La parte inventada, de Rodrigo Fresán | Reseña de una novela única en su especie

APUNTES PARA UN ARTÍCULO SOBRE LA PARTE INVENTADA, DE RODRIGO FRESÁN

Publicada en 2014, La parte inventada del argentino Rodrigo Fresán es, como el bueno de Julio Cortázar, todo unA ver que reseña sale de todo esto. No sé muy bien por donde voy a tirar, pero espero tenerla lista para el domingo (NOTA*** actualizar la sección de reseñas de libros con más frecuencia).

Con La Parte inventada, de Rodrigo Fresán, ha pasado algo extraño. Singular. Por primera vez, me (1º persona? seguro??***) he encontrado pasando páginas y más páginas, peinando el aire sin descanso, hasta llegar a la última, la 566, expectante por ver cuándo carajo comenzaba el libro, el artefacto. Las cosas claras sobre la primera loca novela de la trilogía  LAS PARTES de Rodrigo Fresán: es muy loca. Tanto que durante la mayor parte del camino uno no sabe muy bien qué está leyendo ni qué está pasando

(posible párrafo extra para insistir en lo de que Fresán está muy loco, pero loco bien. Loco válido).

Ensayos, relatos, alternancia de tramas y personajes, narración en tercera y primera persona (¿eres tú, Rodrigo, ese que habla?). Un aparente todo vale en forma de cerebral vomitera verborreica que deja la ¿falsa? impresión de que Rodrigo Fresán se ha limitado a dejar constancia encuadernada de todo cuanto se le ha ido ocurriendo, sin más orden ni concierto que el de su propio tren de pensamiento.

Sin que esto tenga por qué ser necesariamente algo negativo.

Apuntes para novela, por Rodrigo Fresán

****Otra teoría que quizás podría mencionar en la reseña es la posibilidad de que este extraño tomo recopilatorio de bocetos y preparativos de novela sea el resultado de la profesional dedicación de un escuadrón de monos amaestrados y cinco años de mecanografiado loco de todas las cuartillas y servilletas que se fueron encontrando en los cajones del escritor. Mientras este estaba de presentaciones y comidas.

también tengo que incrustar en alguna esquina del artículo la frase esa de John Banville que tanto ha citado DON FRESÁN en entrevistas y en la propia novela:

“El estilo avanza dando zancadas triunfales y la trama va detrás arrastrando los pies”.

(PEQUEÑO PALITO, PERO DE BUEN ROLLO TK): Es un resumen perfecto de La parte inventada. Fresán podría haberse ahorrado la revelación del final. La explicación que al final del libro hace el protagonista (un Fresán adulterado, sin hijos y, dice en una entrevista de El Cultural, “con la sensación, que yo no tengo, de que se acabó la juventud de escritor cool y exitoso”):

“Un libro que se leyera del mismo modo en que se escribió, un libro que fuese no vanguardista sino retaguardista: la parte de atrás de un libro, su backstage y making-of, su how to en código a la vez que piezas sueltas a las que hay que atrapar, porque no hay gesto más vanguardista o experimental en un libro que ese que se hace durante el momento de su misma creación, de su antes de ser”.

Me ha recordado a cuando Ainhoa Rebolledo (contextualización, TK) explicaba por qué no le molan los puntos, las mayúsculas y todas esas cosas raras que hace o hacía.

*(Resaltar en algún lado el entrañable gozo (preferible menos cursilería) que sentí (hasta en lo más profundo de los poros) cuando me di cuenta de que el libro al que se refiere el protagonista es el mismo que yo estaba sujetando. Círculos dentro de círculos, quinta, sexta pared, el piso entero derruido, autoreferencialidad autocaníbal, ¿qué es verdad y qué no? ¿y qué más da, si al final esto es un juego y el estilo avanza dando zancadas triunfales y la trama va detrás arrastrando los pies, y ¿qué opinará Vila-Matas al respecto de La parte inventada?, me pregunto).

La parte inventada arranca con un señor (nombre TK) que, a la manera del recepcionista de la casa del terror de la feria del pueblo, te advierte de que te dispones a entrar en la casa del terror, al mismo tiempo que reflexiona, en voz alta y entre paréntesis, cuál sería el tono de voz más apropiado para dirigirse a los visitantes.

“(…Y buena suerte a todos, les desea esta voz a la que la mordaza de los paréntesis vuelve desconocida. Aunque –como suele ocurrir con algunas canciones inolvidables, donde la melodía se impone al título y hasta a los versos del identificador estribillo, ¿cómo se llamaba?, ¿cómo decía?- esta voz también recuerda a la de alguien cuyo nombre no se alcanza a identificar y reconocer del todo. Y, sí, de ser posible, evitar este tipo de párrafos de aquí en más porque, dicen, espanta a muchos de los lectores de hoy. A los lectores electrocutados de ahora, acostumbrados a leer rápido y a leer breve en pantallas pequeñas. Y, sí, adiós a todos ellos, al menos por el tiempo que dura y dure este libro. Desenchufarse de fuentes externas para sólo alimentarse de electricidad interna. Y esa es –warning, warning!-, al menos en principio y en el principio, la idea aquí, la idea de aquí en más, están advertidos.)”

Título con alusión a los estilos de Joyce en Ulíses (¿una o dos eses?)

