La teoría geocéntrica, denominada también modelo geocéntrico o geocentrísmo, es una teoría astronómica que ubica a la Tierra en el centro del universo, mientras el resto de astros giran en su torno.
Esta visión del mundo fue la predominante en la mayoría de las civilizaciones antiguas como la babilónica. Hoy hablamos de cómo era y como cambió la teórica a la actual.
La teoría geocéntrica
En realidad no hubo una única teoría geocéntrica sino que a lo largo de la historia de la filosofía ha ido variando. Eso sí, la teoría comenzó en la antigua Grecia.
Para los presocráticos
Anaximandro en el siglo VI a. C. creía en una disposición de los astros en la que la Tierra con una forma cilíndrica (como un trozo de tubo) se situaba en el centro de todo flotando. Los demás astros los explicaba visualizando unas ruedas invisibles que rodeaban la Tierra, aquellas ruedas tenían pequeños agujeros que permitían a los habitantes del mundo ver un fuego oculto (sol).
Los pitagóricos pensaban que la tierra era redonda al haber observado los eclipses y decían que estaba en movimiento a un fuego no visible.
Ambas versiones acabarían uniéndose dando como resultado a lo que se extendió entre todos los griegos que podían cursar estudios. La Tierra era una esfera que se ubicaba en el centro del universo. Platón y Aristóteles dedicaron trabajos a aquella teoría teocéntrica del mundo.
Platón
Platón decía que la Tierra era una esfera que reposaba en el centro del universo. Las estrellas y demás planetas giraban en torno a ella realizando círculos celestiales, cada uno teniendo un círculo para sí mismo e iban de más cercano a la Tierra a más lejano en el siguiente orden: Luna, Sol, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas. En su libro La República describía como las sirenas y las moiras custodiaban el cosmos.
Aristóteles
Siguiendo el sistema de su maestro, seguía planteando la Tierra en el centro de todo, disponiendo los planetas y estrellas a su alrededor. En esta ocasión, todos los cuerpos celestes estaban unidos a esferas (entre unas 47 y 55) invisibles y que giraban en torno a la Tierra siendo concéntricas a la misma. Las esferas las denominó «esferas cristalinas» y según teorizó su movimiento era diferente en cada una. Estableció que los cuerpos celestes estaban compuestos de éter. La Luna continuaba siendo lo más cercano a la Tierra y llegando a estar en contacto con la misma causaba máculas (manchas oscuras).
Continuó con escritos explicando los elementos terrestres como la tierra, agua, fuego, aire y también el éter. Los distintos pesos de cada uno de estos elementos es lo que los había posicionado en la Tierra. La tierra era lo más pesado, el agua se veía atraída por el peso de la tierra y por eso formó una capa entorno a la propia tierra. El aire y fuego tendían más hacia el exterior lejos del centro, siendo el fuego lo más ligero. Más allá de todo lo anterior, se encontraba el éter.
Ptolomeo
Después de las primeras teorías griegas, aquella teoría se sostenía en varios puntos. Lo primero es que si la Tierra se moviera, aquello debía notarse en las estrellas fijas (que se suponía estaban mucho más cerca de lo que ahora se sabe que están). El brillo de Venus era otra de las cosas que sostenía la teoría, el planeta siempre tenía un brillo consistente, lo que indicaba que se ubicaba siempre a la misma distancia de la Tierra.
Sin embargo, no se podía explicar los cambios en la magnitud de los planetas que eran acusados por un cambio de distancia. Ptolomeo en su obra El Almagesto, establecería la solución a aquel problema. Cada planeta se movía por dos o más esferas, siendo una de ellas la que lo ancla en torno al planeta Tierra. La otra esfera, mucho más pequeña, hacía que el planeta girara y por tanto se alejara o acercara a la Tierra siguiendo aquella esfera que se desplazaba sobre la misma esfera en torno a la Tierra. Mantenía que el sistema era un movimiento uniforme y circular. Esta teoría se fue aceptada por occidente y acabó siendo así la teoría geocéntrica que se mantuvo durante siglos.
Aunque la teoría no era acertada, es cierto que predijo algunos movimientos celestes como los movimientos retrógrados.
El descubrimiento de que la Tierra gira en torno al sol
No todos los modelos griegos seguían este sistema teocéntrico. Algunos pitagóricos abogaban que la Tierra era uno más de los planetas que giraban en torno al sol.
Aristarco de Samos en el siglo II a. C. fue el más radical de todos los griegos defendiendo esta teoría contraria a lo que pensaban los griegos generalmente. Escribió un libro sobre el heliocentrismo. Pero aquella teoría no se hizo popular. Solo Seleuco de Seleucia continuó con aquella idea.
Los astrónomos musulmanes en un inicio aceptaron la teoría que se completó con Ptolomeo, pero en torno al siglo X hay varios escritos donde se cuestionaban la inmovilidad que se suponía tenía la Tierra, del mismo modo que se cuestionaron que ella fuera el centro de todo. Algunos ya establecieron que la tierra giraba en torno a su eje propio y que el movimiento que se ve en el cielo se debía al movimiento de la tierra no al del propio cielo.
Copérnico
En 1543 entraría en escena Copérnico, quién aseguró que la Tierra y los demás planetas rotaban alrededor del Sol. Sin embargo, la teoría geocéntrica continuaba siendo lo más aceptado. El cambio de teoría desbancaba todo lo que se creía hasta el momento a todos los niveles, filosóficos y religiosos.
Su teoría mantenía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día y una vez al año daba una vuelta entera al Sol. También relataba que el movimiento rotatorio era en torno al propio eje de la Tierra. Todo aquello suponía un gran avance respecto a la teoría geocéntrica. Cierto es, que Copérnico mantenía cosas de la antigua teoría como la idea de que las esferas cristalinas de Aristóteles. Y también de una esfera exterior donde se ubicaban todas las estrellas inmóviles.
Newton y Kepler
Kepler realizó sus tres leyes en 1609 y 1619 soportando la idea heliocéntrica, en la que los planetas se mueven de manera elíptica. En concreto marcó como era el paso de Venus en 1631.
Por su parte, Newton y su ley de la gravedad daría el broche final a toda la teoría heliocéntrica. Esta era la fuerza que mantenía a los planetas en órbita. Aquello permitió que se estableciera un modelo para el sistema solar que resolviera las dudas que se habían planteado hasta el momento.