Maldiciones generacionales ¡Una mirada bíblica!

Analizaremos en este post las maldiciones generacionales ¿falsa doctrina o verdad bíblica? Indaguemos en los principios bíblicos qué son las verdades eternas inspirados por el Espíritu Santo en la Biblia, nuestro manual de vida.

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Maldiciones generacionales

Cuando hablamos sobre las maldiciones generacionales nos referimos a todos los pecados y sus consecuencias que pasan de los antepasados a las generaciones siguientes. Lo primero que deseamos aclarar que este es un tema controversial dentro de la Iglesia. Y este artículo tratará de abordar el tema de una manera respetuosa a todas las denominaciones de la Iglesia cristiana.

La palabra maldición significa desearle mala fortuna a alguien. Hablar mal de alguien. En otras palabras, calumniar, desearle mal a alguien, proferir palabras descalificativas o bien sentenciar a alguien con palabras (Lucas 6:28; Romanos 12:14; Santiago 3:9,10)

La Palabra de Dios nos habla que en la Tierra hay dos caminos y cada quien debe escoger cuál va a seguir. El de la bendición o el de la maldición (Importante leer Deuteronomio 28:1-68; 30: 1-20).

La bendición y la maldición

La Palabra de Dios nos aclara la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros sobre el camino que debemos escoger. Pues, si estamos fuera de la gracia de Dios estas maldiciones están en nuestras vidas. Sólo escoger el camino de la vida nos aparta de estas maldiciones.

Si bien es cierto que la Palabra de Dios no habla de una manera directa sobre «maldiciones generacionales», estos pasajes bíblicos establecen la relación directa de los pecados de los padres y las consecuencias sobre los hijos. También nos aclara que aquellos que aquellos que hemos decidido seguir al Señor y hacer su voluntad estamos en bendición.

Ezequiel 18:10-20

10 Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas,

11 y que no haga las otras, sino que comiere sobre los montes, o violare la mujer de su prójimo,

12 al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no devolviere la prenda, o alzare sus ojos a los ídolos e hiciere abominación,

13 prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá éste? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él.

14 Pero si éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos;

15 no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare,

16 ni oprimiere a nadie, la prenda no retuviere, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere con vestido al desnudo;

17 apartare su mano del pobre, interés y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere en mis ordenanzas; éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá.

18 Su padre, por cuanto hizo agravio, despojó violentamente al hermano, e hizo en medio de su pueblo lo que no es bueno, he aquí que él morirá por su maldad.

19 Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá.

20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.

Si bien es cierto, que nuestro Señor es un Dios de misericordia también es lo es de justicia. El Nuevo Testamento nos devela que existen dos tipos de grupos de personas. Las ovejas del Señor, los bendecidos y los que están bajo maldición. No es algo de la Ley. Es la voluntad de Dios (Juan 7:49; Gálatas 3:10-13; 1 Corintios 16:22). A muchos nos cuesta entender que un Dios de misericordia y de amor maldiga, sin embargo en palabras de nuestro Dios Él ha tenido que maldecir en algunas circunstancia a la humanidad (Génesis 8:21). La respuesta para ello, es que Dios tiene la potestad de hacerlo, pues es Dios y así le complació.

Mateo 25:41

41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Las maldiciones son para aquellos que no están bajo la cobertura de Dios o de la gracia de Dios (Mateo 25:41.) De acuerdo a la Biblia estas personas están bajo condenación divina Significa que las promesas de Dios en Deuteronomio 30:19 están vigentes (Juan 7:49; Gálatas 3:10-13; 1 Corintios 16:22)

Una situación grave es para aquellos que rechazan o se opones a la obra de nuestro Señor (Gálatas 1:8-9; 2 Pedro 2:14; Apocalipsis 16:9-11)

¿El pecado se realmente hereda?

