Please Excuse Me for Being Antisocial, de Roddy Ricch | Crítica

El primer disco del rapero Roddy Ricch se coló a finales del 2019 en dos listas: los más escuchados y los más inesperados. No contábamos con esta sorprendente nueva inclusión en el plantel de raperos más prometedores del momento. Dicho esto, al de Compton le queda mucho por hacer. Puede que las producciones y sus camaleónicas rimas tengan ese elemento diferenciador que tanto necesita hoy el rap, pero lo que es su mensaje… más de lo mismo.

¿Roddy Ricch es de los buenos o de los malos?

En el panorama actual del rap hay dos vertientes dominantes (sin contar a Eminem, que a sus 47 años hace lo que le da la gana). Por un lado tenemos a los de verdad, a los que mueven las ruedas de la innovación en el hip hop. Te pueden gustar más o menos, pero cuentan con un estilo claramente diferenciado: Kendrick Lamar, Royce Da 5’9″, Drake, J. Cole, 21 Savage, Meek Mill, Kanye West, Futre, Travis Scott…etc.

Luego, en el segundo cajón, tenemos a la turba; una inaprensible madeja de miles y miles (millones si echamos un vistazo al Instagram de World Star) de artistas con el mismo sonido, los mismos efectos en las bases, y el mismo argumentario basado en Gucci, su rabo, su puta y su coche.

Lil Yatchi, Lil Pump (todos los Lil en realidad salvo Wayne), en fin, son demasiados nombres de raperos irrelevantes con toda la pinta de haber venido a este juego para simplemente pasarlo bien un rato y ordeñarle cuanto más dinero mejor.

Primero disco, y Roddy ya es muy Ricch

Como pasara con DaBaby (Kirk, 2019), Roddy Ricch en su primer disco se emplaza en algún punto en medio de estos dos grupos de raperos. Más por la selección de las bases que por lo que luego el joven de 23 años dice sobre ellas, que con demasiada frecuencia se resume en otra lista de marcas de lujo, coches y pistolas. No sé, estamos bastante cansados de esta mierda.

A ratos, Please Excuse Me for Being Antisocial presenta elecciones de instrumentos musicales inusitados y atmósferas nuevas y rompedoras. En canciones como High Fashion o Perfect Time, Roddy Ricch no tiene ningún miedo en juguetear con diferentes flows y cadencias a lo Kendrick Lamar, demostrando una tremenda seguridad en sí mismo para tratarse de su primer disco de estudio. La aprte intermedia del disco está repleta de canciones intrascendentes que no dicen nada. Pero que tampoco son malas.

Qué bien que empieza Please Excuse Me for Being Antisocial, y qué lástima de intro desperdiciada. Tras un inicio muy hermoso con un piano acompañando a letras nostálgicas de recuerdos de tiempos peores, la base rompe de un modo espectacular para arrancar un repaso de las 20 putas que ahora tiene Roddy Ricch; de su glock marca Dios, sus calcetines Dior, y de cómo es capaz de gastarse en ropa lo que otros ganan en todo un año.

¿De verdad vamos a estar aplaudiendo sin descanso este flexeo constante sin más mensaje en todos y cada uno de los raperos? ¿Cuándo vamos a decir que ya basta?

Meek Mill al rescate de Please Excuse Me for Being Antisocial

Peta (en la que colabora Meek Mill) es uno de los temas que más brilla. Empieza con una mandolina a lo BSO de Narcos, para luego introducirnos una base un tanto exótica (por anómala, fresca y bienvenida) donde se intercala el sonido tribal de una flauta con el esquema clásico de bombo y caja trapero. A pesar del nombre (y de la mención a las pieles de animales en el estribillo), la letra del tema es, de nuevo, carente de enjundia. Roddy Ricch rapea muy bien y sabe meter cambios de ritmo con mucha frescura, pero por desgracia el chico tiene muy poco que decir. Lo más destacable de Peta es que el chaval lleva «pieles sobre pieles».

De The Box queda poco que decir. Como ya avanzamos en el artículo de Roddy Ricch con motivo de su coronación en los Billboard, The Box es fácilmente la mejor canción del disco. La voz del propio Roddy haciendo el tonto con dos vocales se te queda pegada al instante haciendo obligatoria la reescucha.

I-U

I-U

Frescura pura sin ambages y un Roddy Ricch que, si hubiese demostrado esta performance en el resto del disco, nos habría regalado un album instant classic. Pero, de nuevo, con The box estamos ante una conjunción de sonidos que envuelven un mensaje pro armas en el que Roddy alardea de pipa. En The box  (el título alude al cargador de un arma) no hay nada más que rascar. Kendrick, al menos, te contaba una historia.

Roddy Ricch tiene las armas y en Please Excuse Me for Being Antisocial las ha enseñado. Ahora sólo queda que deje de hacer el tonto y las use.

6/10


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