Información de los Koalas, Tipos, Aimentación y Hábitat

Pese a su apariencia de osito de peluche, el koala no está en nada relacionado con los osos. Es un mamífero marsupial oriundo de Australia que cuenta con una bolsa en la cual se desarrollan sus crías. Dedica unas cuatro horas del día a alimentarse primordialmente de hojas de eucalipto y pasa durmiendo el resto del tiempo. Te invitamos a continuar la lectura de este artículo para que puedas tener toda la Información de los Koalas.

Información de los koalas

Información de los Koalas

El koala es una variedad de marsupial que vive en Oceanía y es el único integrante de la familia Phascolarctidae, exclusiva de Australia. Guarda cercano parentesco con otro marsupial aún existente, el wombat. Puebla las zonas litorales de las regiones oriental y sur de Australia, en los estados de Queensland, Nueva Gales del Sur, Victoria y Australia Meridional.

Se le reconoce con facilidad por su contextura fornida sin cola, cabeza enorme con orejas redondeadas y peludas y gran nariz en forma de cuchara. Su tamaño varia de 60 a 85 centímetros y su peso su ubica entre los 4 y 15 kilogramos. La coloración de su pelaje oscila del gris plata al marrón achocolatado. Los ejemplares de las regiones septentrionales usualmente son de menor tamaño y de un color menos oscuro que los del sur, por lo que se estima que puedan constituir una subespecie separada, pese a que dicha tesis aún se discute.

Residen en zonas despejadas de arboledas de eucaliptos, cuyas hojas son el elemento de mayor presencia en su régimen alimentario. Puesto que esta dieta proporciona una cantidad insuficiente de nutrientes y calorías, los koalas viven una existencia sedentaria y usualmente duermen hasta veinte horas cada día. Son criaturas con escasa interacción social y apenas evidencian un nexo elemental entre madres y sus crías dependientes. La comunicación entre ejemplares machos adultos consiste de potentes rugidos que infunden miedo a los rivales y sirven para atraer a las hembras.

Los machos demarcan su territorio mediante las secreciones de las glándulas odoríferas localizadas en su pecho. Al igual que los otros marsupiales, al nacer sus crías no se encuentran completamente desarrolladas e inmediatamente se suben al marsupio o bolsa abdominal de sus madres, en la cual se quedan por sus primeros seis o siete meses de existencia.

Los jóvenes son plenamente destetados al alcanzar el año de edad. Cuentan con escasos parásitos y depredadores naturales, pese a que se encuentran amenazados por diversos patógenos y a estar expuesto a infecciones por clamidias y el retrovirus koala. Los incendios forestales y las sequías constituyen otras de las amenazas que enfrenta el koala.

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Hay evidencias de que los aborígenes australianos ya practicaban la caza de estas criaturas y se les ha representado en sus leyendas y arte rupestre desde hace miles de años. El encuentro inicial entre un europeo y un koala del que se tenga referencia tuvo lugar en 1798 y el naturalista George Perry hizo pública una imagen de este animal en 1810.

El botánico Robert Brown redactó en 1814 la primera reseña pormenorizada del koala, pese a que su obra se mantuvo inédita por 180 años. El ornitólogo y artista John Gould dibujó y detalló a estas criaturas, haciendo  conocer a la especie entre la población británica en general y, a través del siglo XIX otros estudiosos ingleses expusieron más detalles acerca de su biología.

En razón de su característico aspecto, se le reconoce a nivel planetario como una de imágenes representativas de Australia, siendo además el símbolo de la fauna del estado de Queensland. Al koala se le cataloga en situación de vulnerabilidad en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.​ El gobierno de Australia igualmente ha calificado poblaciones particulares en Queensland, Nueva Gales del Sur y el Territorio de la Capital como vulnerables en sus estatutos nacionales sobre el medio ambiente.

Al principiar del siglo XX era víctima de cacería en enormes cantidades por parte de los colonos europeos, particularmente por su piel. Su amenaza actual de mayor magnitud es la devastación de su hábitat provocada por la agricultura y la urbanización. Al igual que para el caso de la mayor parte de las especies salvajes australianas, es ilícito mantener koalas como mascotas, tanto en Australia como en cualesquiera otro lugar del mundo.

Etimología

Phascolarctos cinereus es como científicamente se llama a este animal, cuyo género, Phascolarctos, procede del ancestral idioma griego pháskōlos, que significa ‘bolsa’, y ‎árktos, que quiere decir ‘oso’, entretanto que el nombre particular, cinereus, deriva del latín y se traduce  como ‘de color ceniza’.

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El vocablo koala se origina del término ‘gula’, que en lengua dharug (lengua aborigen australiana), significa «no agua». En vista de que raramente se veía a estos animales descender de los arboles, se llegó a pensar entonces que podrían subsistir sin beber agua. Las hojas de eucalipto tienen un gran contenido de agua, por lo que el koala no necesita beberla con frecuencia, pero se pudo demostrar que la idea de que no necesitaban beber agua era un mito. Pese a que la vocal ‘u’ fue escrita en la ortografía inglesa como ‘oo’ (así como coola o koolah) se convirtió a posteriori en ‘oa’, tal vez por error.

Las diversas agrupaciones aborígenes australianas emplean nombres como cullawine, koolawong, colah, karbor, colo, coolbun, boorabee, burroor, bangaroo, pucawan, banjorah o burrenbong para hacer referencia a este animal.​ En razón de su apariencia similar a la de un oso, en ocasiones se le llego a nombrar como «oso koala», particularmente entre los primeros colonos que arribaron a dicha región.

Taxonomía y Evolución

El zoólogo oriundo de Francia Henri Marie Ducrotay de Blainville fue quien primeramente catalogó al koala con la denominación genérica Phascolarctos en 1816,​ aunque resolvió no darle un nombre específico hasta que tuviese lugar otra revisión. Para 1819, el alemán Georg August Goldfuss le designó con el nombre binario Lipurus cinereus pero, puesto que Phascolarctos fue como primeramente fue divulgado, según el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica, éste cuenta con mayor prioridad como denominación científica del género.

El naturalista de Francia Anselme Gaëtan Desmarest planteó a Phascolartos fuscus en 1820, exponiendo que los ejemplares con pelaje de color marrón eran de una variedad distinta a los grises. Entre las otras denominaciones propuestas por autores europeos se encuentran Marodactylus cinereus por Goldfuss en 1820, P. flindersii por René Primevère Lesson en 1827 y P. koala por John Edward Gray en 1827.

El koala está clasificado junto con los wombat (familia Vombatidae) y demás familias ya desaparecidas (como Palorchestes, Thylacoleonidae y Diprotodontidae) en el suborden Vombatiformes del orden Diprotodontia. Los vombatiformes son una agrupación hermana de un clado que incorpora a los macropodiformes (canguros y ualabíes) y pósums.​ Los antecesores de los vombatiformes fueron posiblemente arborícolas,​ y la estirpe evolutiva del koala fue probablemente la primera en ramificarse unos 40 millones de años atrás, a lo largo del Eoceno.

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El koala de la actualidad es el único integrante vivo de Phascolarctidae, familia que en cierto tiempo incorporó a diversos géneros y especies. A lo largo del Oligoceno y el Mioceno, los koalas moraban en selvas y contaban con dietas menos especializadas. Ciertas especies, como Nimiokoala greystanesi y algunas variedades de Perikoala, poseían un tamaño parecido al koala moderno, al tanto que otras, como las del género Litokoala, contaban con un tamaño como de la mitad a dos tercios del actual.​

Al igual que las variedades modernas, los koalas prehistóricos poseían orejas con estructuras bastante evolucionadas, lo que supone un desarrollo de las vocalizaciones a grandes distancias y el sedentarismo en una etapa temprana. A lo largo del Mioceno, el continente australiano empezó a secarse, ocasionando el ocaso de las selvas y la propagación de los bosques despejados de eucaliptos.

El género Phascolarctos se apartó de Litokoala al terminal dicha era​ y sufrió variadas adaptaciones que le posibilitaron subsistir en base de una dieta que se especializó en hojas de eucalipto, como una modificación del paladar hacia el frente del cráneo, un incremento en el tamaño de los molares y premolares, una disminución del tamaño del conducto pterigoideo​ y una más amplia diastema entre los molares y los incisivos.

A lo largo del Plioceno y el Pleistoceno, Australia padeció alteraciones en su clima y vegetación y las variedades de koalas fueron teniendo cada vez un tamaño mayor.​ Phascolarctos cinereus pudo haber surgido como una forma más reducida del koala gigante (Phascolarctos stirtoni). La disminución del tamaño de los grandes mamíferos se considera como un evento frecuente en todo el planeta a lo largo del Pleistoceno Superior y a algunos mamíferos australianos, como Macropus agilis, se les considera tradicionalmente como consecuencia de dicho fenómeno.

