Altorrelieve de Aniceto Marinas en «La Escalinata»
Los Amantes de Teruel es una de las leyendas populares de la provincia de Teruel, pero con el tiempo también está siendo una leyenda conocida a nivel de toda España. Eso mismo hace que nos preguntemos qué hubo de real en aquellas historia y que es leyenda.
Hoy vamos a profundizar en esta historia turolense. Primero vamos a conocer su historia y después qué hubo de real en ella.
Los Amantes de Teruel: la leyenda contada durante generaciones
Las familias Marcilla y Segura
Se cuenta que en la ciudad de Teruel, allá por finales del siglo XII y principios del XIII hubo dos familias poderosas, se trata de los Marcilla y los Segura.
La familia Marcilla llegó a la Villa de Teruel en busca de aumentar su patrimonio al tratarse de unas tierras nuevas y ofrecer muchas posibilidades con su repoblación. Ellos venían de Navarra, eran hidalgos y tenían dinero.
La familia Segura, venía de Guipuzkoa, no tenían títulos pero si mucho dinero que habían conseguido con su negocio dedicado al sector del textil. Igual que los Marcilla, llegaron para seguir ampliando su negocio al comerciar con los musulmanes que poblaban ya las tierras turolenses.
Las dos familias se instalaron en la misma calle (a día de hoy renombrada calle Amantes en honor a esta historia) y comenzaron a tener descendencia. La familia Marcilla tuvo bastantes hijos entre los que se encontraba Diego, la familia Segura tuvo a una única hija, Isabel.
Isabel y Diego
Los dos niños fueron vecinos y compartieron su infancia entre juegos, pero al llegar la adolescencia esos juegos se convirtieron en algo más: surgió el amor. Llegado ese momento Diego decidió ir a hablar con el padre de Isabel para pedirle la mano de su hija en matrimonio. Sin embargo, el padre de Isabel lo rechazó porque aunque la familia de Marcilla tenía títulos y dinero, Diego no era el primogénito, no iba a heredar nada.
Diego no se rindió ante aquello y decidió marcharse a la guerra a ganar dinero y títulos para poder estar con Isabel. Ante aquella idea, el padre de Isabel le dijo que si volvía de la guerra con títulos, fortuna y en un plazo máximo de 5 años podría casarse con su hija.
Isabel y Diego se despidieron prometiéndose amor eterno ante la expectativa de estar juntos en el futuro y Diego marchó a la guerra.
«Los Amantes de Teruel» Juan García Martinez, Museo del Prado
Diego marchó a la guerra
Fueron pasando las semanas, los meses y los años… y las noticias de Diego no llegaban, nadie sabía que estaba pasando con el Marcilla. El padre de Isabel impaciente decidió buscarle un pretendiente con fortuna y títulos a su hija: Don Pedro de Azagra. Pero Isabel dijo que ella no se iba a casar sin que pasaran los 5 años que había prometido esperar a Diego.
Cuando quedaban solo 3 días para cumplir el plazo de los 5 años, llegaron por fin noticias de Diego a la villa de Teruel. Regresó un mensajero y anunció que Diego había muerto en batalla. Ante aquella noticia devastadora, Isabel no pudo poner más excusas y se tuvo que casar con Don Pedro. Se casaron justo el día en que vencía el plazo de los 5 años y mientras ya estaba toda la villa celebrando aquella unión.. se escucharon trompetas fuera de la villa que anunciaban el regreso de un regimiento de la guerra y el regreso de Diego con él. El joven volvía triunfante, con títulos, con dinero y todavía en el plazo de tiempo.
El encuentro después de la guerra
Nada más entrar en Teruel, Diego descubrió que Isabel se había desposado con el Azagra y sin poder creérselo fue en busca de su amada para que ella misma se lo confirmara. Isabel confirmó los temores del Marcilla toda apesadumbrada al verle con vida.