Al escudriñar la Palabra de Dios nos encontramos con este pasaje bíblico que responde claramente esta pregunta:

1 Pedro 1:1-18-19

18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

Ahora bien, esto significa que mientras estábamos en el camino fuera de la gracia andábamos conforme a la vana manera de vivir de nuestros padres y por tanto nuestra alma estaba bajo riesgo de perderse. Eramos esclavos del pecado, de la muerte. Cuando la Palabra de Dios habla de muerte es vivir separados de Dios. Para restaurar esta relación nos tenían que comprar de ese mercado de esclavitud.

Nuestro Señor tuvo que pagar por nuestras almas. El precio era su Sangre (1 Corintios 6:20; 7:23). Ahora bien, la Sangre de Cristo es tan poderosa que su sacrificio fue completo. Rompió con todas estas maldiciones.

Desde el punto de vista científico, esto explica la Ley de la Herencia que la ciencia ha demostrado. Así como heredamos los genotipos y los fenotipos, también heredamos el carácter, el pecado original, y hay familias que se han visto asediadas por espíritus que se entronan en esas familias. Un ejemplo, podemos ver como en generaciones hay familias que han practicado la brujería, han existido suicidios, entre otros ejemplos.

No obstante, cuando recibimos al Señor su Sangre es poderosa para romper con esta vana manera de vivir heredada de nuestros padres.

Si bien es cierto que nuestro Señor Jesucristo nos compró con precio de Sangre, también hay aspectos espirituales que debemos aclarar. Su muerte no extirpó el pecado. Diariamente pecamos (Romanos 7:7-25; 1 Juan 8:1-10) El Apóstol Pablo en su epístola a los Gálatas nos describe como el cristiano tiene que enfrentar diariamente la lucha diaria entre la carne y el espíritu (Gálatas 5:17)

Ahora bien, en cuanto a las maldiciones generacionales, algunos prefieren ejemplificar este tema de la siguiente manera. Si un padre es adicto a las drogas, es adultero y/o tiende a ser iracundo, puede que sus hijos, nietos, bisnietos o incluso todos los anteriores, sufrirán las consecuencias de estos pecados a lo largo de su vida, por tres o cuatro generaciones.

Algunas personas afirman que estas maldiciones empujan a los afectados a cometer los mismos pecados, inclusive si ya has aceptado a Cristo como Salvador, pero ¿Qué tan ciertas son las maldiciones generacionales? Para explicarlo primero debemos ver de dónde se basa esta creencia.

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Fundamentos bíblicos

Los que defienden la idea de las maldiciones generacionales refieren el siguiente versículo bíblico:

Éxodo 20: 4 – 5

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;   Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visitó la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”

La Palabra de Dios, no habla directamente sobre las maldiciones generacionales, sin embargo podemos, tácitamente entender, que aquellos que aborrecen a Dios están en el camino de la maldición y viven conforme a la herencia dejada por sus padres.

Sólo aquellos que estamos bajo el Nuevo Pacto (Ezequiel 18:2; Gálatas 3:13) podemos tener acceso a la cura de estas maldiciones, que es por medio de la Sangre del Cordero de Dios. Su misericordia nos limpia de todo pecado, de toda maldad, pues somos criaturas nuevas. En este sentido, la forma de romper, para algunos maldiciones generacionales para otros maldiciones, es a través de la Sangre del Cordero de Dios, confesando los pecados de nuestros padres y los nuestros y ser lavados por la Sangre Preciosa de Jesús.

Escudriñando la Palabra de Dios

Como hemos advertido, en ninguno de los textos bíblicos anteriores se habla o nombran las palabras  “maldiciones generacionales”, de hecho, en ninguna parte de la Biblia se menciona  a dichas maldiciones, a lo que se refiere  en realidad es a que “Jehová visitó o visita” ¿Qué significa esto?

Si buscamos la definición de la palabra  “visitó” en un diccionario bíblico hebreo, es paqad, esto que significa: Acudir, examinar, supervisar, criticar, inspeccionar. Considerando lo antes planteado, podemos ver que el Señor se refería a que iba a supervisar o a inspeccionar las acciones de esa persona y sus generaciones. Pero, sigamos analizando las palabras en su idioma original, veamos ahora lo que significa la palabra iniquidad en hebreo.