No obstante, una investigación de 2008 objetó dicha tesis, señalando que Phascolarctos cinereus y Phascolarctos stirtoni tenían la misma área de distribución desde el Pleistoceno Medio al Superior o inclusive desde el Plioceno.​ Los hallazgos fósiles del koala actual se prolongan al menos hasta el Pleistoceno Medio.​

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Genética y Variaciones

Hay tres subespecies diferentes reconocidas de forma tradicional: el koala de Queensland (P. c. adustus, Thomas 1923), el koala de Nueva Gales del Sur (P. c. cinereus, Goldfuss 1817) y el koala de Victoria (P. c. victor, Troughton 1935).​ Se reconocen por la coloración y grosor de su pelaje, el tamaño de su cuerpo y por la forma del cráneo. El de Queensland es el de menor tamaño de los tres, con un pelaje de menor longitud de color plateado y un cráneo más reducido; el de Victoria es el más grande, con el cráneo mayor y un pelaje de mayor longitud de color marrón.​

Los límites de tales variaciones están establecidos en las mismas fronteras de estos estados y su condición como subespecie aún se encuentra en discusión. Una investigación genética efectuada en 1999 indica que tales variaciones son evidencia de poblaciones diferenciadas que conservan un flujo genético restringido entre ellas y que las tres subespecies conforman una Unidad Evolutivamente Significativa (UES) única.​ Otras investigaciones determinaron que las poblaciones de koalas mostraban elevados niveles de endogamia y poca diversidad genética.

Se pudo observar que en las áreas del norte había una mayor variabilidad genética, entretanto que en las del sur había una menor variabilidad y un más elevado nivel de endogamia, lo que era congruente con ciertas  anormalidades registradas entre otros, en los testículos, en los individuos del sur. A nivel continental se pudieron observar evidentes obstáculos biogeográficos como el valle de Brisbane, el valle de Hunter y el río Clarence, que imposibilitan el flujo de genes entre poblaciones.

Esta poca variabilidad genética puede haber sido una particularidad de las poblaciones de koalas a partir del Pleistoceno tardío.​ Se ha podido demostrar que los ríos y caminos restringen el flujo de genes y coadyuvan a la diferenciación genética de los individuos del sudeste de Queensland. Para 2013, investigadores del Museo Australiano y de la Queensland University of Technology declararon que habían logrado secuenciar el genoma del koala. ​

El genoma de los koalas se encuentra constituido por 16 cromosomas. Los centrómeros son más diminutos en marsupiales que en euterios (como ratones o humanos). El 47,5 % del genoma del koala se compone de secuencias repetidas, el 44 % de estas son componentes trasplantables. En lo referente a las regiones codificantes, se han logrado identificar 6124 genes codificantes para proteínas.

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Características Físicas

Es un animal fornido, con una enorme cabeza y cola poco desarrollada o inexistente.​ Su extensión corporal es de 60-85 centímetros y puede pesar entre 4 y 15 kilogramos,​ lo que lo hace en uno de los más grandes marsupiales arborícolas.​ Los koalas de Victoria tiene un peso dos veces superior a los de Queensland.​ La especie no muestra  un claro dimorfismo sexual, pese a que los machos tienen un 50 % más de tamaño que las hembras; aquellos también se diferencian de éstas por su nariz más curva​ y por contar con glándulas pectorales (que producen excreciones olorosas), que se pueden ver como manchas sin pelo.​

Anatomía y Fisiología

Así como que la mayor parte de los marsupiales, el macho posee un pene bifurcado y la hembra cuenta con dos vaginas laterales y dos úteros independientes.​ La piel de la cual está revestido el pene del macho posee bacterias naturales que tiene un rol importante en la fertilización.​ La boca del marsupio de la hembra puede encogerse mediante un esfínter para impedir que las crías se caigan.

Su pelaje es de más extenso y espeso en la espalda y de poca longitud en el vientre. Las orejas poseen un pelo denso tanto dentro como fuera.​ La coloración de la piel de su espalda cambia de un gris claro al marrón achocolatado,​ entretanto que la del vientre y la de los cuartos traseros es blancuzca.​ El pelaje de su espalda le sirve para estar más eficazmente protegido de la intemperie que los que están los otros marsupiales y tiene mucha resistencia al viento y la lluvia, al tanto que la piel del vientre le permite reflejar la radiación del sol.​

Sus garras, encorvadas y aguzadas, se encuentran bien adaptadas para escalar a los árboles. Sus enormes patas delanteras cuentan con cinco dedos, encontrándose el primero y el segundo en dirección contraria a los otros tres, lo que les posibilita coger pequeñas ramas. En sus extremidades traseras el segundo y tercer dedo se encuentran pegados (algo típico entre los diprotodontos) y las garras de éstos dedos (que aún están separadas) las emplean para el aseo.​ Así como los seres humanos y otros simios, los koalas cuentan con papilas dérmicas en sus patas.​

Posee un esqueleto macizo y un tronco corto y de gran musculosidad, donde sus extremidades anteriores mucho más largas son de gran ayuda a la hora de trepar y aferrarse. Unos vigorosos músculos de los muslos que se fusionan a la tibia en una área más baja que en otros animales les otorgan una fuerza extra a la hora de trepar.​ Cuentan con una almohadilla cartilaginosa al extremo de la columna vertebral que les es de utilidad para sentirse más cómodos al posarse en las ramas de los árboles.​

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Entre todos los mamíferos, el cerebro de los koalas, con tan solo 19,2 gramos de peso, es uno de los más chicos en proporción a su peso corporal, hasta​ un 60 % de menor tamaño que el de un diprotodonto típico.​ La superficie de su cerebro es sumamente llana, rasgo característico de las criaturas más «primitivas» (plesiomorfia).​ Llega a ocupar apenas el 61 % de la cavidad craneal​ y se encuentra presionado contra la superficie interna por el líquido cefalorraquídeo.

Se desconoce cual es el sentido de esta cantidad bastante grande de fluido, aunque es posible que opere como un amortiguador, asimilando los impactos y resguardando al cerebro al momento de llegar a caer de un árbol.​ El reducido tamaño de su cerebro puede ser una adaptación a las limitaciones energéticas que le impone su dieta, que es exigua para sostener un cerebro de mayor tamaño.​

En razón de su diminuto cerebro, la competencia de los koalas para conducir conductas complejas o poco familiares está restringida. Por ejemplo, cuando le son ofrecidas hojas extraídas de un árbol de una superficie plana, el animal no puede adecuarse a la alteración de su rutina de alimentación regular y no las come.​ Su capacidad de oler es normal y hay evidencia de que huelen los aceites de ramas individuales para determinar su probable comestibilidad.​ Su nariz es sumamente grande y está recubierta de piel coriácea.

Sus orejas tienen forma redondeada y le conceden una buena audición y cuentan con un oído medio bastante evolucionado.​ En contraste su visión no es muy eficiente​ y sus ojos no son como los de los otros marsupiales, ya que son sumamente modestos y sus pupilas tienen forma de rendija vertical.​ Para generar sonidos graves emplean un peculiar órgano vocal; que, en contraste, a las cuerdas vocales características de los mamíferos, que se doblan en la laringe, este órgano se localiza en el velo del paladar y se le da la denominación de cuerdas vocales velares.​

Los koalas han sufrido variadas adaptaciones para ajustarse a su dieta basada en hojas de eucalipto, que son de reducido valor nutritivo, elevada toxicidad y alto contenido en fibra alimentaria.​ La dentadura de este animal se compone de incisivos y postcaninos (un solo premolar y cuatro molares por cada mandíbula), que se encuentran separados por una gran diastema (propia de los mamíferos herbívoros).

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Los incisivos los usa para coger las hojas, que luego cortan por el pecíolo con los premolares previamente a pasarlas a los molares, de cúspides prominentes, en los cuales son trituradas en pedazos pequeños.​ Pueden acumular el alimento en sus abazones (bolsas en las mejillas) antes de proceder a su masticación.​ Los molares algo desgastados de los koalas de edad media son perfectos para desmenuzar las hojas en piezas pequeñas, lo que facilita una digestión más eficaz y la asimilación de nutrientes por el intestino delgado,​ donde son digeridas  las hojas del eucalipto que aportan la mayor parte de la energía del animal.​

En ocasiones regurgitan el alimento a la boca para repetir su masticación. En contraste a los canguros y los pósums, que igualmente comen eucalipto, los koalas tienen un sistema digestivo de fermentación caudal (proceso que toma lugar en el intestino grueso) y su contención digestiva tiene una duración de hasta 100 horas en el medio salvaje, y hasta de 200 horas en cautividad.​ Esto ocurre merced a la excepcional extensión de su ciego (200 centímetros de longitud y 10 de diámetro), el cual se considera, de forma proporcional, como el de mayor tamaño de todos los animales.​

Esta anatomía les posibilita escoger qué partículas de alimento conserva para una fermentación más larga y cuáles dejar circular: las partículas grandes usualmente pasan de forma más rápida, ya que requieren de un más largo tiempo de digestión.​ Pese a que su conducto gastrointestinal inferior es, de forma proporcional, mucho más grande que en otros herbívoros, el koala únicamente obtiene el 10 % de su energía mediante la fermentación.

