La voz de las cigarras es un buen exponente de la literatura infantil y juvenil en el mercado latinoamericano. Exploremos sus temas, trama y autora.
Patricia Truffello, del mundo de las leyes a la fantasía infantil
La trayectoria vital de la autora chilena Patricia Truffello, creadora de La voz de las cigarras, es similar a muchas otras mujeres que se han dedicado en su edad madura a la literatura tras pasar por experiencias predominantemente lejanas al ámbito de la escritura. Incluso se pueden trazar conexiones con la carrera de otras escritoras dedicadas al género infantil y juvenil, en un principio trabajadoras en labores de secretariado, pedagogía o trabajo doméstico, que luego encontraron su vocación en las letras.
Truffello enfocó su carrera inicialmente en el campo de la abogacía, graduándose en Derecho para luego dedicarse a la práctica legal relacionada con casos de adopción. Diez años estuvo en el camino de las leyes hasta que, finalmente, un taller de escritura dictado por otra grande de la literatura infantil chilena, Ana María Güiraldes, abrió para ella el campo de la escritura. Entonces pasó de facilitar el proceso para encontrarles hogar a los niños, a participar en el acto de proveerles historias y fantasías de gran calado.
La afición no era nueva. Desde la edad temprana de ocho años hasta la temprana adultez de los 21, la futura autora escribió disciplinadamente su diario, lo cual le brindó la capacidad de recrear y reflexionar sus pensamientos y vivencias de una manera estructurada, imaginativa y sana.
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Estos recursos entraron de nuevo en juego a partir de 2007, año de su dedicación exclusiva a la escritura y el resultado fue provechoso. Su primera novela, Colombina y el pez azul, ganó el Premio Municipal de Literatura de 2009 en su país entre otros reconocimientos. Y La voz de las cigarras sería publicada por la prestigiosa editorial Alfaguara.
En el siguiente vídeo puede verse la promoción oficial de la novela que nos ocupa, con una dulce ilustración animada.
La voz de las cigarras, el viaje en busca de la identidad
La historia sigue a una chica de trece años llamada Ana. La preadolescente ha tenido una vida bastante dura tras la supuesta muerte de sus padres ocho años antes en un fatal accidente. Sus nuevos cuidadores son sus tías Ofelia y Violeta, dos personas extremadamente severas con físico bien contrastado, como una pareja de circo: una baja y gorda, de temperamento suave pero apesadumbrado y otra delgada y alta, de temperamento irascible.
A pesar de sus diferencias, ambas son igualmente dogmáticas con respecto a la fe. Ultracatólicas y despreciativas ante la espontaneidad infantil, las tías establecen una rutina rígida que se basa en idas al colegio, estadías silenciosas en casa o salidas en grupo a misa. El espíritu de la niña Ana se ve coartado por este orden inamovible. Además, el secretismo con respecto al pasado de sus padres es también impenetrable.
La gota que colma el vaso es el sacrificio constante de uno de sus conejos mascotas por parte de las dueñas de la casa para servirlo en el banquete de cada mes. Una noche tormentosa, Ana libera a todos sus conejos, lo cual desata la furia de sus tías. Estas revelan con crudeza que el padre de la chica sigue vivo y debe irse a encontrarlo para buscarse un nuevo hogar, pues su relación con el Diablo es incorregible.
El viaje ofrece la oportunidad a Ana y su amiga Lola de hacer un crecimiento acelerado de la niñez a la juventud, liberándose de las costumbres restrictivas, averiguando verdades familiares escondidas y descubriendo su verdadera identidad.
Hasta aquí nuestro artículo sobre La voz de las cigarras.
