Economía del bien común ¡Conoce sus principios!

La economía del bien común es una propuesta de cada vez mayor calado en el panorama financiero internacional. Examinemos aquí brevemente sus principios básicos y características.

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La economía del bien común: Definición e historia

La economía del bien común (Gemeinwohl-Ökonomie según el concepto original en alemán) ha constituido desde su aparición en 2010 la insinuación, primero tímida y luego firme, acerca de un posible orden económico que busque una vía diferente a las propuestas antes conocidas.

Su creador, el ecléctico austriaco Christian Felber, literato, bailarín, sociólogo y economista a partes iguales, ha procurado encontrar un sistema empresarial que sostenga la capacidad de producción autónoma de las compañías en general mientras se les inyectan los valores éticos que nuestra cultura considera básicos.

Como buen bailarín, Felber danza en sus teorías justo entre el capitalismo de mercado más tradicional y la economía planificada por el Estado propia de sistemas socialistas. Su enfoque radica en buscar un camino de centro que solucione en gran medida una contradicción fundamental que existe entre la ética expresada en las distintas constituciones del mundo entero y la lógica de la ganancia competitiva propia de las grandes empresas.

Los valores de la dignidad humana, la democracia, la sostenibilidad ecológica, la solidaridad o la justicia social han sido respetadas, según su percepción, como nociones en la mayoría de las instituciones humanas, excepto en la economía empresarial, basada únicamente en la competencia por el lucro.

Se deben hacer entrar esos valores en este universo financiero mediante fuertes incentivos para provocar cambios cualitativos de envergadura en nuestro mundo contemporáneo. Así podría movilizarse el objetivo de las empresas de la ambición por amasar fortunas a cualquier costo hacia el objetivo de colaborar con el bien común.

Aunque la Economy for the Common Good, según su popular nombre en inglés, empezó a difundirse únicamente desde Austria, Alemania y Suiza, pronto se ha extendido su influencia por toda la Unión Europea, toda América, Asia y África. Numerosas organizaciones, universidades y ciudades han adoptado los ideales del bien común financiero en sus territorios y cientos de empresas han comenzado a integrar sus métodos y principios. Explicaremos algunos de ellos a continuación.

Si tienes un interés especial por todo lo relacionado con la sensibilidad social desde el universo de las empresas, tal vez te resulte de provecho visitar también este otro artículo de nuestra web dedicado a la responsabilidad social empresarial y su significado. ¡Sigue el link!

Principios y métodos

Toda actividad económica sirve al bien común. Así reza la Constitución de Baviera y es uno de los artículos legales que Felber ha utilizado para hacer crítica de los valores que movilizan al mercado empresarial moderno.

Las empresas han acabado por ver el dinero como el objetivo mismo de su actividad en lugar de verlo como el medio de su tarea por el bien común, incluso cuando los mismos textos legales de la mayor parte del mundo indican lo contrario. Es así hasta el punto que las empresas miden su desempeño exclusivamente mediante el beneficio financiero. Los países, de forma equivalente a nivel macro, también miden su estado en función del PBI (Producto Interno Bruto).

El problema es que no muchas cosas quedan reflejadas en este examen a nivel ético. El estatus miserable de los trabajadores del tercer mundo queda silenciado, las violaciones de Derechos Humanos por un régimen gubernamental no se exponen, los desastres ecológicos quedan enterrados.

Es por ello que este nuevo modelo propone la instauración de un balance paralelo, el balance del bien común. En esta medición se incorporan todos los elementos acallados en el balance de beneficios: el nivel de compromiso de la empresa con la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la solidaridad con distintas causas sociales y el talante democrático en la manera como se conducen las decisiones de la compañía.

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Por supuesto, este balance tiene teóricamente mucha relación con incentivos económicos, cruciales para que verdaderamente se implementen estas nuevas medidas. Se plantea que las empresas que apliquen el balance del bien común y puedan extraer un buen puntaje de las revisiones por un órgano idealmente independiente, tendrán beneficios importantes en cuanto a impuestos reducidos, menos aranceles, mayor oportunidad de contrataciones públicas, créditos a menor costo y posiciones privilegiadas en compras.

Las empresas que, por el contrario, no apliquen el balance ético o saquen un puntaje bastante bajo en todos sus ítems, serán recompensados negativamente con más aranceles, más impuestos y menores oportunidades de compras, crédito y contrataciones.

De esta manera se crean las condiciones para que sólo las empresas conscientes de su impacto social y ecológico puedan llegar hasta la cima del éxito, reduciendo la capacidad de movimiento de las compañías de costumbres o sistemas de energías sucias o muy mejorables, forzándolas a cambiar o desaparecer en el mercado.

Otras propuestas y consecuencias

El modelo de Felber también propone un manejo de excedentes distinto al acostumbrado, sin usarlos para compras hostiles de otras organizaciones, financiamiento de partidos políticos o bonos inmerecidos a personas ajenas a la empresa.

Los excedentes se utilizarán sólo para inversiones de temática social y/o ecológica, devolución de créditos, el otorgamiento de créditos a otras empresas o bonos especiales para los trabajadores, recibiendo como recompensa el fin del impuesto al beneficio empresarial.

Otra propuesta es poner un techo determinado, establecido por asambleas económicas, a los ingresos y patrimonios excesivos, redirigiendo los excedentes para formar un fondo financiero para nuevas generaciones, contribuyendo a erosionar la desigualdad económica inicial en los emprendimientos.

El establecimiento de una moneda global para el comercio internacional, la utilización de la tierra dirigida por motivos ecológicos, reducción del horario de trabajo a cerca de 30 horas semanales y la concesión de un año sabático pago cada diez años de trabajo forman parte de las otras sugerencias, polémicas por demás, de este sistema.

Se supone que varias de estas medidas aplicadas juntas tendrán como efecto el cese de la obsesión por crecer y devorar vorazmente a la competencia, creando un futuro de numerosas empresas pequeñas basadas en la cooperación mutua en cuanto a tecnología y conocimientos. Un panorama más pacífico y justo, al menos en teoría.

En el siguiente vídeo, el mismo Christian Felber explica en una charla TED en España su propuesta básica, con mucha más elocuencia de la que nosotros podríamos tener en este breve artículo. Hasta aquí nuestro texto sobre la economía del bien común, una propuesta que el mundo deberá indudablemente considerar. Hasta pronto.


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