Puesto que obtienen una exigua cantidad de energía de su dieta, la cantidad mínima de energía que necesitan, es la mitad de la de un mamífero típico,​ pese a que ello es variable, ya que depende de la temporada y los sexos. Tienen la capacidad de conservar agua en el cuerpo evacuando bolas fecales casi secas pero abundantes en fibra no digerida y acumulando agua en el ciego.​

Alimentación y Actividad

Los koalas son de alimentación herbívora y, pese a que la mayor proporción de su dieta se compone de hojas de eucalipto, pueden localizarse  en árboles de otras clases, como Acacia, Allocasuarina, Callitris, Leptospermum y Melaleuca.​ Las hojas del eucalipto incluyen elevados niveles de metabolitos secundarios (complejos fenólicos y terpenos) que usualmente son mortales para la mayor parte de los mamíferos.

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No obstante, estos marsupiales pueden metabolizar dichos xenobióticos. Esto se explica por las dos expansiones monofiléticas particulares de la familia 2C del citocromo P450 (CYP2Cs) conseguidas en los koalas. La función del citocromo P450 desempeña un rol esencial en la detoxificación a lo largo de la fase I del metabolismo oxidativo de una variedad de compuestos entre los que están incluidos los xenobióticos.​

Pese a que en su zona de distribución cuentan con follaje de más de seiscientas variedades de eucaliptos, manifiestan una clara preferencia por apenas unas treinta de ellas.​ Usualmente eligen especies que contienen un elevado contenido de proteínas y pequeñas cantidades de fibra y lignina.​ Adicionalmente, escogen aquellas hojas con menor cuantía de metabolitos secundarios tóxicos, merced a que cuentan con un mayor cantidad de receptores en el órgano vomeronasal y receptores del gusto como TAS2R, que les posibilitan reconocer  elementos como terpenos, fenoles y glicósidos, algunos de los cuales son venenosos.

Los follajes que prefieren son los de Eucalyptus microcorys, E. tereticornis y E. camaldulensis, de los cuales se componen en promedio más del 20 % de su dieta.​ Pese a su fama como comensal meticuloso, el koala es más generalista que otras variedades marsupiales, como el petauro gigante. Puesto que las hojas de eucalipto tienen un elevado contenido de agua, no requieren beber con frecuencia;​ su tasa de reposición de agua diaria varia de 71 a 91 mililitros por cada kilogramo de peso corporal.

Igualmente escogen el follaje con mayor contenido de agua, merced a una duplicación del gen de la acuaporina.​ Pese a que las hembras pueden colmar sus requerimientos de agua solo alimentándose de hojas, los machos de mayor contextura necesitan suministros de agua adicional que localizan en el suelo o en las cavidades de los troncos de los árboles.​ Para alimentarse, se sustentan sobre una rama asegurándose con las patas traseras y una pata delantera entretanto que con la otra pata delantera desprenden el follaje.

Los koalas de menor tamaño pueden llegar hasta la punta de una rama, pero los más de mayor tamaño se mantienen próximos a la base de las más gruesas.​ Engullen hasta 400 gramos de hojas cada día, distribuidas entre cuatro y seis tandas de alimentación.​ Pese a sus adaptaciones a una condición de vida de escaso consumo energético, detentan escasas reservas de grasa y requieren alimentarse frecuentemente.​ Ya que obtienen tan poca energía de su alimentación, deben restringir su gasto energético, por lo que solo ejecutan movimientos activos por cuatro horas al día y duermen las veinte horas remanentes.​

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Son preponderantemente activos en las noches e invierten la mayoría de sus horas de vigilia comiendo. Generalmente, se alimentan y duermen en el mismo árbol, en el que se quedan usualmente por un día.​ En días de mucho calor suelen descender a la parte más fresca del árbol, mucho más fresca que el aire que la circunda donde se abrazan al árbol para disipar calor corporal sin tener que jadear.​ En días calurosos suelen descansar con la espalda apoyada de una rama o se echan sobre su estómago o espalda con sus patas colgando.​

En las temporadas frías y húmedas, se enrollan conformando una bola para preservar energía.​ En días de mucho viento, los koalas van en búsqueda de ramas gruesas y bajas sobre las que reposar. Pese a que transcurren la mayor parte del tiempo en los árboles, bajan a tierra para desplazarse de uno a otro, marchando a cuatro patas.​ Generalmente  se acicalan empleando sus patas traseras, aunque en ocasiones utilizan sus patas delanteras o la boca.​

Reproducción y Desarrollo

Se reproducen de acuerdo a la estación y los nacimientos tienen lugar de mediados de la primavera hasta el verano e inicios del otoño, de octubre a mayo. Las hembras en celo propenden a tener la cabeza más atrasada de lo acostumbrado y con frecuencia padecen temblores y espasmos. No obstante, los machos al parecer no reconocer dichas señales y se han contemplado casos en los que montan hembras que no se encuentren en celo.

Al tener un tamaño mucho mayor, los machos pueden obligar a las hembras a aparearse, copulando con ellas desde atrás y, en casos extremos, puede ocurrir que arrojen a la hembra del árbol. La hembra puede emitir gritos y luchar de forma enérgica contra sus pretendientes, pero se supeditará a un macho autoritario o conocido.

Los rugidos y gritos que producen a lo largo del apareamiento pueden llamar la atención de otros machos próximos, lo que fuerza al macho a aplazar el apareamiento y pelear contra los intrusos. Dichas contiendas facilitan que la hembra decida cuál es el dominante.​ Es normal ver cortaduras, cicatrices y marcas en los machos de mayor edad, particularmente en las áreas expuestas de la nariz y en los párpados.​

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La ovulación es provocada, esto quiere decir que, luego del coito, el semen eyaculado del macho hace que la hormona luteinizante (LH) sea producida, induciendo ésta la ovulación en la hembra.​ El lapso de gestación puede durar de 33 a 35 días y las hembras regularmente tienen una única cría.​

Así como todos los marsupiales, las crías viene al mundo estando aún en su etapa embrionaria, pesando apenas de 0,5 a 2 gramos, pese a que ya cuentan con labios, hombros y miembros más o menos bien desarrollados, así como unos sistemas respiratorio, digestivo y urinario operativos. El neonato va arrastrándose hasta el marsupio de su progenitora para proseguir su desarrollo.​ En contraste a la mayor parte de los marsupiales, el koala no asea su bolsa.

La hembra cuenta con dos pezones y la cría se aferra a uno de ellos para amamantarse por todo el tiempo que va a vivir en el marsupio.​ Entre todos los mamíferos, el koala posee una de los más bajos índices de producción energética de leche en relación a su tamaño corporal; para subsanar tal limitante, el lapso de lactación se extiende por un año completo.

Al alcanzar las siete semanas de existencia, la cabeza de la cría empieza a crecer de forma proporcional al cuerpo, se inicia el desarrollo de la pigmentación y puede definirse su sexo, ya que en los machos ya se puede apreciar el escroto y en las hembras comienza a evolucionar el marsupio. Al alcanzar las treceava semana, la cría tiene un peso de 50 gramo y su cabeza ha doblado su tamaño, los ojos empiezan a abrirse y se le desarrolla una piel delgada en la frente, la nuca, los hombros y los brazos.

Al llegar a las 26 semanas la cría ya empieza a parecerse a un adulto, está totalmente recubierta de pelo y ya asoma su cabeza fuera de la bolsa.​ Al acercarse el joven a los seis meses de existencia, la madre comienza a prepararlo para su régimen de eucalipto predigiriendo el follaje y generando una pasta fecal que el joven ingiere de su cloaca. La composición de esta pasta en nada se parece a las heces regulares, pareciéndose más a los contenidos del ciego e incluye una elevada concentración de bacterias.

La cría comienza a alimentarse de esta manera durante casi un mes, obteniendo por medio de esta pasta una fuente complementaria de proteínas entretanto tiene lugar el pase de una alimentación fundamentada en leche hasta una en base a hojas.​ Deja por primera ocasión la bolsa marsupial a los seis o siete meses de existencia, cuando pesa de 300 y 500 gramos, y empieza entonces a explorar su nuevo ambiente de forma cautelosa, agarrándose de su madre como apoyo. Al llegar a los nueve meses supera el kilogramo de peso y empieza a mostrar la coloración de piel de adulto.

