Si hablamos de reinas famosas en España, Isabel la católica es la más conocida, pero su hija, Juana la loca es altamente conocida aunque sea solo por el apelativo por el que se le conoce. Ahora bien, ¿Porqué la llamaron «la loca»? ¿Lo estaba realmente?
Descubrimos la vida de Juana I de Castilla, la conocida de manera popular como «la Loca», la hija de los Reyes Católicos, una reina que no llegó a ejercer en realidad ningún poder.
Juana I de Castilla
Juana la loca nació en Toledo en 1479 según la versión más aceptada por los historiadores y sería bautizada en la iglesia de San Salvador. Aunque lo cierto es que no se tiene su partida de nacimiento y hay otras versiones que aseguran su nacimiento en Cifuentes. Lo que si podemos ver de ella es la pila de su bautismo conservada en el Museo de Santa Cruz de Toledo. La corte de los reyes católicos era itinerante por ello es complicado asegurar dónde pudo dar a luz por tercera vez la reina Isabel.
Juana I fue una mujer cuyo destino era reinar pero que nunca llegaría a hacerlo debido a tres personas que tenía en su entorno y que podríamos decir la volvieron loca: su padre Fernando El Católico, su marido Felipe El Hermoso y su hijo Carlos V.
La doctora en Historia Moderna, María Lara, en su estudio sobre «Juana la cuerda» expone distintos documentos donde se aseguraba que la reina no estaba loca. Uno de ellos habla de la visita del obispo de Córdoba en 1501, donde Juana ya estaba casada con Felipe El Hermoso, y donde el obispo la describe como: «una mujer muy cuerda». En cualquier caso, conozcamos la historia de esta reina que no reinó y de esta loca que no lo fue tanto.
Como Juana se convierte en Juana «La Loca»
Juana paso gran parte de su vida confinada, la legítima reina de España permaneció casi 50 años encerrada en un palacio de Tordesillas debido a tener una innegable enfermedad mental. O eso es lo que se contó en su momento y lo que se ha transmitido a lo largo de la historia. Pero por todos también es sabido las luchas de poderes que siempre ha habido en torno a los tronos reales y el propio poder. Quizá más que loca fue víctima de una conspiración familiar, de tres hombres que preferían tener más poder que la legítima reina.
El principio
Juana, desde bien pequeña fue una niña guapa que se convirtió en una joven atractiva, pero no solo atractiva por el exterior. Juana era inteligente, sabía latín, poesía, música… Es más, la música sería su salvavidas en más de una ocasión. Todo parecía apuntar a que la nueva reina de España sería tan importante como su madre Isabel.
En 1497, con 17 años de edad, Juana viajó a los Países Bajos donde contraería matrimonio con el archiduque de Austria, Felipe apodado «El Hermoso», un hombre que estaba destinado a heredar las casas de Borgoña y Habsburgo. Aquel, como muchos, era un matrimonio de conveniencia, una estrategia de los Reyes Católicos para rodear al enemigo francés.
Una serie de fallecimientos en la familia de Juana como el de su hermano Juan o el de su hermana Isabel, el hijo de ésta última.. fueron cambiando el panorama de Juana ya que no sería solo archiduquesa y princesa de Flandes. En 1500 Juana era la única heredera a las coronas de Castilla y Aragón y tuvo que regresar a España con urgencia. Nadie parecía dudar en aquel momento de que la heredera al trono estuviera loca, todo lo contrario «habida por muy cuerda y por muy asentada» decían «en persona de tan poca edad no creo que se haya visto tanta cordura» decían también. Cierto era que tenía carácter fuerte como su madre y tenía accesos de melancolía.
Juana heredera al trono
Con el regreso de Juana y reconocida como heredera al trono, su esposo Felipe parecía relegado a ser consorte, algo que no parecía de su agrado y se marcharía de España 6 meses después de haber llegado, dejando a su esposa en cinta por cuarta vez. Aun con aquello, la intención de Isabel era que Juana reinara en Castilla con o sin el apoyo de su marido Felipe.
Si embargo parecía que Juana lo único que quería era regresar con su marido por el que profesaba un gran amor y aquello la hizo discutir en numerosas ocasiones con su madre, Isabel, que quería que Juana estuviera en España como heredera. Se cuenta que aquellas discusiones tendrían repercusiones en la salud de las dos y que Juana acabaría confinada en el castillo de La Mota.
Durante aquel primer encierro, encontraron a Juana en el exterior del castillo, descalza y sin abrigo en una noche de las más frías que había habido ese año. Así Juana consiguió que su madre se reuniera con ella para tratar de convencerla de que la dejara regresar con su marido. El problema que ese incidente hizo que la propia Isabel comenzara a dudar de si su hija era adecuada para gobernar.
