Hay 28 mil millones de estrellas similares al Sol en la Vía Láctea, pero la nuestra es realmente especial (al menos para nosotros). Su gravedad mantiene unido al Sistema Solar y su energía permite la vida en la Tierra. También nos influye de muchas otras maneras, ya que es responsable del clima y el paso de las estaciones, las corrientes oceánicas y el hermoso fenómeno de las auroras.
Pero, como todo en el universo, tarde o temprano el Sol dejará de existir. ¿Qué pasaría si el sol se apagara? ¿Y si el Sol desapareciera ahora mismo?
¿Cómo y cuándo saldrá el sol?
Estrellas como el Sol están formadas por cantidades muy altas de gas, especialmente hidrógeno y helio. La fortísima presión que se deriva de estas inmensas masas produce temperaturas tan altas que los electrones son arrancados de los átomos y los gases así ionizados toman el nombre de plasma.
En estas condiciones se produce la fusión nuclear: como su nombre indica, en esta reacción se fusionan los núcleos de los átomos. Así, a partir de dos cationes de hidrógeno (cada uno formado por un protón) se forma un núcleo de helio (que contiene dos protones). Este proceso libera mucha energía, en forma de luz y calor (nuestro Sol tiene una temperatura de 15 millones de °C, ¡unas 6 mil veces la de una bombilla!). Al liberar esta energía, en una explosión perpetua, una estrella logra no ser aplastada por el peso del gas que la compone. Se dice que no colapsa.
Dentro de estrellas como el Sol, el hidrógeno se acabará después de unos pocos miles de millones de años. Una vez terminado este «combustible», la fusión nuclear ya no es capaz de evitar el colapso de la estrella, que libera aún más calor y luz debido a la compresión del helio que se encuentra en su interior (porque el aumento de presión corresponde a un aumento en temperatura).
Sin embargo, debido a este aumento de energía, la estrella se expande hasta convertirse en una gigante roja, una estrella hasta cientos de veces más grande que nuestro Sol y considerablemente más fría en la superficie.
¿Estrellas frías?
En este punto, también se agota el hidrógeno de la parte exterior de la estrella. Se trata de un nuevo colapso del cuerpo celeste, desencadenando otro ciclo de fusión nuclear que, sin embargo, involucra al helio, formando núcleos de elementos más pesados como el carbono (con seis protones) y el oxígeno (con ocho protones). La energía resultante es insuficiente para contrarrestar la alta presión debida al peso de estos elementos, por lo que se reduce el tamaño del núcleo. Hablamos por tanto de una enana blanca, una estrella «fría» con unas dimensiones similares a las de la Tierra. A su alrededor deja las capas más externas, que crean una nebulosa: una nube muy brillante de gas y polvo que vive durante unos 10 mil años.
Se calcula que el Sol se apagará dentro de unos 8.000 millones de años: tantos como los seres humanos que habitan la Tierra hoy. Probablemente nuestro planeta , junto con Mercurio y Venus, se vaporizarán mucho antes, cuando el Sol se convierta en una gigante roja dentro de 5.000 millones de años. Pero no tendremos que preocuparnos por eso. Dado que el Sol se expande un 10 % cada mil millones de años, para entonces la Tierra estará tan caliente que sus océanos se habrán evaporado, junto con la vida terrestre.
Pero imaginemos que el Sol simplemente se apaga repentinamente, como una bombilla. ¿Qué pasaría?
¿Cuánto tiempo duraría la vida en la Tierra si el sol se apagara?
Si el Sol dejara de emitir luz y calor repentinamente, la vida en la Tierra duraría mucho más de lo que podríamos esperar. Pero veamos en detalle lo que sucedería.
Las primeras semanas sin luz solar
¿Si el Sol se apagara después de cuánto tiempo nos daríamos cuenta? Al principio, no pasaría nada. Durante unos ocho minutos y veinte segundos todo sería normal: en ese lapso de tiempo, los últimos rayos de sol llegarían a la superficie terrestre. Entonces, de repente, la oscuridad caería por todas partes; nuestro satélite, la Luna, también se oscurecería.