Según el diccionario bíblico hebreo “iniquidad” es awon, significa algo que se considera, está fuera de la moral o de la voluntad de Dios. Ahora bien, cabe la pregunta para aquellos que están fuera de la moral de Dios ¿Qué camino han escogido? Según la Biblia ¿Cuáles son las consecuencias de este camino? Como cristiano usted clame a Dios para que le dé el discernimiento.

Ahora bien, a pesar de ser salvos y de recibir a nuestro Señor en nuestras vidas y reconocer su sacrificio seguimos pecando. Los pecados traen consecuencias (Juan 8:1-7; 1 Juan 1:9; Jeremías 31:29-33)

Para contextualizar este tema, referiremos un ejemplo. Si una persona, nace en un hogar con alguno de los dos padres alcohólicos, drogadictos, adúlteros, idólatras, entre otros, para algunos cristianos se trata de maldiciones generacionales.

Para otras denominaciones es simplemente un patrón de conducta que copió porque desde temprana edad fue expuesta constantemente a un vicio y quedó afectada, se trata de una consecuencia del pecado de sus padres, así que no se puede afirmar que toda las generaciones de esa familia serán malditos por Dios, para que sean todos alcohólicos, de generación en generación.

Ahora bien, el Señor sobre este tema dice, como mostramos en Ezequiel 18:10-20 que aquel que decidiera abandonar el camino de sus padres y hacer lo bueno delante de Dios esa alma no morirá. Entonces, es importante tener claro que existen dos caminos conforme a la Biblia: el de la bendición y el de la maldición. Cada quien debe elegir cuál escoger.

La maldición hacia el hombre

Si bien hay algo cierto, y es que todos los hombres nacemos con el pecado original, heredado de Adán y Eva cuando desobedecieron a Dios por comer de la fruta del bien y el mal, seducidos por la serpiente (como se puede leer en Génesis 3: 16- 17).  En estos versículos, la Palabra de Dios nos hablan del pecado original, que entró por Adán, un hombre perfecto, cuando este desafía Su mandato. Expresa que la mujer sería castigada con dolores al dar a sus hijos, así como el hombre tendría de castigo comer de la tierra todos los días de su vida. Hasta el día de hoy esta maldición tiene vigencia.

Es por esta razón que desde nuestra concepción traemos el pecado original heredado. (Y esto se corrobora en Salmos 51: 5) donde el salmista explica que de un pecado hemos sido formados, y así mismo, del pecado fuimos concebidos por nuestros padres, y esto mismo ocurrirá con nuestros hijos. Es decir, generacionalmente este pecado es transferido a toda la humanidad.

La Sangre de Cristo nos redime de ese pecado, pero aun seguimos pecando. El Señor no extirpó el pecado de la condición humana, así como no extirpó las consecuencias del pecado. El plan de Dios es perfecto. Debemos reconocer que dependemos de Él. Diariamente debemos ponernos en la cruz y confesar nuestros pecados y recurrir a la Sangre del Cordero de Dios para ser lavados.

El pecado original

Analicemos ahora un poco más las escrituras y veamos cómo estos pecados fueron limpiados, por nuestro Salvador. En Romanos 3: 23, la Palabra del Señor nos dice, que todos nosotros somos pecadores, y los pecadores están destituidos de la gloria de nuestro Señor. Cuando estábamos bajo esta condena, debemos reflexionar en qué camino andábamos y sus consecuencias. La Palabra de Dios nos dice que a través de las generaciones la muerte alcanzaría a todos los hombre.

Romanos 5: 12- 17

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Sin embargo, al recibir la gracia de Dios, todo pecado, toda condenación fueron purificados por la Sangre de Cristo. Todos somos nuevas criaturas.

Pero, el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel unos murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.