Luego de haber dejado de forma definitiva el marsupio, se sube a la espalda de su progenitora para desplazarse y aprende a trepar los arboles aferrándose de las ramas.​ Gradualmente va independizando de su madre, destetándose completamente a los 12 meses, ya pesando unos 2,5 kilogramos. Al volver a quedar la madre preñada, el nexo con su descendencia previa se rompe plenamente y actúa de forma violenta con los recién destetados para que se aparten y se desliguen de ella.​ Las hembras logran su madurez sexual alrededor de los tres años de edad, tiempo en el cual ya pueden resultar preñadas.

En contraste los machos llegan a la madurez sexual cuando alcanzan los cuatro años de existencia,​ pese a que ya pueden generar esperma a los dos años.​ Si bien sus glándulas pectorales ya se encuentran operativas a los 18 meses de edad, los machos no emprenden su conducta de marcaje por olor hasta que logran la madurez sexual.​ Dado que las crías cuentan con un lapso de dependencia prolongado, las hembras usualmente se reproducen en años alternos, aunque si llegan a ser favorecidas por ciertos factores ambientales, como un aporte abundante de árboles productores de alimentos de elevada calidad, puede que se reproduzcan anualmente.​

Salud y Mortalidad

Su existencia se puede prolongar hasta los 13 o los 18 años en el medio salvaje, pese a que los machos usualmente viven menos que las hembras en razón de sus conductas más peligrosas.​ Usualmente sobreviven a las caídas de los árboles y de inmediato se trepan de nuevo, pero se conocen casos en los que pueden padecer lesiones o inclusive perecer, particularmente entre juveniles sin experiencia o cuando ocurren peleas entre los machos.

Cerca de los seis años de existencia, sus molares empiezan a desgastarse lo cual reduce su eficiencia para el masticado. Al pasar del tiempo las crestas de estos dientes desaparecen completamente, ocasionando la muerte del animal debido al debilitamiento por la falta de alimentos.​

Son contados los depredadores del koala. Se sabe que son presa de caza de los dingos y pitones enormes, entretanto que aves de presa como el nínox robusto o el águila audaz puede atrapar a los jóvenes. Regularmente no padecen de parásitos externos, con excepción de las garrapatas en las zonas litorales. Pueden padecer de sarna ocasionada por el ácaro Sarcoptes scabiei y úlceras de la piel por la bacteria Mycobacterium ulcerans, pese a que las dos dolencias son poco frecuentes.

Asimismo no son frecuentes los parásitos internos y de haberlos son normalmente inofensivos. Entre ellos se cuentan el céstodo Bertiella obesa, habitualmente en el intestino, y los nemátodos Marsupostrongylus longilarvatus y Durikainema phascolarcti que se consiguen, con escasa frecuencia, en los pulmones.​ En una investigación que duró cerca de tres años y que se efectuó con unos 600 koalas acogidos en el Australian Zoo Wildlife Hospital de Queensland, el 73,8 % de ellos estaban contagiados con al menos una variedad de protozoos parásitos del tipo Trypanosoma, el más frecuente de los cuales fue T. Irwini.​

Pueden verse aquejados por patógenos como la bacteria Chlamydiaceae,​ que puede ocasionar queratoconjuntivitis, infección de la orina e infección del conducto reproductivo.​ Estas infecciones son usuales en las poblaciones del continente, pero no se producen en ciertas poblaciones insulares.​ El retrovirus koala (KoRV), que pertenece al género Gammaretrovirus, puede ocasionarles el Koala Immune Deficiency Syndrome (KIDS), síndrome parecido al VIH/sida de los humanos.

La proporción de individuos que presentan el KoRV en las poblaciones de koalas muestran una tendencia que señala que se propaga desde el norte hasta el sur de Australia, con las poblaciones del norte totalmente contagiadas, entretanto que algunas del sur (que incluye la isla Canguro) se encuentran libres de este virus.​

Estructura Social

Los koalas son frecuentemente considerados como unas criaturas sumamente perezosas. Puesto que su metabolismo es muy lento, usualmente no hacen nada a lo largo de 18 horas del día. La mayor parte de ese tiempo lo destinan a dormir. Les gusta mantenerse a solas, no siendo el caso cuando una hembra atiende a su cría. La mayor parte de las personas considera al koala como una animal sencillo y tranquilo.

No obstante, se les reconoce por ser muy violentos entre sí, ya que se molestan mucho si otros intentan invadir su territorio. A consecuencia de ello, puede resultar muy cuesta arriba para los koalas jóvenes conseguir su propio espacio. Con frecuencia se muerden y luchan unos con otros. Las hembras jóvenes se quedan al lado de su madre hasta alcanzar el año de existencia. Para ese tiempo se encuentran recién destetadas y les aguarda un arduo camino al depender de sí mismas si no se les ha enseñado cómo subsistir. Los machos, de modo general, permanecen cerca de la progenitora hasta que se aproximan a los tres años de edad.

No deja de ser interesante que sean los mismos koalas los que eligen residir cerca unos de otros. Con apenas uno de ellos en un árbol, a excepción de las madres con sus crías, usualmente son vecinos próximos. No obstante, sienten satisfacción al estar a solas el mayor tiempo posible. Al haber pocos koalas en una zona y gran abundancia de árboles, permanecerán muy cerca unos de otros, ya que se considera que así consiguen consuelo. 

La mayor parte de las interacciones sociales entre estos animales tienen lugar mientras están buscando comida. Al haber más que suficiente, aparentan no mostrar interés en alimentarse en el mismo sitio que los otros. En efecto, prefieren disfrutar de cortos  encuentros y luego se retiran por caminos distintos.

A lo largo de las horas diurnas, el koala opta por ocultarse en los árboles, y existen varios motivos para ello. Como primera razón, de esa manera evitan a los depredadores, como segunda, su cuerpo podría deshidratarse con mucha rapidez si se expone al abrasador sol de Australia. Ellos requieren mantenerse húmedos, por lo que exploran lugares con sombra en los cuales puedan resguardarse al máximo.

Hay distintas clases de llamados que el koala puede efectuar con el propósito de comunicarse. Fuerzan a los sonidos a viajar extensas distancias para de esta manera atraer a su pareja. Ellos emplean bramidos para llamar la atención mientras que con gruñidos se muestran agresivos y advierten cuando desean que los dejen a solas. Las madres con frecuencia usan chasquidos suaves para comunicarse con sus crías, esta es una manera dulce para manifestar el nexo con su hijo, así como para enseñarles cómo sobrevivir.

Al gritar en tono elevado, el koala busca alertar a todos en la zona de que existe un peligro. Pueden mostrar una conducta frenética a causa del estrés adicional e inclusive comenzar a temblar de forma violenta. Este es un comportamiento mediante el cual los koalas procuran conseguir el consuelo de los otros individuos en su derredor. Por este motivo usualmente emiten varios sonidos entre sí para brindar sosiego hasta que el miedo se haya desvanecido.

El estilo de comunicación no verbal que emplean les sirve para marcar los árboles con su particular olor. Los machos poseen enormes grandes glándulas de olor que les posibilita soltar mayores cantidades de su aroma. La explicación de ello se basa en que, de esa manera, se muestran más agresivos. Desde una perspectiva general, la estructura social del koala, además de ser compleja, es digna de interés.

Sociabilidad

Son criaturas con escasa interacción social y destinan apenas 15 minutos cada día a conductas sociales. En Victoria su zona de acción es reducida y muy solapada, entretanto que en el centro de Queensland es de mayor tamaño y de menor solapamiento.​ La comunidad de estos animales al parecer está constituida por «residentes» y «de paso», que se compone mayormente para el primer caso de hembras adultas y por machos para el segundo. Los machos residentes al parecer son territoriales y someten a otros machos con su mayor contextura  corporal.​

Los machos alfa usualmente establecen sus territorios en las cercanías de hembras reproductivas, al tanto que los machos más juveniles actúan de forma subalterna hasta que alcanzan la madurez y un desarrollo corporal pleno.​ Los machos adultos tienden a aventurarse ocasionalmente fuera de su territorio o área de influjo, manteniendo su condición.​ Al trasladarse un macho a un nuevo árbol, lo señala como suyo restregando su glándula pectoral contra el tronco o alguna rama; igualmente se les ha visto en ocasiones orinando en el tronco.