Dado que nuestra galaxia, la Vía Láctea, es aproximadamente 1/300 del brillo de la Luna, básicamente veríamos solo con luz artificial. Pero, debido al retraso de los rayos solares a grandes distancias, mirando al cielo observaríamos otros planetas del Sistema Solar como si no les afectara el problema: por ejemplo, Júpiter seguiría iluminado durante aproximadamente media hora después la desaparición del Sol.
¿Y qué ocurriría con la temperatura?
A los pocos minutos de la salida del Sol, las temperaturas descenderían entre 4 y 5 grados en las áreas iluminadas. Mientras tanto, comenzarían a observarse comportamientos extraños por parte de animales cuyos ciclos de vida dependen del paso de los días: por ejemplo, algunos pájaros dejarían de cantar. Las actividades diurnas y nocturnas de la fauna continuarían bastante sincronizadas con las 24 horas, gracias a los relojes endógenos, que regulan las funciones diarias de los organismos incluso independientemente de la presencia de las estrellas. Pero muchos animales necesitan el sol para saber adónde ir, así que empezarían a moverse de manera desordenada.
Tan pronto como la luz desapareciera, la fotosíntesis se detendría. Casi toda la síntesis de oxígeno presente en la atmósfera se deriva de este proceso, pero tardaría mucho tiempo en agotarse: se necesitarían miles de años para que sea consumido por los seres vivos que dependen de él. Pero la mayoría de las plantas, incapaces de realizar la fotosíntesis, morirían en unas pocas semanas, y los animales que las comen comenzarían a sufrir hambre. Esto provocaría muchos cambios fisiológicos en los animales: aumentaría el almacenamiento de energía, en detrimento del crecimiento y otras funciones no estrictamente relacionadas con la supervivencia. Pero no sólo.
El frenesí de alimentación
Los animales hambrientos se comportan de forma diferente a lo habitual: la prioridad pasa a ser la búsqueda de alimento, por lo que descuidan actividades como la socialización, la reproducción y las conductas antidepredatorias (las acciones útiles para evitar ser depredados) para explorar territorios más amplios. Por tanto, si el Sol se apagara, la creciente escasez de plantas y de las especies que se alimentan de ellas llevaría a los animales supervivientes a comportarse de forma más temeraria y la dinámica entre individuos y entre distintas especies también se vería alterada.
Por ejemplo, el cangrejo ermitaño Dardanus pedunculatus normalmente alberga anémonas simbióticas que le permiten mezclarse, protegiéndolo de la depredación. Sin embargo, cuando el crustáceo tiene hambre, puede alimentarse de las anémonas. En la guerra y el hambre, todo vale.
El primer año sin luz solar
Si el Sol se apagara, la temperatura media de nuestro planeta en grados Kelvin se reduciría a la mitad cada mes: en apenas cuatro semanas pasaríamos de unos 300 K (27 °C) a 150 K (-123 °C). Si bien las plantas más grandes tienen suficientes reservas de azúcar para sobrevivir en la oscuridad durante años, las temperaturas harían que se congelaran en cuestión de semanas. Asimismo, dentro de los primeros meses casi todos los seres vivos se extinguirían debido a las heladas.
Pero no todo el calor de nuestro planeta depende del Sol. La desintegración radiactiva hace que el núcleo de nuestro planeta alcance una temperatura de 5 mil °C (aproximadamente el doble que la de una bombilla); además, el 20% del calor subterráneo proviene de la alta presión a la que están sometidas las rocas. Parte de este calor también llega a la corteza terrestre, particularmente en las zonas geotérmicas, zonas donde la energía geotérmica logra abrirse camino. Son volcanes, fumarolas, fuentes termales, manantiales hidrotermales y géiseres: cerca de estas áreas, la vida duraría un poco más.