Nuestra nueva criatura

No podemos olvidarnos de que el centro de nuestras vidas es Jesucristo, y que cuando lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador pasamos a ser nuevas criaturas. Esto significa que hemos escogido el camino de la vida. Por lo tanto, estamos en bendición.

Leamos lo que dicen las sagradas escrituras en:

Romanos 6: 6

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”

2 Corintios 5: 17

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Leyendo ambos versículos, analizamos que las cosas que cargamos en el pasado, se quedaron atrás, ya no puede afectar nuestra nueva vida en Cristo, porque somos libre en la cruz. Pero analizando un poco más lo que dice en la Biblia en (Efesios 2: 1- 2 y en Efesios 4: 22)

Estos expresan que en el momento en el que aceptamos a Cristo en nuestro corazón, nuestros pecados y delitos están muertos, en su lugar, somos nuevas criaturas limpias por la Sangre de Jesús, nos despojamos del hombre de nuestro pasado, que es corrupto y actúa según deseos engañosos, que vivía en constante desobediencia y rebeldía contra Dios.

Ese acto en la cruz, nos dio vida eterna y enterró al viejo hombre pecador, cuando Cristo está en nuestra vida ya no cargamos con los pecados y ataduras de nuestros antepasados, por lo tanto, ninguna maldición generacional prevalece en nuestras vidas.

La obra de Cristo en la Cruz

Jesucristo en el momento de su crucifixión hizo un sacrificio por todos nosotros, y esto lo podemos leer en (San Mateo 20: 28) cuando dice que Cristo no vino para que le sirviéramos, sino para dar su vida y así poder rescatarnos a todos, y liberarnos de aquellos pecados y maldiciones que nos esclavizaban en un pasado, y ese sacrificio de un ser perfecto y sin mancha es más grande que cualquier maldición.

La misión de Jesucristo era liberarnos de todos aquellos pecados de nuestro pasado. Esto se confirma en (Efesios 1: 7) la Palabra del señor dice que por medio de Él conseguiremos libertad, el perdón por nuestras ofensas, y las riquezas de la bondad inmerecida de Dios.

1 Pedro 1: 18- 19

“Porque ustedes saben que no fue con cosas que se corrompen —con plata o con oro— con lo que fueron liberados de la forma de vida inútil que les transmitieron sus antepasados.

Analizando lo que dicen en estos versículos, nosotros fuimos limpiados y liberados por, nada más y nada menos, que la Sangre del Cordero limpio y perfecto, Cristo Jesús. Si buscamos en la Palabra del Señor (Hebreos 9: 14- 15) podemos notar que allí se firma un Nuevo Pacto y  se ha roto el pacto anterior de muerte como pago de nuestras transgresiones, uno que promete la herencia eterna, la Sangre de nuestro Salvador lavó nuestras conciencias de todas las obras muertas, para poder seguir al Dios vivo y verdadero.

Un gran acto de amor

Esto lo que quiere decir es que, gracias al sacrificio que hizo Cristo Jesús en la cruz, todas esas maldiciones se fueron, Él las cargó en la cruz mientras pagó el precio por  todos y cada uno de nuestros pecados, todo eso fue remplazado por la promesa de tener la vida eterna. Esa es nuestra verdadera herencia.

Este sacrificio en la cruz es el mayor acto de amor de Dios hacia el mundo. Pero ¿Por qué? (En San Juan 3: 16) podemos ver que este sacrificio fue un acto de amor de Dios para el mundo, Él entrego a su unigénito, para cargar nuestros pecados en la cruz, para que no nos perdamos y podamos tener una vida eterna. Su muerte quito el pecado del mundo, así como lo dice en ( San Juan 1:29) Refiriéndose a Jesucristo como el cordero de Dios.

1 Juan 4: 10

«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.»

Pues esto es amor, Dios nos ama a todos por igual, desde antes del momento de nuestra concepción fuimos elegidos , y fuimos amados por Él, a pasar de nuestros errores y de nuestros defectos, somos sus hijos, y su amor por nosotros es infinito.