Esta conducta de definición territorial posiblemente sirve para comunicar un mensaje y hay evidencia de que los individuos huelen la base de un árbol antes de treparlos.​ La señalización por olor es usual en los encuentros violentos.​ Las excreciones de las glándulas pectorales son complejas sustancias químicas (en un examen se han reconocido cerca de 40 compuestos) que son variables en densidad y composición ya que dependen de la temporada y la edad del animal.​

Los machos adultos logran comunicarse mediante potentes rugidos, sonidos graves que se basan en inhalaciones similares a los ronquidos y exhalaciones ruidosas que resuenan como gruñidos.​ Se estima que tales sonidos son generados por unos órganos vocales exclusivos de esta especie.​ A causa de su baja frecuencia, estos rugidos pueden llegar a enormes distancias a través del aire y la vegetación.​ Los producen durante cualquier temporada del año, pero particularmente en la época de apareamiento, cuando los emplean para atraer a las hembras y probablemente para intimidar a otros machos.​

Igualmente advierten su presencia a sus vecinos al cambiarse a un nuevo árbol.​ Con estos rugidos señalan su tamaño corporal y pueden exagerarlos,​ ya que las hembras son más atraídas por los rugidos de los machos de mayor tamaño.​ Las hembras asimismo producen rugidos, aunque más sutiles, a los que se agregan gruñidos, gemidos y gritos. Estos llamados son generados cuando se encuentran en peligro y para proferir amenazas defensivas.​ Los koalas jóvenes tienden a chillar al verse en peligro.

Mientras van creciendo, el chillido se transforma en una especie de grito generado tanto cuando sienten angustia como para manifestar agresividad. Al subirse otro individuo sobre él, produce un gruñido bajo con la boca cerrada. Los koalas manifiestan numerosas expresiones con sus rostros. Al gruñir, gemir o chillar, arruga el labio superior y encorva las orejas hacia adelante. Mientras gritan encogen los labios y las orejas. Las hembras echan los labios hacia adelante y empinan las orejas al encontrarse inquietas.​

La conducta a la hora de la lucha usualmente consiste en contiendas entre individuos que se trepan o pasan entre sí, lo que en oportunidades les lleva a mordisquearse. Los machos que no se conocen pueden pelear, acosar y morderse entre ellos.​ En condiciones extremas, un macho puede procurar echar a un competidor más pequeño de un árbol. Esto requiere que el agresor de mayor tamaño ascienda y trate de cercar a la víctima, que buscará escapar de forma rápida eludiéndolo y descendiendo del árbol o desplazándose al extremo de una rama.

El agresor embiste atrapando a la víctima por sus hombros y mordiéndolo de forma reiterada. Toda vez que el individuo más frágil es echado, el triunfador produce un rugido y señaliza el árbol.​ Las hembras gestantes o lactantes son sobre todo agresivas y embisten a los individuos que se aproximan mucho.​ No obstante, en forma general, los koalas se inclinan por evitar conductas agresivas que consuman su energía.​

Ecología y Comportamiento

Las áreas geográficas en las que se encuentra distribuido el koala comprenden cerca de 1.000.000 de kilómetros cuadrados en 30 ecorregiones distintas.​ Se prolongan desde el oriente y suroriente de Australia, donde se incluyen el nororiente, centro y suroriente de Queensland, el oriente de Nueva Gales del Sur, Victoria y el suroriente de Australia Meridional. El koala fue introducido en las cercanías de Adelaida y en algunas islas próximas, como Canguro y French Island.​

Aquellos ejemplares que residen en la isla Magnética representan el límite norte de su zona de distribución.​ Los hallazgos fósiles señalan que su distribución geográfica se prolonga hacia el occidente hasta el suroccidente de Australia Occidental a lo largo del Pleistoceno Superior. Su desaparición en esta área fue provocada posiblemente por alteraciones ambientales y las actividades de caza de los aborígenes australianos.​

En Queensland, las poblaciones de koala se reparten de forma desigual y son poco frecuentes a excepción del suroriente, donde son cuantiosos. En Nueva Gales del Sur únicamente abundan en los bosques de Pilliga, entretanto que son frecuentes por todo el estado de Victoria. En el sur fueron totalmente exterminados en los años 1920 y reintroducidos a posteriori.​

Los koalas pueden localizarse en hábitats que parten desde las forestas más o menos despejadas a los bosques y en entornos climáticos que van del tropical al templado.​ En el caso de climas semiáridos, se inclinan por los hábitats riparios, en los cuales los ríos y arroyos próximos proporcionan cobijo en épocas de sequía y calor extremo.​

Estado de Conservación

En el año 2016 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incorporó al koala en su Lista Roja clasificándolo como especie vulnerable en razón de «la falta de certeza acerca los parámetros destacados de su población y la evidente variación en las tendencias de la población en su amplia área de distribución. La tasa general de reducción del tamaño de la población en los últimos 18-24 años fue calculada en cerca del 28 % por el Comité Científico de Especies Amenazadas (2012), con una tasa sumamente influida por una grave merma en las zonas con mayor exposición a la reciente sequía».​

En el año 2009 los parlamentarios de Australia impugnaron una propuesta para incorporar al koala en la Ley de Conservación del Medio Ambiente y Conservación de la Biodiversidad de 1999.​ Las poblaciones de koalas de Queensland, Nueva Gales del Sur y el Territorio de la Capital fueron calificadas en el año 2012 por el gobierno de Australia como vulnerables en su estatuto nacional del medio ambiente.​

Los koalas de Victoria y Australia Meridional al parecer son abundantes, no obstante, la Australian Koala Foundation señala que la excepción de las poblaciones de Victoria de las disposiciones de protección se fundamenta en la noción errada de que la población entera de koalas es de 200.000, entretanto que ellos consideran que es probablemente inferior a 100.000.​

Los aborígenes de Australia los cazaban como medio de subsistencia. Una técnica usual empleada para atraparlos era colocar un lazo hecho con fibras vegetales al extremo de un palo extenso y delgado, de este modo podían capturar a un animal en lo más elevado en un árbol, adonde no podían ser alcanzados trepando por el tronco. Una vez atrapado con el lazo lo aniquilaban con un hacha de piedra o un waddy, una clase de mazo de madera.​ Para ciertas tribus era tabú despojarles de su piel, al tanto que otras pensaban que su cabeza tenía un condición especial y la guardaban para sepultarla luego.

A inicios del siglo XX era atrapado en enormes cantidades por los colonos europeos, particularmente por su piel gruesa y tersa. Se calcula que más de dos millones de pieles fueron extraídas de Australia en 1924. Su piel se empleaba para elaborar alfombras, cubierta de abrigos, manguitos y como adornos en las prendas de vestir femeninas.​ En Queensland se realizaron sacrificios en masa en 1915, 1917 y 1919, cuando se llegaron a matar más de un millón de koalas por medio de armas de fuego, veneno y trampas.

El lamento popular luego de estas matanzas fue posiblemente la primera problemática ambiental a gran escala que levantó protestas entre los australianos. El escritor y crítico social Vance Palmer publicó una carta en el periódico The Courier-Mail manifestando el sentimiento popular:​

La cacería de nuestro inocente y adorable oso nativo solo se puede llamar barbarie … Nunca ha sido acusado de haber arruinado el trigo del campesino, de alimentarse de la hierba del colono ocupante, o inclusive de diseminar las chumberas. No hay una mala costumbre social que pueda cargársele en su cuenta … No brinda deporte al hombre con arma… Y ha sido casi extinguido de ciertas zonas.

Pese al ascendente movimiento social para darle protección a las especies nativas, la pobreza ocasionada por la sequía de 1926-28 produjo la aniquilación de otros 600.000 koalas a lo largo de una temporada de caza abierta en agosto de 1927.​ En el año 1934 Frederick Lewis, el por ese tiempo Inspector Jefe de Caza en Victoria, expresó que él una vez profuso animal había sido conducido a casi desaparecer en ese estado, lo que supone que solo restaban de 500 a 1.000 individuos.​

Los esfuerzos iniciales que fueron exitosos para la conservación de la especie comenzaron con el establecimiento del Lone Pine Koala Sanctuary de Brisbane y del Koala Park Sanctuary de Sídney en los años 1920 y 1930. El dueño de este segundo parque, Noel Burnet, se transformó en quien primeramente logró la reproducción en cautiverio de los koalas, con lo que ganó fama como primera autoridad contemporánea en este animal.

Para 1934, David Fleay, encargado de conservar los mamíferos australianos en el zoológico de Melbourne, instaló la primera estancia de fauna nativa en un zoológico de Australia, en la que estaba incluido el koala, posibilitándole efectuar un estudio minucioso de su dieta en cautiverio. Fleay prosiguió más adelante con sus empeños por la conservación del koala en el Healesville Sanctuary y el David Fleay Wildlife Park.​

A partir de 1870 los koalas se adentraron en las cercanías de Adelaida y en varias islas próximas, como Canguro y French Island. Su número se ha incrementado de forma considerable,​ pero al no ser las islas lo suficientemente espaciosas como para sustentar una cantidad elevada de ejemplares, el sobrepasto se transformó en un problema.​ En los años 1920, Lewis emprendió un programa de relocalización y rehabilitación a gran escala para trasladar a los koalas, cuyo entorno se había fraccionado o aminorado, a nuevas zonas con la pretensión de retornarlos a su área de distribución previa.

