El Kintsugi es un arte japonés que va mucho más allá de arreglar objetos rotos. Trata de revalorizar esos objetos, de hacerlos más bellos y de apreciar las cicatrices que han quedado. Este arte tan especial donde belleza y corazón se une, tiene cada vez más adeptos.
En este artículo queremos hablar de qué es el kintsugi desde todas las perspectivas que tiene, desde lo material a lo inmaterial, desde las cicatrices del cuerpo a las cicatrices del alma.
¿Qué es el Kintsugi?
La palabra japonesa kintsugi se traduce en «unir con oro» y se trata de una técnica antigua nipona para la reparación de objetos cerámicos rotos. Esta reparación salta la barrera de la utilidad de arreglar un objeto y aborda una filosofía interesante de fondo. Este arte, por tanto, no consiste meramente en arreglar los objetos rotos sino que abraza la historia de esos objetos y las imperfecciones que esa historia ha ido dejando en ellos. Al mismo tiempo, trasforma una debilidad (la rotura) en algo fuerte desde el punto estético y moral.
No solo es un método de reparación, es una filosofía en sí que invita a que todos piensen y valoren sus propias cicatrices, porque están ahí y no debemos esconderlas. Las cicatrices debemos mostrarlas y resurgir con ellas como un ave fénix. Cada vez más fuertes, cada vez más bellos. Todo esto promueve una visión positiva de la vida, donde debemos celebrar cada cosa que nos ocurre, cada oportunidad de aprender algo nuevo. Por que al igual que la cerámica reparada nuestras propias cicatrices pueden mostrarse bellas y embellecernos mostrando nuestra experiencia y riqueza como ser humano.
¿Cómo practicar el arte del kintsugi?
Lo primero que necesitamos para practicar este arte es un objeto cerámico roto, si tenemos algún objeto de valor sentimental que este roto mucho mejor. Sino siempre podemos romper algo para practicar. Como método de unión de las diferentes piezas se utiliza una mezcla de resina y polvo de oro, plata o platino. Al unir las piezas no solo estaremos reparando el objeto sino estaremos resaltando las cicatrices dejadas por la rotura y posteriormente reparadas. Estas grietas y daños se convierten en algo estéticamente bello, un elemento visualmente atractivo que confiere al objeto un valor añadido.
Aquí reside la gran diferencia respecto a reparaciones convencionales donde se pegan las piezas o incluso donde se disimula el roto. El kintsugi no quiere disimular la rotura, quiere resaltarla, quiere mostrar las imperfecciones como muestra de la historia del objeto, cicatrices dignas para ser mostradas y apreciadas.
La filosofía detrás del arte
La filosofía detrás de este peculiar arte está basada en los principios del wabi-sabi, donde se valora la belleza de lo imperfecto, lo transitorio y la experiencia. Esta visión nipona del mundo, nos invita a reflexionar sobre aquellas cosas que dejan en nosotros cicatrices, experiencias dolorosas que no se pueden ni deben simplemente ocultar o borrar. Unas experiencias que nos hacen crecer como personas y aprender, surgiendo la fortaleza de lo que en principio era una debilidad.
Esta filosofía es realmente interesante para el momento actual que nos toca vivir, donde se busca la perfección en la belleza, rostros sin arrugas ni imperfecciones, por ejemplo. Un momento donde la vida parece que nos ha tocado debe ser perfecta o por lo menos dar la apariencia de ser perfecta: viajes, hijos modélicos, pareja ideal y un largo etcétera.. que podemos encontrar en las redes sociales. Todas esas cosas que se publican pero que en realidad son más apariencia que otra cosa.
Además, el kintsugi enseña la importancia de la resiliencia y la capacidad de volver a levantarse o volver a renacer. En lugar de ver un objeto roto como algo que ha perdido su valor, con este arte ese objeto comienza una nueva vida, una nueva historia a partir de la antigua y de las cicatrices que esta dejó. Cada grieta dorada es una historia de fragilidad y de fortaleza. Algo de nuevo fácilmente extrapolable a la vida actual.
La práctica del kintsugi en la actualidad
El arte del kintsugi hace años que saltó la frontera de Japón, extendiéndose por diferentes países. Ha ganado reconocimiento entre distintas culturas donde su filosofía resuena en busca de un enfoque positivo de la vida, de la imperfección y de la resiliencia.
Este arte lo practican artistas y diseñadores, pero también entre gente amateur, donde la técnica conlleva una carga importante en campos como la psicología, la filosofía, el arte y el diseño. Ya no solo la cerámica está implicada en el kintsugi, sino que la filosofía de reparación salta a otros campos y materiales.
Si te animas tu también a probar este arte, es posible que encuentres una forma de relajarte mientras la metodología artística de reparar los objetos mostrando sus cicatrices como si fueran joyas cala en un alma poco a poco, impregnándola de la filosofía que acompaña a cada reparación.