Dicho de otro modo, Esta obra en la cruz, nos garantiza que estamos limpios de todo pecado o maldición que pudo haber atormentado en nuestro pasado.

Maldiciones generacionales: ¿Falsa doctrina o Verdad bíblica?

Analizando todo que hemos estudiado anteriormente, vemos que las maldiciones generacionales es un tema que hoy en día se debate en la Iglesia. Lo importante es que el lector tenga claro es que hay dos caminos. Usted debe escoger cuál seguir. Un camino de vida y bendición y el otro camino de muerte y maldición. Jesús dijo,

Juan 14:6

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Pues los cristianos hemos escogido el camino de la vida y las bendiciones. Esto significa que cuando confesamos nuestros pecados al momento de recibir a nuestro Señor debemos recordar aquellos pecados que cometieron nuestros padres y pedir perdón por estos pecados. Pues estos, provienen del camino de muerte y maldición. A partir de ese momento usted está libre de toda maldición. Dios es un Dios de amor, Él guarda grandes promesas. Entre ellas, es llamar al camino de la bendición a sus ovejas. Para profundizar sobre esto lea el siguiente enlace sobre ¿Qué es el Buen Pastor?. Así como Promesas bíblicas cristianas

Efesios 2: 12- 14

«En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación»

Entonces amados hermanos en Cristo Jesús, luego de recibir al Señor debemos estar en el gozo del Señor. En medio de la paz que Dios nos ha prometido. Dios es un Dios de justicia, pero también de misericordia y de amor. Por lo tanto,

Filipenses 4: 6- 7

«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»

Porque cuando colocamos nuestra confianza en el Señor, tendremos una paz maravillosa, esta paz sobrepasa todo entendimiento y perdura aún los tiempos más difíciles.

2 Tesalonicenses 3: 16

«Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.»

De la misma manera, en este versículo, el Señor nos promete que nos va a dar paz siempre y en toda circunstancia. Y Pablo nos recuerda en efesios 2: 12  que nosotros estábamos separados de Dios, pero a través de la sangre de Cristo, nos hemos acercado a Él. Él es nuestra paz. Y sabe los planes que tiene para nosotros, que son planes de bienestar y no de calamidad

Jeremías 29:11

«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.»

Podemos leer en (Romanos 8:28-29) que mientras amemos y pongamos nuestra confianza en Dios, todas las cosas nos saldrán bien con Su ayuda. Porque si ese es su propósito, todas las cosas se darán solas. Porque incluso antes de nuestro nacimiento, fuimos predestinados por Él.

Ahora veamos (2  Pedro 1: 4) estos versículos nos explica que nuestra vida tiene promesas muy grandes, una promesa de Dios para nosotros, aquella que va a edificar en nuestra vida.

Oración para entrar al camino de la bendición

Padre amado.

Hoy reconozco que he pecado contra tí.

Que he hecho delante de mi lo malo, lo injusto, lo incorrecto.

Reconozco que he tenido mi vida fuera del camino de tu voluntad

He pecado. Conforme a tu Palabra he pecado haciendo conforme a lo que he aprendido de mis padres.

Mis padres y yo hemos sido idólatras, adúlteros, fornicarios (ponga delante de Dios todos los pecados que tenga en su memoria)

Perdónanos Señor. Lávame con Tu Sangre Poderosa. Hazme más blanco que la nieve.

Perdona mi maldad.

Reconozco que tu sacrificio en la cruz del calvario es el camino, la verdad y la vida.

Se que por medio de ese sacrificio Tú pagaste mi deuda.

Me compraste con precio de Sangre

Por eso ahora, yo te pido que entres a mi vida y seas mi Señor y Salvador.

Te lo pido en el Nombre de Jesús.

A partir de este momento, usted está bajo la cobertura del Altísimo. Ya bien sean maldiciones generacionales o el camino de la maldición usted es una nueva criatura libre de ellas.


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  1.   nancy Ordoñez dijo

    Muy buena enseñanza. gracias