Surgen las complicaciones
En 1502 se reunieron las Cortes de Toledo y por primera vez se empezó a cuestionar si Juana era válida para el trono. Después en 1504, cuando la reina Isabel redactó su testamento antes de morir, se dudaba claramente de que Juana tuviera buena salud mental. Ahora bien en dicho testamento Isabel la hizo heredera de sus reinos «estando en ellos, no quiera o no pueda entender en la gobernación dellos» lo que ponía que sería su padre, Fernando «El Católico» quien quedaría de regente. Aquello pareció implicar que la propia reina dudaba de la salud mental de su hija, sin embargo seguramente fue una forma de tratar que nadie pudiera quitarle el trono a su hija aunque esta finalmente consiguiera marcharse con su marido.
Para aquel entonces, Juana era plenamente consciente de que su marido le era infiel, pese a aquel primer flechazo que hubo entre la pareja. Felipe era un juerguista y un mujeriego y dejó muchos hijos ilegítimos. Por lo que es comprensible que Juana pudiera enfadarse. Sin embargo en el momento en que se supo que por fin iba a ser reina en 1506 es cuando el matrimonio empeoró notablemente. Hay historiadores que sostienen que para aquel momento Juana no sentía amor por Felipe y que «la locura» de amor no se sostendría.
¿Locura por amor?
Se ha dicho muchas veces que Juana, estaba enamorada de Felipe y no pudo soportar que le fuera infiel. Pero hemos visto que según otros historiadores Juana ya no estaba enamorada, eso sí, debía sentir mucha rabia hacia su marido. Felipe, por su parte, trataba de ser rey y no consorte algo que trato de lograr por todos los medios. Una estrategia para conseguir su fin era dejar ver que su esposa no era válida para la tarea que debía desempeñar. Aunque no solo él estuvo metido en aquella trama de «enloquecer» a la reina, Pedro Mártir de Anglería quien fuera maestro de Juana también ayudó a propagar los chismes.
Algunos incidentes como que un año después de la muerte de la reina Isabel, Felipe y Fernando firmaran la concordia de Villafáfila por la que si Juana no quería o no podía gobernar sería Felipe quien asumiría el gobierno hasta la muerte de su esposa. Fernando se comprometió a su vez en retirarse a Aragón. Aquello fue un golpe duro para Juana pero en vez de protestar se alejo a ver los jardines del conde de Benavente y cuando tuvo ocasión corrió hasta refugiarse en la cocina de una mujer, y de allí se resistió a salir pese a las suplicas y ejército de su esposo. Lo que quería Juana era dejar de ser el títere de todos cuantos la rodeaban.
El final de Juana
Algo con lo que algunos historiadores se apoyan para decir que Juana no estaba tan loca como parecía es que a la muerte de su marido, mandó desenterrar sus restos y paseó su cadáver por gran parte del territorio español. Esto no fue por locura sino para evitar que volvieran a casarla. Según la tradición castellana ejercer de viuda impedía un nuevo matrimonio ya que era una viuda muy cotizada. Sin embargo, dejó ver que deberían pasar un año y un día antes de poder volver a desposarse. Con aquella estrategia Juana impidió que la casaran con Enrique VII de Inglaterra.
La muerte de Felipe en 1506 fue otro duro golpe para Juana que estaba encinta del sexto hijo. Juana se negaba a atender los asuntos urgentes del reino y finalmente fue su padre quien retomaría las riendas del reino de Castilla.
Su hijo Carlos, no tardaría en subir al trono e impedir que Juana pudiera reinar. Ella nunca se opuso a su hijo, ni siquiera por haber estado encerrada durante casi toda su vida, y desde luego hasta su muerte en 1555. Una muerte en la que nadie de su familia la acompañó aunque se sabe que tenía muy buena relación con algunos de ellos.
¿Estaba loca Juana I de Castilla?
Muchos historiadores sostienen como aquella «locura» que invadía a la reina y la incapacitaba no era otra cosa que una conspiración política. Si la reina pudiera gobernar supondría un problema, un obstáculo para su propio padre o su propio marido quienes no podría tener poder. La conducta trastornada que parecía presentar sería solo un intento de defenderse en un mundo dominado por los hombres. Todo aquello llevaría a que dispusieran que la mejor opción es que Juana estuviera encerrada donde no podría hacer mal mientras otros gobernaban por ella.
Por otro lado, hay quienes afirman que en realidad si hubo locura en ella, una locura heredada de su abuela Isabel de Portugal. Pero que aquella locura fue tremendamente exagerada para quitarla del panorama político. Llegaría a un punto en que se pensó que estaba poseída por el diablo y que era inestable para confiarle el gobierno.
Loca o no, como loca pasó a los libros de historia y solo la historia podrá desmentir si estaba en realidad tan loca como la pintaron. Nosotros solo podemos analizar la vida difícil que tuvo, ver algunos episodios de locura y rabia y otros episodios de gran ingenio.