El verano ha convertido gran parte del paĆs en un polvorĆn: la combinación de calor extremo, vientos y sequedad ha disparado los incendios forestales hasta niveles pocas veces vistos en dĆ©cadas.
Con cifras provisionales que ya apuntan a un rƩcord, las emergencias trabajan sin respiro entre desalojos, interrupciones de transporte y un despliegue inƩdito de medios estatales y europeos para contener las llamas.
Balance y datos clave de la temporada
Las estimaciones del sistema europeo EFFIS sitúan la superficie afectada en alrededor de 348.000 hectÔreas desde el 1 de enero, una cifra que supera la marca de 2022 (algo mÔs de 306.000) y consolida esta campaña como la mÔs dura desde 2006 en su serie. Son datos dinÔmicos que se actualizan con observación satelital y pueden variar.
El salto ha sido abrupto: del 5 de agosto a mediados de mes se pasó de unas 47.000 a casi 350.000 hectĆ”reas, con los peores dĆas coincidiendo con la ola de calor, tormentas secas y rachas de viento que reactivaron focos ya perimetrados.
El Ministerio para la Transición Ecológica, con estadĆsticas mĆ”s depuradas y retrasadas, estimaba 138.788,97 hectĆ”reas hasta el 10 de agosto (solo masa forestal, sin cultivos), y ya anticipa que el cómputo crecerĆ” sensiblemente cuando se incorporen las Ćŗltimas jornadas.
En contexto histórico, estas cifras quedan por debajo de los mĆ”ximos de los 80 y 90, cuando se superaron en varias ocasiones las 400.000 hectĆ”reas anuales, con un rĆ©cord de 484.000 en 1985. Aun asĆ, el balance de este verano vuelve a niveles que no se veĆan desde hace tres dĆ©cadas.
En el marco europeo, EspaƱa encabeza la superficie quemada en lo que va de aƱo; Portugal figura como segundo paĆs mĆ”s afectado con algo mĆ”s de 216.000 hectĆ”reas, tambiĆ©n bajo un episodio prolongado de calor.
Zonas mƔs afectadas y el operativo en marcha

La mayor presión se concentra en Galicia, Castilla y León y Extremadura, con varias decenas de focos activos en distintos momentos, miles de personas evacuadas y un balance de cuatro fallecidos, tres de ellos bomberos, según fuentes oficiales.
En Galicia, Ourense se lleva la peor parte con mĆ”s de 45.000 hectĆ”reas arrasadas (mĆ”s de 48.000 en el conjunto gallego). El incendio de Chandrexa de Queixa āresultado de la unión de varios frentesā ha superado las 16.000 hectĆ”reas y figura entre los mĆ”s extensos de la comunidad.
En León, los fuegos de Llamas de Cabrera y Barniedo de la Reina han mostrado un comportamiento anómalo que dificulta su perimetración. El incendio de Anllares del Sil obligó a desalojar los siete pueblos del Valle de Fornela, con humaredas densas que complicaron el uso de medios aéreos.
En Extremadura, el incendio de Jarilla (CÔceres), con unas 15.500 hectÔreas estimadas, se ha convertido en uno de los mÔs graves de su historia y llegó a amenazar el entorno de Plasencia. En paralelo, el fuego ha dañado enclaves culturales como Las Médulas (León), obligando a evacuaciones y dejando castaños centenarios arrasados.
El impacto tambiĆ©n ha alcanzado a las comunicaciones: el AVE Madrid-Galicia llegó a interrumpirse por incendios en Ourense, mientras varias carreteras se mantuvieron cortadas por la cercanĆa de las llamas en distintos puntos.
El dispositivo estatal incluye a la UME con alrededor de 1.400 militares en ataque directo y otros 2.000 en apoyo, ademĆ”s de unos 450 medios entre aĆ©reos y terrestres. En Galicia operan unos 500 efectivos de la UME, junto a brigadas BRIF, Guardia Civil y PolicĆa Nacional. A travĆ©s del Mecanismo Europeo de Protección Civil han llegado aviones cisterna de refuerzo, en lo que las autoridades describen como un apoyo internacional sin precedentes.
Desde el Ejecutivo central se han anunciado declaraciones de zonas afectadas por emergencia para facilitar ayudas y se ha reclamado lealtad institucional y coordinación entre administraciones. El presidente ha propuesto ademÔs un pacto de Estado ante la emergencia climÔtica para reforzar prevención, respuesta y reconstrucción.
Causas, riesgos y lo que piden los expertos

Este episodio llega tras una primavera muy lluviosa que dejó abundante vegetación, seguida de olas de calor excepcionales ācon tramos de hasta 16 dĆasā que secaron el combustible fino y favorecieron la sequĆa Ā«flashĀ», segĆŗn especialistas en incendios forestales.
El factor humano sigue siendo determinante: mÔs del 80% de los incendios se originan por acciones humanas, ya sea por negligencias o intencionalidad, en un contexto de vigilancia compleja y condiciones meteorológicas que disparan la propagación.
El abandono rural y los cambios en el paisaje han generado continuidades de combustible que facilitan la expansión del fuego. Pese a los cortafuegos y dispositivos tradicionales, los incendios extremos desbordan con facilidad las barreras cuando coinciden calor, viento y baja humedad.
Los expertos piden virar de un modelo centrado en la extinción a otro que priorice la prevención: gestión forestal y del paisaje durante todo el año, quemas prescritas y mosaicos agroforestales, reactivación del mundo rural como cortafuegos vivo, profesionalización continua y sanciones disuasorias.
Organizaciones como Greenpeace reclaman que el pacto de Estado sea vinculante, con financiación estable, mejoras en la fiscalidad forestal, rendición de cuentas y participación ciudadana, priorizando a las personas en situación de vulnerabilidad.
Con los incendios aún activos y riesgo alto o extremo en amplias zonas según Aemet, la prioridad pasa por proteger vidas y bienes, mantener el esfuerzo de extinción y acelerar la prevención estructural y la reconstrucción para reducir el impacto de una realidad que, a tenor de lo vivido este verano, ha llegado para quedarse.
