¿Por qué juegan los animales? El lado más divertido del mundo salvaje

  • El juego animal se da en múltiples especies, no solo en mamíferos domésticos
  • No existe una única explicación: puede ser por placer o como herramienta evolutiva
  • Los científicos han observado juegos en aves, reptiles, peces y hasta invertebrados
  • El juego mejora el bienestar físico, mental y emocional en muchas especies

animales jugando

¿Alguna vez has observado a un perro persiguiendo una pelota sin descanso o a un gato acechando una pluma como si fuera una presa real? Aunque para muchos estos momentos pueden parecer meras muestras de ternura o entretenimiento animal, la verdad va mucho más allá. El juego en los animales no solo es una forma de pasar el tiempo sino que esconde una complejidad fascinante que ha sido estudiada por biólogos, etólogos y expertos en comportamiento animal durante décadas. Además, es interesante explorar cómo algunos juegos estimulan la mente en diferentes especies.

Desde cocodrilos jugando con flores hasta ratones que disfrutan de peleas simuladas, la naturaleza está repleta de ejemplos sorprendentes que demuestran que el juego no es exclusivo de los humanos ni de nuestras mascotas más cercanas. Este artículo profundiza en qué significa realmente el juego en el mundo animal, por qué lo hacen, qué beneficios tiene y qué especies lo practican, apoyándose en evidencias científicas actuales y observaciones documentadas de especialistas.

¿Es el juego una práctica común en el reino animal?

Durante mucho tiempo se pensaba que el juego era cosa de mamíferos domésticos como perros y gatos. Sin embargo, gracias a las investigaciones de expertos como Gordon Burghardt, un psicólogo de la Universidad de Tennessee, hoy sabemos que no es así. Incluso especies antes consideradas demasiado “simples” para jugar, como reptiles, peces, invertebrados o tortugas, han demostrado conductas lúdicas. En el contexto de este fenómeno, se pueden mencionar las características de los animales vertebrados.

Burghardt propuso cinco criterios para considerar una conducta como juego: que sea voluntaria, que no tenga un objetivo inmediato, que sea placentera, diferente de su equivalente funcional (como pelearse de verdad) y que sea repetitiva.

Siguiendo estos lineamientos, hoy podemos afirmar que el juego está presente en casi todas las ramas del árbol evolutivo, aunque no es universal. Hay especies que nunca han sido observadas jugando, pero muchas otras sí lo hacen, incluso en circunstancias que podríamos considerar adversas.

¿Por qué juegan los animales?

Esta es una pregunta para la que aún no hay una respuesta definitiva. Una de las teorías más extendidas asegura que los animales juegan para desarrollar habilidades útiles en la vida adulta, como cazar, escapar de depredadores o mejorar la interacción social. Por ejemplo, los juegos también han jugado un papel importante en la educación ambiental.

Sin embargo, diversos estudios han puesto en tela de juicio esta explicación. Por ejemplo, se ha observado que las nutrias que juegan haciendo malabares con piedras no son mejores resolviendo acertijos que las que no lo hacen. De igual forma, los gatos que han crecido rodeados de juguetes no se convierten en mejores cazadores por ello.

Esto ha dado pie a una segunda teoría: la del placer. Algunos especialistas, entre ellos Alex Richter-Boix, proponen que los animales simplemente juegan porque les gusta. Esta forma de recreación activa el sistema de recompensas de su cerebro, tal como ocurre en humanos, generando sustancias químicas como dopamina que les hacen sentir bienestar y alegría.

En este sentido, el juego no tendría una función adaptativa más allá del disfrute. Los perros que traen la pelota una y otra vez podrían haber encontrado una forma efectiva de disfrutar repetidamente del mismo estímulo placentero. Esto se relaciona con cómo los juegos emocionales pueden influir en la relación entre humanos y animales.

Numerosos animales han sido observados realizando conductas lúdicas que no tienen un propósito directo, pero que claramente parecen disfrutables. Veamos algunos de los ejemplos más llamativos recogidos por científicos y divulgadores:

  • Los cocodrilos han sido vistos jugando con pelotas y flores de colores, incluso llevando a otros sobre sus lomos mientras nadan.
  • Los gatos domésticos juegan con plumas, ovillos o bandas de goma como si se tratara de una presa, a veces con una intensidad sorprendente.
  • Las focas han sido retratadas jugando con algas marinas y objetos flotantes, a veces de manera tan elaborada que parecen querer impresionar a algún espectador invisible.

¿Por qué juegan los animales?

