 en adelante cómo se nos presenta un hombre próspero que de la noche a la mañana lo perdió todo, pudo este haber sido un motivo para que su fe se debilitara, sin embargo, no fue así, Job capítulo 1, versículos 21:

«y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.»

¡Que ejemplo de fe tan maravilloso encontramos en este personaje!

Ahora bien, cerrando este este recorrido quisiera mencionar por lo menos un personaje del Nuevo Testamento. Son tantos los personajes que pudiésemos estudiar para que nuestra fe sea fortalecida en el Padre.

María y Marta

Encontramos en el libro de Lucas capítulo 10, versículos 39 y 40:

«… María sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres:»

 María sabía que sin fe era imposible agradar a Dios.

Aquí observamos dos personajes opuestos, aunque ambas mujeres amaban al Señor, cada una tenía su particularidad, María era una mujer que prefería las cosas celestiales, Marta era una mujer que se dejaba llevar por el afán.

María sabía exactamente cómo mostrar su gratitud, era mujer devota del Señor, lo que le hacía tener una fe inquebrantable en el maestro. Marta también le amaba, sin embargo,  se dejaba arropar por los afanes.

En este hermoso ejemplo, encontramos nuevamente una forma de caracterizar a muchos cristianos hoy en día. Como mencionaba en la introducción de este artículo, un cristiano sumergido en los afanes y con poco encuentro e intimidad con el Padre es un blanco del enemigo para que la fe se debilite. Debemos aprender a administrar los tiempos y darle cada día al Señor lo que le corresponde. Esto con el fin de que nuestras vidas sean edificadas y nuestra fe fortalecida.

No importa cuan oscuro se presente el panorama, debemos creer que fiel es el que lo ha prometido, sus promesas eternas serán cumplidas en nuestras vidas muy a pesar de las circunstancias, nuestro Dios es real, y nosotros le hemos creído, no debemos temer el futuro, hagamos a un lado los miedos, el Señor está al control. Recordemos que sin fe es imposible agradar a Dios.

Sin fe es imposible agradar a Dios: La fe sin fundamento

Actualmente, se presentan muchos movimientos que pueden resultar engañadores, muchos confunden la fe con un positivismo irracional. Creen que tener fe es llevar a cabo una serie de prácticas que dará como resultado una vida de victoria, pero sin base alguna. Por esa razón es que nos encontramos con muchos apartados dentro de la Iglesia Santa del Señor, hay falta de una fe genuina y sin fe es imposible agradar a Dios.

Frecuentemente escucho muchas personas decir: ¡Yo era cristiano, pero nada de los que yo esperaba para mi vida se cumplió, ahora estoy apartado! También he escuchado a muchos creer que son sanos de enfermedades y dolencias o libres de azotes sólo por pensar positivamente o por repetir diariamente una serie de afirmaciones relacionadas a un bien. ¡Cuidado y alerta!

Nosotros como cristianos predicamos y proclamamos a un Dios vivo, y nuestra base y fundamento lo encontramos en la Palabra de Dios. Este es nuestro manual de vida y nada, absolutamente nada,  en cuanto a nuestra doctrina, que no esté escrito allí tiene válidez para nosotros.

¿Cómo fundamentamos nuestra fe en la palabra? El libro de Romanos nos dice en el capítulo 10 versículo 17:

«Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.»

Debemos cada día alimentar nuestro espíritu con el estudio de la Palabra, cuando llevamos adelante nuestros devocionales diarios, no debemos conformarnos sólo con leer la Palabra, debemos estudiarla, reflexionarla, meditarla, predicarla a nosotros mismos, vivirla. Cuando nos ejercitamos en ello damos lugar a que la misma ministre en nuestras vidas y éstas sean transformadas. Dice el libro de Hebreos capítulo 4, versículo 12:

«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.»

Esta es la Palabra que nos hace crecer y en donde fundamentamos nuestra fe; en Isaías capítulo 55, versículo 11 nos enseña:

«Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.» 

Es la Palabra del Señor la encargada de desarrollar en nuestras vidas una fe inquebratable. Lo que nosotros como cristianos debemos saber es que nuestra fe va de la mano con la Palabra. debemos saber que las afirmaciones diarias que debemos repetirnos cada día las conseguimos en ella. El Señor nos enseña en el libro de Deuteronomio Capitulo 6, versículos 1-9:

«1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla;

para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.

Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;

y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;

y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.»

¡Qué texto tan maravilloso! Qué clase de fe pudiésemos tener y qué clase de cristianos pudiésemos llegar a ser si cada día colocamos en práctica lo que estos versos nos indican, repetir, estudiar, memorizar, reflexionar, vivir la palabra, nuestro Señor no se equivoca, nos ha llamado a vivir una vida de fe y nos ha dado las herramientas, de nosotros depende ponerla por obra y recargarla cada día.

Como complemento de todo lo expuesto anteriormente, te invitamos a observar el siguiente contenido audiovisual.

En la fe hay poder

Cuando aprendemos a conocer a nuestro Señor a través de las escrituras, podemos  llevar una vida cristiana y de fe en victoria, a la cual también que hemos sido llamados a vivir y que no los presenta el Señor a través de su Palabra. Sin fe es imposible agradar a Dios.

En los párrafos anteriores, cuando hacíamos referencia al rey David, hablábamos de una confianza plena e inquebrantable del salmista cuando expresábamos que él rendía alabanza al Señor en toda circunstancia de su vida, porque entendía Su fidelidad en el pasado, lo cual representaba una garantía de Su fidelidad en el futuro. Esto es vivir teniendo presente que sin fe es imposible agradar a Dios.

Cuando tomamos la firme decisión de creer en Él y creerle a Él,  nuestras vidas son trasformadas, a tal punto que aunque el viento sople en contra, así como el salmista, tenemos la certeza que Aquel a quién hemos creído nos guarda como a la niña de sus ojos y que por más obstáculos que se presenten en nuestro caminar no resbalaremos.

En nuestro Señor, que es nuestra roca y salvación, tenemos poder para remontarnos con las águilas y esperar que pasen los fuertes vientos. Decía con cuanta confianza el salmista en el Salmo capítulo 62, versículo 2:

«Él solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho.»

Él es nuestro único refugio, es quien nos guarda.»

Cuando nuestra fe va de la mano con su Palabra, entendemos entonces que nuestro Señor es Soberano, podemos pedir lo que sea al Señor y Él tiene el poder para hacerlo, pero debemos estar conscientes que Él siempre va actuar conforme a su voluntad y no conforme a nuestros deseos, y aún así, Él sigue siendo Dios, porque cuando le buscamos tenemos la certeza que en Él hay. Hebreos 11:6.

«Sin fe es imposible agradar a Dios.»

Beneficios de caminar en fe

Caminar en fe representa en nuestras vidas gozo y paz, no tenemos temor al pasado porque Él lo ha perdonado y restaurado, ni al presente porque Él tiene el control, tampoco al futuro porque con toda certeza está en sus manos. la fe nos hace vivir sin afán como lo dice la palabra en el libro de Filipenses capítulo 4, versículos 6-7:

 «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.» 

Saber que le tenemos a Él nos basta porque es nuestra plenitud y lo llena todo.

Otro elemento importante es que nuestras vidas son fortalecidas. Creer, proclamar, vivir la Palabra es tan maravilloso que ignoramos muchas veces su poder. El aferrarnos a Ella forma en nosotros una fe inquebrantable, significa que dependemos totalmente del Señor porque entendemos que en nuestro caminar, Él nos lleva de su mano, no es por fuerza propia, es pura gracia. Tal y como le decía el Señor al apóstol Pablo en el libro de Corintios capítulo  12, versículo 9:

«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.»

No somos perfectos, pero sí vamos camino a la perfección. ¡Qué bueno es Dios!

Otro de los varones de Dios que mostraba una fe y obediencia inquebrantable era el profeta Daniel. Te invitamos a que conozcas mucho más sobre este gran personaje en el enlace titulado Libro de Daniel

Sin duda alguna la fe llena nuestros corazones de gran gozo, porque tenemos un Creador que es real. No depende de nosotros ¡qué maravilloso! Todo, absolutamente todo depende de Él, por lo que no tenemos que preocuparnos, de esta forma. Cuando se manifiesta en nuestras vidas el gozo del Señor también somos fortalecidos. En el libro de Nehemías capítulo 8, versículo 10 cuando Esdras le lee la ley al pueblo expresa en la última parte del versículo:

«…no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es nuestra fortaleza.»