Isabel ya estaba casada y eso impedía que los dos jóvenes pudieran estar juntos. Diego apenado ante la situación le pidió a Isabel un único beso, sólo uno, a cambio de los 5 años de guerra que había pasado. Isabel le negó aquel beso al estar ya casa y deber fidelidad a su marido. Diego continuó insistiendo rogándole ese beso: «Isabel, un beso, solo uno por favor porque sino de amor por ti muero». Ella continuó con la negativa y el corazón de Diego no soportó el rechazo, se paralizó y cayó muerto a los pies de Isabel. Isabel fue a buscar a su marido para contarle lo sucedido y ante aquella historia Don Pedro le recriminó no haber besado a Diego. Juntos trasladaron a Diego al portal de sus padres ante el miedo de que las gentes pensaran que Don Pedro hubiera matado a Diego en un arranque de ira al encontrarle a solas con Isabel. No fueron oídos por nadie.
El funeral
Cuando después se celebró el funeral de Diego en la Iglesia de San Pedro de Teruel, una persona encapuchada y enlutada se acercó hasta el altar, retiró la mortaja que recubría a Diego y le dio un beso. Era Isabel, que por fin le daba ese beso que tanto le había negado a Diego en vida. Nada más dárselo, ella también murió en el acto.
Ante aquello la villa de Teruel quedó tan conmocionada y temerosa de lo que había ocurrido con Diego e Isabel que decidieron enterrarlos juntos en la capilla Marcilla que estuvo en la Iglesia de San Pedro.
«Los Amantes de Teruel» Muñoz Degraín, Museo del Prado
La parte histórica de la leyenda de los Amantes de Teruel
La leyenda de los Amantes se fue transmitiendo de manera oral durante siglos en la ciudad de Teruel y al llegar al siglo XVI los turolenses comenzaron a plantearse qué había de real en aquella historia. Se decidió abrir la tumba de los Amantes e investigar.
En 1533 se sacaron dos momias de la capilla de los Santos Cosme y Damián, donde en origen se había ubicado la capilla Marcilla. Aquellas momias eran un hombre y una mujer que por ningún lado ponían que estuvieran casados o fueran familia.
Las momias de los Amantes
A aquellas momias se les fueron haciendo pruebas forenses con el tiempo, aquellas pruebas descartaron que fueran familia, los ubicaron temporalmente en el siglo XIII, también reflejaron una edad aproximada entre los 18-22 años cuando murieron. Además se descartó la muerte por veneno y arma blanca.
Todos aquellos resultados reflejaban que la historia difundida por los turolenses podría ser real. Ahora bien, conseguir averiguar que todo sucedió tal y como se ha transmitido de manera oral durante generaciones, es muy difícil. Los datos históricos están: se sabe donde vivieron, que existieron, se tienen las momias y las pruebas forenses y todo lo que no se ha podido averiguar con datos históricos, viene de la tradición oral. Todo junto forma la leyenda de los amantes, entre la historia y la leyenda.
Cómo están en la actualidad
En 1955 las momias fueron trasladadas a dos sarcófagos que hacen conjunto y esculpidos en alabastro por Juan de Ávalos. Ahí siguen reposando teniéndose la mano en alabastro pero sin llegar a juntarse porque nunca pudieron estar juntos. Pero dicen los turolenses que hay que fijarse en la sombra de los sarcófagos donde las manos si se unen porque al final en la eternidad si reposaron unidos.
De Juan a Diego
La leyenda llegó un momento en que empezó a pasar literatura y ahí cambiaron el nombre al amante, Diego se llamó en origen Juan Martinez de Marcilla, pero al llegar a literatura esta historia decidieron que Diego era más poético que Juan y cambiaron su nombre. A día de hoy se puede encontrar referido a él como Juan, como Diego o como Juan Diego.
Los Amantes de Teruel «tonta ella y tonto él»
En el siglo XIX la leyenda también llegó a la ópera de la mano de Tomás Bretón. Cuando se estrenó esta ópera en Madrid un crítico puso aquello a modo de crítica y burla ante aquella historia demasiado romántica. Aquella coletilla ha acompañado desde ese momento a la historia de los Amantes y a la propia ciudad de Teruel. Ha dado difusión a aquella historia que venía del siglo XIII porque todo el mundo sabe que existen unos Amantes de Teruel aunque su historia la desconozca.