Como ejemplo, en 1930-31, 165 individuos fueron transferidos a Quail Island (Victoria) y, tras un lapso de crecimiento poblacional y ulterior sobrepasto de los eucaliptos en la isla, en 1944 casi 1.300 ejemplares fueron liberados nuevamente en las zonas continentales. La experiencia de traslados de koalas se hizo rutinaria; Peter Menkorst, gerente del estado de Victoria, calculó que de 1923 a 2006 fueron transferidos unos 25.000 individuos a más de 250 lugares del estado.​

A partir de la década de 1990 distintas agencias gubernamentales han procurado restringir su número por medio de sacrificios controlados, pero los comentarios tanto a nivel nacional como internacional han obligado a continuar la práctica de las transferencias y la esterilización en su lugar.​ Uno de los más grandes impactos humanos en el hábitat del koala es el fraccionamiento y devastación de su entorno. En las áreas litorales, el motivo principal es el desarrollo urbanístico, al tanto que en las regiones rurales es la agricultura y la tala indiscriminada de bosques originarios para la elaboración de productos de madera.

Para el año 2000 Australia se encontraba en la quinta posición a nivel mundial por su índice de deforestación, con una poda de 564.800 hectáreas, y de acuerdo a Independent, Australia en 2015 encabezaba la lista en deforestación y desaparición de especies.​ La zona de distribución del koala ha disminuido en más del 50 % desde el arribo de los europeos, en gran parte a causa del fraccionamiento de su hábitat en Queensland.​

Su condición de «vulnerable» en Queensland, Nueva Gales del Sur y el Territorio de la Capital supone que los promotores urbanísticos de estos territorios deben tener presente el probable impacto en esta especie antes de adelantar cualquier plan de construcción.​ Adicionalmente hay que tener igualmente presente que los koalas residen en numerosas áreas protegidas.

Aunque la urbanización puede significar una amenaza para los poblamientos de koalas, estas criaturas pueden subsistir en las áreas urbanas, siempre que estén disponibles suficientes árboles,​ pese a que están expuestos a ser arrollados por vehículos y a las agresiones de perros domésticos, que aniquilan a unos 4.000 ejemplares cada año.​ En tales casos, los koalas heridos usualmente son conducidos  a hospitales de vida salvaje y centros de recuperación.​

En un análisis retrospectivo de 30 años efectuado en un centro de rehabilitación de koalas de Nueva Gales del Sur, se confirmó que el trauma, regularmente como consecuencia de un percance con un vehículo automotor o por agresión de un perro, era la razón más usual de ingreso, secundado por las infecciones por clamidias.​ Los protectores de estos centros tienen permisos especiales, pero solo han de liberar a los animales conduciéndolos de nuevo al medio natural cuando se encuentren bien o, para el caso de las crías, al alcanzar la edad apropiada.

Como en el caso de la mayor parte de las especies salvajes australianas, es ilícito poseer koalas como mascotas, tanto en Australia como en cualquier otro lugar del planeta.​ Uno de los más grandes desafíos que enfrentan son los incendios forestales, primordialmente debido a sus lentos desplazamientos y lo inflamable que son los árboles de eucalipto.​ El koala busca de forma instintiva cobijo en las ramas más elevadas, en las cuales es vulnerable al calor intenso y a las llamas. Los incendios forestales igualmente fraccionan su hábitat, lo que limita su movimiento e implica la reducción de la población y la pérdida de variabilidad genética.

La deshidratación y el sobrecalentamiento igualmente pueden ser letales.​ Por lo que, el koala asimismo es vulnerable a las consecuencias del cambio climático. Los modelos de cambio climático para Australia pronostican climas más calurosos y secos, lo que hace suponer que la zona de distribución del koala se achicará en el oriente y el sur transfiriéndose hacia entornos más templados y húmedos.​ Las sequías igualmente impactan el bienestar del koala.

Por ejemplo, en razón de una severa sequía en 1980 numerosos árboles de eucalipto perdieron sus hojas, lo que a posteriori ocasionó que el 63 % de la población del suroccidente de Queensland pereciera, particularmente los animales jóvenes que fueron repelidos de los principales sitios de alimentación por los koalas de más edad y dominantes, siendo la recuperación ulterior de la población sumamente lenta.​

Más adelante, esta población se redujo de un promedio calculado de 59.000 ejemplares en 1995 a 11.600 en 2009, una merma imputada en gran medida a las condiciones más calurosas y secas como efecto de las sequías que tuvieron lugar de 2002 a 2007.​ Otro pronostico negativo del cambio climático es la consecuencia del ascenso de los niveles de CO2 atmosférico en el aporte de alimentos para el koala, ya que el aumento de estos niveles ocasiona una disminución de proteínas en los árboles de eucalipto e incrementa la concentración de taninos en sus hojas, lo que aminora la calidad de la casi única fuente de alimentación de estas criaturas

Historia de los Koalas

La referencia inicial escrita acerca del koala fue documentada por John Price, un auxiliar de John Hunter, gobernador de Nueva Gales del Sur. Price consiguió un «cullawine» el 26 de enero de 1798 en una excursión a las Montañas Azules,​ pese a que su descubrimiento no fue hecho público hasta casi un centenar de años más adelante en Historical Records of Australia.​ En 1802, el expedicionario francés Francis Louis Barrallier consiguió al animal al regresar de cacería sus dos guías aborígenes trayendo dos patas de koala con el propósito de comérselas.

Barrallier preservó estos apéndices y los remitió junto con sus notas al sustituto del gobernador Hunter, Philip Gidley King, quien a su vez los mandó al naturalista inglés Joseph Banks. Como ocurriera con Price, las notas de Barrallier no fueron hechas públicas hasta 1897.​ Un artículo acerca de la primera captura de un «koolah» con vida fue publicado en The Sydney Gazette en agosto de 1803.​ Algunas semanas más adelante, James Inman, astrónomo del explorador y cartógrafo Matthew Flinders, adquirió un par de muestras para remitírselas a Joseph Banks a Inglaterra, las cuales reseño como de una criatura «con algo más de tamaño que el waumbut» (wombat).

Estos hallazgos llevaron a King a encomendar al artista John Lewin para que dibujara unas acuarelas del animal. Lewin pintó tres láminas, una de las cuales se transformó a posteriori en un grabado que fue reproducido en The Animal Kingdom de Georges Cuvier (publicado por vez inicial en 1827) y en distintas obras europeas acerca de historia natural.​ La imagen inicial publicada de un koala fue mostrada en la obra de historia natural Arcana de George Perry en 1810.​

Perry lo denominó «New Holland Sloth» (el perezoso de Nueva Holanda) ya que pudo apreciar similitudes con los mamíferos arborícolas de Centro y Sudamérica del género Bradypus. Su menosprecio por el koala, bastante claro en su reseña del animal, era característico de la postura británica preponderante a inicios del siglo XIX acerca del primitivismo y extrañeza de la fauna de Australia:​

… el ojo se ubica como en el del perezoso, muy próximo a la boca y la nariz, lo que le da una aspecto raro, incapaz y falto de elegancia … hay poco en su temperamento o apariencia que pueda ser de interés para el naturalista o el filósofo. No obstante, como la naturaleza no aporta nada en vano, se puede suponer que inclusive estas criaturas ineptas y sin sentido están eruditamente destinadas a ocupar uno de los enormes eslabones de la cadena de la naturaleza de la vida…

El científico Robert Brown fue el primero en desarrollar una reseña científica pormenorizada del koala en 1814, fundamentada en un ejemplar hembra atrapado en las cercanías de lo que hoy en día es Mount Kembla en la zona de Illawarra (Nueva Gales del Sur). El dibujante botánico austríaco Ferdinand Bauer delineó el cráneo, la garganta, los pies y las extremidades del animal. No obstante, la obra de Brown paso inadvertida y sin ser publicada, ya que sus textos de campo y notas quedaron en su poder hasta su fallecimiento, cuando fueron cedidos al Museo de Historia Natural en Londres.