  • Los zorros utilizan objetos como rollos de papel higiénico para divertirse; incluso se han documentado enfrentamientos simulados entre ellos usando estos artículos como juguetes.
  • Los pulpos en acuarios se entretienen lanzando chorros de agua a botellas para hacerlas moverse, algo que no hacen siempre en su hábitat natural, donde están más ocupados con la supervivencia.

animales interactuando jugando

En la naturaleza también se han registrado comportamientos lúdicos que, a simple vista, podrían parecer parte de otro tipo de conducta como la caza, el cortejo o la defensa. Este tipo de comportamiento puede compararse con la forma en que algunos animales se ven amenazados.

Por ejemplo, los cuervos han sido observados deslizándose en trineo por tejados nevados, repitiendo la acción una y otra vez aunque no tenga ninguna utilidad aparente. Los elefantes jóvenes, tanto machos como hembras, chapotean en los ríos simplemente por diversión, sin que este acto esté ligado a la higiene o a una exhibición de fuerza.

Los suricatos juegan entre ellos adoptando posturas de pelea o persecución, aunque esto no mejora sus habilidades sociales ni reduce su agresividad. De hecho, algunos investigadores consideran que este juego podría tener un valor evolutivo más sutil: preparar sus cerebros para enfrentar la incertidumbre.

Las ratas criadas en aislamiento muestran un desarrollo cerebral inferior al de aquellas que convivieron y jugaron con otras. Tienen menos control de impulsos, peor memoria a corto plazo y menos habilidades sociales. Esto sugiere que el juego puede ser una herramienta esencial en la maduración del sistema nervioso.

animales y sus juegos

Una hipótesis alternativa apunta a que el juego no se ha desarrollado con un propósito concreto, sino que es una consecuencia de otras características evolutivas como la inteligencia, la curiosidad o la disponibilidad de tiempo libre. Por ejemplo, así como en el juego de los Juegos Olímpicos, los animales pueden encontrar diversas formas de entretenimiento.

Los dragones de Komodo en zoológicos juegan con sus cuidadores sujetando cuerdas o pelotas, mientras los geckos han sido registrados divirtiéndose con objetos flotantes en gravedad cero. Estas actividades podrían interpretarse como una respuesta lúdica al aburrimiento o la estimulación sensorial disponible en entornos controlados.

En la naturaleza, el tiempo libre es un lujo. Los animales salvajes dedican gran parte de su día a buscar alimento, protegerse y sobrevivir. Por eso, en ambientes protegidos como zoológicos o acuarios, es más común ver conductas de juego. Pero eso no quiere decir que no ocurran en libertad: simplemente son más difíciles de documentar.

El juego en aves y otros animales “escondidos”

Las aves también incorporan el juego en su día a día. El picapinos, por ejemplo, juega escondiéndose tras los troncos y asomando la cabeza como si desafiara a su observador. El trepador azul, más tímido, actúa de forma parecida aunque permite acercarse más antes de escapar juguetonamente.

El cuco, por su parte, parece disfrutar del engaño. Su técnica de poner huevos en los nidos de otras especies y dejar que otros críen por él podría interpretarse como una forma lúdica de burlar las reglas de la naturaleza, aunque también responde a una estrategia de supervivencia sofisticada. En este sentido, es interesante considerar la relación de estos comportamientos con el desarrollo de los mamíferos.

La liebre salvaje en España muestra habilidades sorprendentes para “jugar al escondite” con los sabuesos que la persiguen. Retrocede sobre sus pasos, da saltos inesperados y se camufla en el terreno para despistar a sus enemigos.

juegos entre especies animales

Algunos comportamientos lúdicos parecen orientados a fortalecer vínculos entre individuos, como ocurre en mamíferos sociales. Las madres chimpancé, por ejemplo, hacen cosquillas a sus crías y promueven juegos físicos que refuerzan el lazo afectivo y enseñan límites de comportamiento. Esto resalta la importancia del trabajo con animales en la educación y socialización.

En entornos domésticos, los humanos también refuerzan el juego a través de juguetes, juegos físicos y rutinas lúdicas con sus mascotas. Esto genera un vínculo más estrecho entre especie humana y animal, y pone de manifiesto que el placer compartido puede ser una pieza clave en las relaciones interespecies.

Incluso algunos animales como gatos o cerdos domésticos han sido observados interactuando directamente con personas o sus objetos de forma lúdica, sin buscar comida ni protección, simplemente por el placer de interactuar y estimularse.

diversión de los animales jugando

El juego en los animales no es una rareza, sino una manifestación más de la complejidad del comportamiento animal. Aunque no todas las especies juegan y no siempre podemos explicar por qué lo hacen, las observaciones y estudios nos permiten concluir que se trata de una conducta mucho más universal y significativa de lo que se creía. Ya sea por placer, por desarrollo cognitivo o simplemente por tener tiempo libre, los animales encuentran en el juego una forma de expresión que humaniza su experiencia vital y nos conecta con ellos de una manera más profunda.

animales lloran como niños
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