El desarrollar una fe firme echa fuera el temor. Muchos cristianos en este tiempo son presos del temor , y esto viene de una fe débil que no ha sido fundamentada en la Palabra.  Cuando creemos firmemente lo que dice las Escrituras en 1 a Timoteo capítulo 1, versículo 7:

«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y denominio propio.»

Nos levantamos en fe y de la mano del Señor echamos fuera todo obstáculo  que nos impide crecer.

No podemos obviar que al vivir en fe, vivimos en santidad, a la cual el Señor nos ha llamado, 1 de Pedro capítulo 1, versículo 16:

«porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo

La santidad va de la mano, entre tantos elementos mencionados, con la fe, porque tenemos la certeza que sin ella, la santidad, no le veremos.

  «Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.» Hebreos capítulo 12, versículo 14.

El tema de la fe es sumamente amplio, hay tantos aspectos que pudiésemos abarcar. Sin embargo, los aquí expuestos nos presentan de manera ordenada en quién creemos y por qué. Sólo a luz de las Escrituras podemos estudiar la fe que es nuestro real fundamento y que nos hace inmovibles.

No podemos presentarnos ante un mundo con tantas carencias y con tanta necesidad con una fe débil. Sin duda nos arroparía, tampoco podemos presentarles a un Dios en el cual no hemos conocido, ni creído que es real. Debemos ir ante el necesitado revestidos de fe y poder, creyendo firmemente que en el Dios que buscamos, en Él hay y que es galardonador de los que le buscan. Sin fe es imposible agradar a Dios. Sólo debemos creer que esa medida de fe que necesitamos ha sido derramada en nuestros corazones como lo dice el libro de Romanos, capítulo 12, versículo 3 en su última parte: »

«…conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno…»

En cada uno de nuestros corazones hay una cuota de fe que debemos alimentar cada día para hacerla fuerte, sin fe es imposible agradar a Dios. El pueblo del Señor necesita en este tiempo que la fe sea fortalecida, hay mucho pueblo de Dios desanimado, triste, agobiado, confundido, ministros agotados, mucho alejados del redil, es hora de hacer un alto en el camino,  de abrazarnos a nuestros Padre, de abrazar la fe.

Si nuestra fe está debilitada es tiempo de entrar en el aposento y cerrar la puerta y dejar así que nuestro Padre Eterno nos fortalezca a través de su Palabra y nos haga volver a Él, a nuestro primer amor, a aquel que nos salvó, que nos sacó de las tinieblas a su luz admirable, a quien amanos y servimos, quien nos ha libertado, quien ha cambiado nuestro lamento y baile, a aquel que nos dice:

«Tened ánimo, soy yo; no temáis.» Mateo 14:23.

Es ahí donde comenzaremos a vivir una fe de poder, una fe que restaura, que sana, que liberta, que consuela, que salva,  una fe genuina, basada en la Palabra y abrazada a las promesas de nuestro Rey Eterno. Muchos entonces podrán comprender que la fe  no es positivismo, no es show, no es mentira, podrán comprender que la fe que profesamos es real, que el Dios en el que creemos también lo es, no estamos fundamentados en la nada, estamos fundamentados sobre una Roca Fuerte, que aún cuando el viento golpee con gran fuerza en contra nuestra no nos dejará perecer.

Servimos a un Dios vivo, su sacrificio en la Cruz no fue en vano. Fue por amor a esta humanidad que se pierde porque no creen. Ahora deseamos que nos cuentes sobre tu experiencia de fe en el Dios verdadero.


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  1.   Pedro G. dijo

    Hola, muy buena exposición del tema de la fe, entendíble y muy bien explicada teóricamente.
    Cuando te encuentras viviendo una crisis de fe, donde recuerdas todas las promesas recibidas, donde revisas en tu vida y a tu alrededor y ves que nada de lo que has creído se aproxima a tu realidad presente, la duda empieza a aparecer y no es para nada agradable vivir esa experiencia, pero es una realidad que a muchos nos pasa y no podemos fingir que todo está bien, creo que es el momento donde la fe y la razón entran en conflicto y al final una de las dos termina prevaleciendo. Bendiciones.