Dichas notas no fueron reconocidas sino hasta 1994 (los dibujos de Bauer no fueron hechos públicos hasta 1989).​ El cirujano inglés Everard Home incorporó ciertos detalles del koala en base a testimonios del explorador William Paterson, que había hecho amistad con Brown y Bauer a lo largo de su estancia en Nueva Gales del Sur.​ Home, quien en 1808 hizo público su informe en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society,​ otorgó al animal la denominación científica Didelphis coola.​

El naturalista y conocido artista inglés John Gould dibujó y reseño a esta especie en su libro de tres volúmenes Los mamíferos de Australia (The Mammals of Australia, 1845-1863) y la dio a conocer tanto a otros integrantes de la comunidad faunística de Australia como al público inglés en general.​ El anatomista comparativo Richard Owen, en una sucesión de publicaciones acerca de la fisiología y anatomía de los mamíferos de Australia, exhibió un artículo acercan de la anatomía del koala a la Sociedad Zoológica de Londres.​

En dicha obra, mencionada en numerosas oportunidades, daba a conocer la primera reseña cuidadosa de su anatomía interna e indicaba su semejanza estructural general con el wombat.​ El naturalista británico George Robert Waterhouse, conservador de la Sociedad Zoológica de Londres, fue quien primero clasificó de forma correcta al koala como marsupial en los años 1840. Waterhouse reconoció semejanzas entre éste y sus parientes fósiles Diprotodon y Nototherium, que habían sido hallados algunos años antes.

Por su lado, Gerard Krefft, conservador del Museo Australiano de Sídney, logró identificar los mecanismos evolutivos en su obra al equiparar al koala con sus parientes remotos en el libro Los mamíferos de Australia. El primer koala con vida arribó a Europa en 1881, adquirido por la Sociedad Zoológica de Londres. De acuerdo a lo narrado por el procurador de la sociedad, William Alexander Forbes, el animal pereció de forma accidental al no poderse liberar de la pesada tapa de un lavabo que le cayó encima.

Forbes sacó provecho de este percance para analizar el cadáver de este ejemplar hembra, del cual obtuvo detalles anatómicos precisos de su sistema reproductor, cerebro e hígado, partes no reseñadas anteriormente por Owen, que únicamente tuvo acceso a muestras conservadas.​ El embriólogo de Escocia William Caldwell, famoso en los círculos científicos por describir el mecanismo reproductor del ornitorrinco, reseño el desarrollo uterino del koala en 1884,​ empleando la nueva información para localizar de forma convincente el lapso evolutivo del koala y los monotremas.​

Enrique de Gloucester, cuyo padre fue el soberano  Jorge V del Reino Unido, acudió al Koala Park Sanctuary de Sídney en 1934 y se manifestó «muy interesado en los “osos”»;​ su foto conjunta con Noel Burnet, creador del parque, y un koala, fue mostrada en The Sydney Morning Herald. Luego de la Segunda Guerra Mundial, al iniciarse el aumento del turismo a Australia y empezar a ser exportadas sus especies animales a los zoológicos de otros naciones, la popularidad del koala se vio incrementada en todo el planeta.

​Tal popularidad llevó a tomarse fotografías con estas criaturas a varios dirigentes políticos e integrantes de las familias reales, como la reina Isabel II del Reino Unido, el príncipe Enrique de Gales, el príncipe Naruhito y la princesa Masako Owada, el papa Juan Pablo II, los presidentes de Estados Unidos Bill Clinton y Barack Obama, el presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, el presidente de Sudáfrica Nelson Mandela,​ el primer ministro de Australia Tony Abbott o el presidente de Rusia Vladímir Putin.​

Significado Cultural

Es un animal popular en todo el globo y una gran atracción para los parques naturales y zoológicos de Australia. Ha hecho su aparición en anuncios publicitarios, juegos, caricaturas animadas y muñecos de peluche.​ Es de gran ayuda para la industria turística de Australia. Una investigación efectuada en 1997 demostraba que únicamente en 1996 significó unos ingresos de más de un millar de millones de dólares y unas nueve mil plazas de trabajos directas con un cálculo de ingresos de 2,5 mil millones para el año 2000,​ números que han crecido desde entonces.​

Para 1997, el 50% de los turistas que fueron de visita a Australia, particularmente los de Corea del Sur, Japón y Taiwan, acudieron a zoológicos y parques naturales y una cantidad cercana al 75 % de los turistas de Europa y Japón situaban a los koalas en lo más elevado de sus preferencias de animales que anhelaban contemplar.​ De acuerdo al científico Stephen Jackson: «Si tuviese que realizar una encuesta acerca de que animal es el que más asocian con Australia, es una apuesta sumamente segura de que el koala se colocaría de forma marginal por delante del canguro».

​Entre las circunstancias que mantienen esta popularidad que se ha sostenido a través del tiempo se encuentran su corporalidad infantil y su apariencia de osito de peluche. El koala conforma parte de las historias del Tiempo del Sueño y la mitología aborigen de Australia. El pueblo tharawal era de la creencia de que esta criatura había contribuido a remar en la embarcación que los trajera al continente.​ Otra leyenda relata cómo una tribu asesinó a un koala y empleó sus prolongados intestinos para elaborar un puente para gentes de otros lados del mundo. Dicha narración resalta la condición del koala como una criatura de caza para la cultura aborigen al señalar la extensión de sus intestinos.​

Diversos relatos cuentan de cómo perdieron su cola; en uno de ellos, un canguro se la corta para reprenderlos por ser holgazanes y glotones.​ Las tribus de Queensland y Victoria lo estiman como un animal sabio y procuraban su consejo. Las personas que hablaban la lengua bidjara pensaban que los koalas eran los encargados de transformar tierras áridas en bosques frondosos.​ Con frecuencia se les ve representados en petroglifos, aunque no mucho como otras variedades animales.​

Los colonos europeos que primeramente arribaron a Australia lo estimaban como un animal merodeador parecido a los perezosos con una «mirada fiera y desafiante».​ A inicios del siglo XX, el prestigio del koala se tornó más positivo, en gran medida a causa de su creciente popularidad y su presencia en numerosas historias infantiles muy divulgadas.​ Se muestra en el texto de Ethel Pedley Dot and the Kangaroo (1899), en el que es representado como el «gracioso oso nativo».

El artista Norman Lindsay presentaba a un koala de aspecto más humano en las tiras de la publicación The Bulletin, que empezaron en 190. Dicho personaje igualmente hizo presencia como Bunyip Bluegum en el texto de Lindsay de 1918 The Magic Pudding.​ Aunque quizás el koala de ficción más célebre sea Blinky Bill, figura creada por Dorothy Wall en 1933 que se mostró en varios libros y ha sido protagonista de filmes, series televisivas, sellos postales, peluches y una canción dedicada al medio ambiente de 1986 del músico country de Australia John Williamson.

​El sello postal de Australia que por primera ocasión llevó a un koala fue emitido por la Commonwealth en 1930.​ Una campaña de publicidad para televisión de la aerolínea nacional de Australia, Qantas, que fue iniciada en 1967 y permaneció por varias décadas, incorporaba a un koala vivo (en la voz del actor Howard Morris) que se lamentaba de que Australia tuviese demasiados turistas y termina diciendo «Detesto a Qantas».​ Esta campaña fue catalogada en su tiempo como una de las mejores publicidades televisivas de toda la historia.​

Aparece en la insignia de la fauna del estado de Queensland.​ En la canción «Ode to a Koala Bear» se muestra en el lado B del disco sencillo de 1983 de Paul McCartney y Michael Jackson Say Say Say.​ Un koala es la figura principal de la serie de dibujos animados de los años 1980 The Kwicky Koala Show de Hanna-Barbera y Noozles de Nippon Animation. Hay cuantiosas golosinas con figura de koala,​ y el puente de Dadswells en Victoria cuenta con un complejo turístico en forma de koala enorme.​ El equipo de rugby de los Queensland Reds cuenta con un koala como su mascota.

Hay numerosas monedas en las que se muestran koalas, como la australiana «Platinum Koala», que exhibe esta criatura en el reverso y a la reina Isabel II en el anverso.​ Como personaje opuesto a este manso herbívoro, el folclore contemporáneo de Australia creó el drop bear, una figura ficticia que exhibe una versión depredadora y carnívora del koala. Acerca de esta criatura imaginaria se relata generalmente en los cuentos fantásticos diseñados para espantar a turistas en pueblos rurales y que se reseñan como animales desigualmente enormes y atroces que viven en las copas de los árboles y agreden a personas distraídas u otras presas que pasan por abajo, arrojándose sobre ellos.

Los Koalas y las Relaciones con Humanos

La gran mayoría de los humanos considera que el koala es una criatura digna de ser amada, no obstante otros creen que es aburrido y bobo. Puesto que los koalas permanecen sin moverse o reposando por casi 18 horas al día, no hay gran interés en estudiarlos. En la actualidad numerosas personas habitan en zonas próximas al hábitat de los koalas y esto ha ocasionado que los mismos hayan sido víctimas de ataques de perros.

Ciertas personas llegan a preocuparse de que sus mascotas puedan verse contagiadas de alguna enfermedad como resultado de estas peleas. De ser éste su caso, entonces usted debería vacunar a su perro como medida preventiva. El trazado de carreteras que atraviesan los bosques en los cuales moran los koalas ha provocado que muchos de ellos mueran o sufran heridas graves. Esto sucede sobre todo en las noches, cuando salen a buscar alimentos, y al no poder atravesar con rapidez dichos caminos son arrollados por los automóviles.