¿Y nosotros?
Para sobrevivir, los humanos tendrían que crear asentamientos cerca de estas áreas y, a medida que las temperaturas bajen aún más, construir edificios subterráneos o aislados térmicamente alimentados con energía por plantas de energía nuclear. Cualquiera que no esté en estas áreas ciertamente estaría muerto dentro de un año. Por supuesto, quedaría un problema importante: ¿ cómo comer? Podríamos salvar algunas verduras con iluminación artificial, pero sería difícil encontrar soluciones para alimentar bien y durante mucho tiempo a muchas personas. Probablemente, salvo inventos excepcionales, nuestra especie solo podría sobrevivir unos pocos años.
Si el Sol se apagara: los primeros veinte años
Tres años después de la desaparición del Sol, los océanos aparecerían como totalmente congelados: el agua se habría solidificado a kilómetros de profundidad. Pero el hielo tiene una densidad menor que el agua y es un muy buen aislante térmico, por lo que estas capas de hielo flotarían sobre una capa de agua, protegidas de la congelación. Esto permitiría que el agua permanezca líquida en nuestro planeta durante miles de millones de años.
Algunos organismos submarinos, incluidos algunos animales de aguas profundas, no dependen del Sol para sobrevivir. Además, el fondo marino estaría calentado por el calor procedente del interior de la Tierra: en profundidad, el océano tiene una temperatura media de 0-3 °C. Sin embargo, la mayoría de estos seres vivos dependen de cuerpos en descomposición de la superficie para sobrevivir: con la extinción de otros seres vivos que dependen del sol y los organismos fotosintéticos, estos seres también desaparecerían.
Sin embargo, se preservarían los ecosistemas submarinos como las fuentes hidrotermales, «chimeneas» submarinas de las que sale agua calentada geotérmicamente. Y también lo son los microbios quimiolitotróficos que los habitan: capaces de convertir el calor, el metano y el azufre en energía, estos organismos sobrevivirían como si nada.
Muchos otros microorganismos podrían seguir viviendo durante millones de años incluso si se pone el sol. Hay cientos de especies de organismos extremófilos (que viven solo en condiciones extremas) y organismos extremadamente tolerantes (que sobreviven incluso en tales casos). Algunos microorganismos psicrofílicos, es decir, aquellos que aman el frío, viven en el hielo: podrían representar la única forma de vida en la superficie para el resto de la existencia del planeta Tierra. Incluyen, por ejemplo, algunas setas antárticas. Y luego habría algunos organismos capaces de permanecer criopreservados, suspendidos a la espera de volver a vivir en el calor.
Porque en la superficie, mientras tanto, el aire también se enfriaría más y más. Hasta el punto de que, diez años después de la salida del Sol, los gases que lo forman se condensarían: habría aire líquido y luego aire nieve. Después de otros diez años, los elementos que componen la atmósfera estarían completamente congelados.
¿Y si el sol desapareciera?
Además de los efectos observados por la ausencia de luz, en el caso de que el Sol desapareciera por completo estarían los que dependen de la ausencia de gravedad. Dado que las ondas gravitacionales viajan a la velocidad de la luz, nuevamente no se observarían efectos durante los primeros ocho minutos y veinte segundos. Después de eso, nuestro planeta comenzaría a moverse casi en línea recta, tangente a su órbita, por inercia.
En ese momento, sería una lotería. Al igual que la Tierra, todos los objetos del Sistema Solar comenzarían a viajar en línea recta. En su recorrido, a una velocidad de 30 km por segundo, nuestro planeta se encontraría con miles de cuerpos celestes. Podría chocar con él, decretando el fin de todo, o ser atraído por un nuevo centro gravitatorio, como una estrella más que actuaría como un Sol. En este caso, los pequeños destellos de vida que aún alberga nuestro planeta podrían dar lugar a nuevos especies.