Con la misma sutileza con la que ya en los primeros compases introduce pildoritas de opinión y protesta acerca de lo que los libros electrónicos están haciéndole a la literatura y a los lectores, Fresán juega a mezclar distintos géneros sin necesidad de separarlos por capítulos.

Es uno de los puntos más potentes (me gusta el adjetivo potente, pero no debería abusar de él, tiende a ser poco concreto) del libro: la maestría con que el capitán domina el timón mientras nos sumerge en su corriente de pensamiento. Nos cuenta que fulanita (la hermana del escritor viejuno no cool) se enamoró de cetanito y, para cuando te quieres dar cuenta, llevas 40 páginas leyendo una narración casi enfermiza sobre todos y cada uno dos de los detalles de los Karma (la familia de cetanito). De los que nada volverás a saber el resto de la novela. Franzen también tiende mucho a este contarlo tada para después, nada.

Sin que esto tenga por qué ser algo malo (buscar sinónimo)

Publicada en 2014, La parte inventada fue una novela arriesgada a la que el tiempo ha dado la razón. Le han seguido las secuelas La parte soñada (2017) y La parte recordada (octubre de 2019).

La parte inventada recuerda a aquel cuento de David Foster WallaceMundo adulto II, incluido en Entrevistas breves con hombres repulsivos, cuyo efectismo se basa en la desnudez y la forma en que el autor nos muestra las costuras de la narración y su estructura.

Pink Floyd, Scott Fitzgerald, Bob Dylan…

La historia de los Karma, a los que odias tanto que los amas (¿lugar común?), funciona sin problemas como texto autónomo, igual que las divagaciones de un padre a punto de descubrirle la magia de Pink Floyd a su hijo (excusa para un resumen de la trayectoria del grupo de 15 páginas), las reflexiones del escritor viejuno sobre Suave es la noche de Francis Scott Fitzgerald (omnipresente en toda la novela) y las divagaciones sobre el fin de la literatura (incluir la maravillosa cita de Philip Roth “Las pantallas nos han derrotado»). También se habla mucho de 2001: Odisea del espacio y Bob Dylan. Referencias pop por un tubo, vaya.

Ignacio Echevarría escribió un artículo, La soberbia del lector, (***BUSCAR ENLACE) donde hablaba de esos “conspicuos escritores que se dedican a sembrar sus libros con referencias y guiños que inducen un sentimiento de complicidad, que alientan en los lectores la excitación de ser ellos actores y no sólo espectadores de la aventura de leer”.

Pero no creo que estemos ante un caso así. (¿PRIMERA PERSONA O TERCERA?)

Rodrigo Fresán demuestra en cada página una innegable capacidad para dibujar escenas y mantener la atención del lector mientras lo sumerge en un carrusel surrealista exigente pero ameno.

No has leído un libro como La parte inventada. La emoción de estar ante algo NUEVO, territorio sin explorar y, por ello, destinado a ocupar un lugar privilegiado. Apelación al lector/2º persona CAMBIAR

El libro más personal de Rodrigo Fresán

Fresán asegura/HA ASEGURADO/HA CONFESADO que es su libro más íntimo. El título es hace referencia a los pedazos de ficción de obligado cumplimiento con los que todo escritor en mayor o menor adorna su obra con tal de poder sostener lo otro, lo de verdad. O, en otras palabras: el título es la confesión de que los escritores, en mayor o menor medida, son seres autobiográficos.

***(SERÍA importante incidir en lo larguísimo que es el libro creo que no has insistido lo suficiente en que es un ladrillo en el buen sentido del concepto ladrillo que vale como tope para ruedas de tractores)

Por fecha de lanzamiento, Fresán también recuerda a su contemporáneo y compañero de editorial (Random House) Alberto Olmos: “Mi novela más íntima”, protagonizada por un escritor y con el tema del fin de la literatura…cualquiera que hiciera una lectura en diagonal de la reseña podría pensar que hablamos de Alabanza.

Es curioso que dos títulos de la misma editorial con temática tan similar cincidiesen en la mesa de novedades. O no. La década de los 2010 será recordada como la del constante anuncio de la muerte de todas esas cosas que, al final, les dio por no morirse.

-Pero redactor de Postposmo, aún no  has dicho casi nada de la trama. ¿De qué va el libro?
-Como si eso importase. “El estilo avanza dando zancadas triunfales y la trama va detrás arrastrando los pies”.

diálogo más largo y con más conflicto TK

A lo que David Foster Wallace respondió:

Los modernistas y los primeros posmodernistas (todo lo que va desde Mallarmé a Coover, pienso) rompieron todas las reglas, pero nosotros tendemos a olvidar algo que ellos se veían obligados a tener presente: a la ruptura de reglas se llega por algún bien. Cuando la ruptura de reglas, la mera forma de la apostasía vanguardista, se convierte en un fin en sí misma, se acaba con poesía mal escrita y torturas a los American Psycho y con Alice Cooper comiendo excrementos en el escenario. El impacto deja de ser un subproducto del progreso y se convierte en un fin en sí mismo. Y eso es una gilipollez.

Entrevista con Larry McCaffery de 1993 recogida en Conversaciones con David Foster Wallace (Pálido Fuego).

Y amén a eso también.

Y ahora, a escribir el artículo.

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