Metaliteratura, metadiario, autoficción, autobiografía, novela… va a ser complicado. El mal de Montano es muchas cosas y, por encima de todo, una de las mejores obras de Enrique Vila-Matas, un libro donde poco es lo que aparenta ser. Puro artificio literario al más puro estilo Vladimir Nabokov.
Reseña de El mal de Montano, de Enrique Vila-Matas
El mal de montano también es el nombre de la nouvelle (novela corta) que finaliza en la página 95 y que ha sido escrita por el narrador que nos acompaña el resto del libro.
- Vila-Matas, Enrique (Autor)
El mal de Montano también es la enfermedad que padece el hijo, un escritor ágrafo trágico, que aparece en dicho escrito. Y por último, el mal de Montano también se refiere al mal que padece el protagonista, Rosario Girondo: una terrible obsesión por la literatura, una sobredosis de pensar literario, de “hablar en letras”, que le visita en todas las situaciones de la vida. Hasta cuando se bebe un Cacaolat, su particular magdalena proustiana.
Pero, entonces, ¿qué es el Mal de Montano?
Nefasta empresa la de pretender etiquetar en pocas palabras todo un artefacto literario. Si no hubiese más remedio, se podría decir que El mal de Montano es un diario escrito por capas. No, mejor, una matrioska literaria (ya sabes, esas muñecas rusas que contienen pequeños clones). Mejor aún, una matrioska invertida, pues a más que leemos, mayor es la panorámica de la novela, la amplitud de miras y la totalidad del conjunto. Del invento.
En el primero de cinco capítulos leemos el diario privado de un crítico literario viudo que va a Nantes para visitar a su hijo y animarle en su triste etapa de escritor falto de inspiración. Conoce a algunos seres singulares, siendo el vampírico Tongoy el más memorable. Celebra el fin del milenio en Valparaíso, y en las islas Azores conoce a un escritor siniestro.
En el segundo tramo, se nos cuenta que todo lo de antes es mentira, que sólo es un relato escrito a base de imaginación y algunas pinceladas de autobiografía. El narrador, Rosario Girondo, no tiene hijos, sí esposa. Tongoy existe, aunque su personalidad difiere bastante de lo dicho. Sí que ha viajado a Chile, aunque por menesteres completamente distintos, etc.
“De nada sirvió —borrachos en la noche no tenían alma— que tratara de hacerles ver y comprender que la trama de El mal de Montano exigía que el narrador —que no había que confundir conmigo—necesitara encarnarse en la literatura misma.”
En un sagaz guiño más perceptible en la relectura del libro, al poco de arrancar, el escritor nos regala una confesión del juego al que nos va a someter en el libro. En la segunda página se lee una cita de William Faulkner: “Una novela es la vida secreta de un escritor, el oscuro hermano gemelo de un hombre”, y sigue el narrador: “Quizás la literatura sea eso: inventar otra vida que bien pudiera ser la nuestra, inventar un doble”.
¿Acaso no es esta frase un buen resumen de la bibliografía entera del autor de París no se acaba nunca?
Como Vila-Matas (como en Dublinesca y tantos otros), el tal Rosario Girondo es un barcelonés nacido en 1948 obsesionado por la literatura. Alguien que encuentra más intensidad en la lectura que en la vida (y esto lo declara el propio Enrique en casi cada entrevista), a medida que avanzamos tenemos la sensación de que hay cada vez menos ficción y más verdad en las tristes confesiones del narrador.
El mal de Montano es un ejemplo más de ese jugueteo de espejos al que nos tiene tan habituados este Conde Drácula de la narrativa (si le llamamos así es porque él mismo en la novela confiesa su parecido, o quizás no era él, hmmm), una trampa deliciosa donde toda ficción es sospechosa de ser cierta.
El mal de Vila-Matas Montano: pasión por la literatura y los escritores
¿Por qué decimos que esto es un metadiario? No contento con escribir un diario ¿ficticio? sobre una novela basada en un diario, buena parte del libro consiste en un “Diccionario del tímido amor a la vida” donde el narrador repasa los escritos personales de, entre otros, Robert Walser, Franz Kafka, Paul Valéry, André Gide y Robert Musil, para comparar sus vidas y pensamientos y hacer acopio de los paralelismos que cree encontrar con su atormentada y errática existencia personal.
Por el camino, Vila-Matas nos regala un nutrido saco de frases para el recuerdo sobre el sufrido, pero hermoso, oficio del escritor. Mucho cuidado porque este libro merece la distinción, sin duda se la ha ganado, de ultrasubrayable.
“Escribir es una forma de hablar sin ser interrumpido.” Jules Renard
“Entonces, te agarras a lo que tienes más cerca: hablas de tu mismo. Y al escribir de ti mismo empiezas a verte como si fueras otro, te tratas como si fueras otro: te alejas de ti mismo conforme te acercas a ti mismo.” Justo Navarro
“Escribir es como drogarse, se empieza por puro placer, y acabas organizando tu vida como los drogados, en torno a tu vicio.” António Lobo Antunes
Con libros como El mal de Montano uno entiende mejor el porqué de esos encuentros públicos con Paul Auster.
A lo mejor nos pasamos de la raya cuando decimos que hay mucho de esta novela en la estupenda (y posterior) Invisible del estadounidense. Ese libro donde leemos sobre una relación incestuosa a través de distintos narradores, con un interesantísimo uso de los saltos en el tiempo y de la primera, segunda y tercera persona a través de narraciones insertadas de distintos personajes, en el cual incluso hay un homenaje al mismísimo Vila-matas. Por cierto, ¿cuánto de La trilogía de Nueva York (similar juego de perspectivas y personajes, año 1985) habrá en Vila-Matas?
De renovadores de las letras como David Foster Wallace, en definitiva, es de lo que estamos hablando.
Plumas que buscan nuevas perspectivas, giros frescos, estirar la noción de lo que se lee. Mentes que juegan a husmear en nuevos rincones de la percepción. La muerte de la literatura, otro tema de sombra alargada en todos los libros del catalán, queda cada vez un poco más lejana con escritores como Auster y Vila-Matas. Con libros como El mal de Montano.
- Vila-Matas, Enrique (Autor)
Enrique Vila-Matas, El mal de Montano
Debolsillo, Barcelona 2002
299 páginas | 10 Euros