A ciertas personas les encanta la idea de tener como mascota a un animal exótico. Poseerlos no es algo legal en la mayor parte de los países, pero aún así hay personas que los acogen. Aquellos que adoptan a un koala como mascota se exponen a riesgos ya que estas criaturas pueden comportarse de forma agresiva. Hay fuertes penas para quienes  abiertamente no cumplen la legislación al respecto y tratan de tenerlos como animales domésticos.

A inicios de los años 1900 millones de estos seres fueron aniquilados con el propósito de transformar sus pieles en bellos abrigos para los humanos. Los rasgos de la piel de los koalas se consideraban formidables para tales fines ya que, además de ofrecer un agradable aspecto, proporcionaban cierto grado de calidez. Al cambiar las tendencias de la moda, el mercado para esta clase de abrigo empezó a mermar. De haber proseguido igual, se estima que los humanos hubiesen provocado la completa desaparición de la especie koala.

El koala es una criatura que al parecer no contribuye en gran medida al estilo de vida de los humanos o al ecosistema de los animales en su derredor. Es por ello que numerosas personas en verdad no reflexionan dos veces antes de talar los árboles en los cuales viven los koala. Se inclinan por usar dichas tierras para la agricultura, la minería y para el desarrollo de urbanismos.

Lo que desconcierta en gran medida es que el gobierno de Australia no toma acciones legales al respecto. Han señalado la ilegalidad de su caza, pero aún así no se cumplen con rigurosidad las leyes y las personas prosiguen exterminándolos sin recibir castigo alguno. Al koala no se le considera como amenaza alguna para los seres humanos y no hay informes de personas que hayan sido agredidas por ellos. A ellos es a quienes parece no serles de importancia si extinguen a esta especie para siempre o no.

Una parte importante de las tierras en las cuales se localizan estos animales son propiedad privada. El gobierno en vez de adquirir tales espacios y brindarles protección, se coloca del lado del propietario permitiéndoles hacer lo que quieran en ellas. Existen distintas leyes vigentes para la protección del koala de acuerdo al lugar de Australia en el cual vivan. Todo esto lleva a la confusión y a la frustración, pues sus números continúan reduciéndose de forma considerable.

Igualmente es cierto que cuantiosas personas adoran a los koalas y se involucran en variados programas de conservación para mantenerlos con vida. No desean ver que pierden su hábitat o tener inconvenientes para procurar sus alimentos y les desagrada la idea de que solo puedan subsistir en cautividad. Los koalas no nacidos en cautividad pueden en algún momento sentirse muy estresados si son forzados a este tipo de existencia. A consecuencia de ello pueden enfermarse o rehusar el alimento, ocasionado su muerte por inanición.

El Koala: un Inocente Marsupial en Peligro de Extinción

La emblemática criatura del litoral oriental de Australia es una de los más afectadas por los incendios de las últimas semanas. Los incendios forestales que aquejan distintas áreas de Australia han quemado en algo más de dos meses cinco millones de hectáreas, un área comparable a la sumatoria de las extensiones totales de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Sumado a las pérdidas humanas y al deterioro de viviendas e infraestructuras, el fuego están ocasionando una calamidad ambiental sin antecedentes.

Entre las variedades animales que se vieron afectadas por las llamas se encuentra el koala (Phascolarctos cinereus) uno de los marsupiales australianos más representativos y amenazados. Es difícil estimar cuanto totalizaron  las pérdidas, pero en una de las áreas más aquejadas, la isla Canguro (frente al litoral de Australia meridional, al suroccidente de Adelaida) puede haber perecido la mitad de los 50.000 koalas registrados.

Reconocimiento

En Nueva Gales del Sur se estima que se han extinguido en apenas un mes unos 3.000 ejemplares, casi un tercio de la población calculada de 8.000 de estas criaturas, de acuerdo a lo reseñado a La Vanguardia por el portavoz de Greenpeace Australia Pacífico (agencia regional de esta agrupación ecologista internacional). Deborah Tabart, dirigente de la Australian Koala Foundation, ha reiterado en testimonios para este periódico desde Brisbane que las llamas están afectando áreas de gran importancia para la sobrevivencia de los koalas, particularmente en la franja de la costa oriental del país.

En recientes semanas han sido trasladados “numerosos koalas a los hospitales para animales, pero esta cifra no es nada al comparársele con los que han fallecido en los incendios”, señala entristecida la igualmente conocida como la mujer koala, reconocida en el 2008 con la Medalla de la Orden de Australia (OAM) en agradecimiento por su “aporte para la protección y manejo de los koalas y su hábitat, y por sus servicios a Australia y al mundo entero”.

Ha pasado un año desde que Tabart fue criticada por algunos investigadores y medios de comunicación por haber asegurado que los koalas se hallaban “funcionalmente en desaparición”. “Se encontraba alarmada [por los koalas] entonces y lo sigo hoy aún más ”, recalca Tabart a La Vanguardia. La calificación del riesgo que aqueja a la sobrevivencia de los koalas, en cualquier caso, se mantiene vigente.

Problema General

La lista roja de especies animales bajo amenaza, que maneja la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cataloga desde el 2014 al koala en cualidad de “vulnerable”, pero merced al efecto de los incendios puede justificarse que en corto tiempo esta particular especie ocupe la categoría más preocupante, es decir, la de “en peligro”.

“Los koalas ya se encontraban en riesgo previo a la crisis de los incendios forestales ya que su entorno natural y sus fuentes de alimentos han estado disminuyendo de forma drástica en los últimos años en razón del desarrollo urbanístico y la deforestación. En Nueva Gales del Sur, por ejemplo, al koala se le considera vulnerable a la extinción según la ley de Conservación de la Biodiversidad que se aprobó en el 2016”, de acuerdo a lo que señala el portavoz de Greenpeace Australia Pacífico.

El rol de las administraciones públicas de Australia y de sus dirigentes políticos en la coyuntura de los incendios forestales ha sido extensamente criticado en recientes semanas, más allá de la deplorable resolución del primer ministro Scott Morrison de irse algunos días de vacaciones a Hawái, al mediar diciembre, entretanto gran parte de su país luchaba contra las llamas.

Además de tener presente que el gobierno de Australia ha sido hasta hoy día uno de los más notorios opositores a adelantar iniciativas para implementar el acuerdo de París, los investigadores y agrupaciones ecologistas afirman ahora que ni el koala ni su entorno natural se encuentran lo suficientemente protegidos a nivel gubernamental.

Cifras Insuficientes

“Nuestras autoridades gubernamentales [de Australia como un todo y de los distintos territorios] deberían sentirse avergonzadas de la manera en que han gestionado los hábitats de los koalas”, asegura Deborah Tabart. Procurando  recuperar la credibilidad con la que ya no cuentan, el pasado 6 de enero del 2020 el primer ministro Scott Morrison informó acerca de una inversión extraordinaria de un monto de 1.243 millones de euros a lo largo de los dos siguientes años para reconstruir viviendas, infraestructuras y espacios naturales que resultaron deteriorados por los incendios.

El presupuesto notificado puede ser de importancia, pero si se tiene presente que el fuego ha incinerado cinco millones de hectáreas, resulta de tal división apenas 2 euros de inversión por hectárea y por año. Entretanto las autoridades aún no aportan respuestas satisfactorias, los organismos no gubernamentales y gran parte de la comunidad científica encabezan los esfuerzos por comprender los efectos de esta calamidad y emprender la búsqueda de soluciones a largo plazo.

Propuesta Singular

Como parte de uno de los proyectos surgidos en las últimas semanas, un grupo de la Universidad de Newcastle (Australia) que dirige Ryan Witt ha señalado la necesidad de activar un programa que implique el congelamiento del material genético de koalas. La preservación de tejidos y células germinales de individuos de esta representativa especie de distintas áreas de Australia favorecería las investigaciones acerca de sus enfermedades, en particular de la clamidia, y las propuestas de reproducción asistida en cautiverio en caso de ser necesario este procedimiento en el futuro.

En un ensayo publicado en The Conversation, los seis investigadores de Newcastle señalan que si la pérdida de población de koalas mantiene el ritmo sostenido en los últimos incendios, “y los modelos climáticos advierten que será así o inclusive peor, podríamos dejar de contar con una diversidad genética que ya no podríamos sustituir”. La problemática no es solamente que los incendios ocasionen una pérdida significativa de la cantidad de koalas, sino que las poblaciones sobrevivientes se encontrarán más fraccionadas y aisladas, con el riesgo de una mayor consanguinidad y el incremento de enfermedades hereditarias, precisa el equipo de Ryan Witt.

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