Descubre la cultura Zenú, características y localización

Ubicados en los valles de cuatro importantes ríos Sinú, San Jorge, Magdalena y Nechí, la Cultura Zenú fue en su momento una de las más evolucionadas de las tierras colombianas. ¡Conozca detalles interesantes de esta antigua cultura indígena!

CULTURA ZENÚ

La cultura Zenú 

La cultura Zenú o Sinú, es nativa de las tierras que hoy conforman parte de la nación colombiana. Su territorio se ubicaba exactamente entre los valles de los ríos Sinú y San Jorge y la costa caribeña adyacente al Golfo de Morrosquillo, hoy  Córdoba y Sucre.

Etimología

El término Zenú, parece estar relacionado con el nombre que los nativos de estas tribus dieron le dieron al río Sinú. Por otro lado, también se asocia a los diferentes nombres asignados a las regiones en las que se dividió este territorio previo a la llegada de los europeos: Finzenú, Panzenú y Zenufana.

Sumado a todo esto el asentamiento más importante y poblado de esta cultura, ubicado cerca de una gran masa de agua llamada la ciénaga de Betancí en Finzenú, siendo conocido como Zenú.

Lamentablemente los documentos escritos por los cronistas españoles del siglo XVI no hacen algún tipo de referencia o aclaratoria sobre el origen del nombre de esta antigua cultura, por lo que es difícil determinar si fue un nombre designado por los europeos o realmente los indígenas se autodenominan Zenúes.

En fechas posteriores al 1550, cuando los españoles instalados en el nuevo continente comenzaron la repartición y organización de los nativos en encomiendas, una figura o institución que agrupaba a los aborígenes como mano de obra no voluntaria.

En los diferentes documentos de este tipo de organizaciones no se especificaba la cultura o tribu a la cual pertenecía el nativo, sino que se les asignaba el nombre del encomendero para el cual eran obligados a trabajar. Muchos de estos pueblos les llamaron por el nombre del líder o cacique encargado de entregar los tributos a los extranjeros.

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Historia de la cultura Zenú

Su existencia se remonta al 200 antes de Cristo y se estima que su desaparición casi total fue hacia el 1600 después de Cristo. Las crónicas del nuevo mundo escritas por los españoles en el siglo XVI, mencionan muy poco sobre la historia de la cultura Zenú, sin embargo, si reseñaron sobre los que aún existían, sus costumbres, ubicación, actividades económicas, etc.

Los Zenú realizaron grandes obras para la administración del agua, pero destacaron en la producción de piezas en oro, que posteriormente eran enterradas con los difuntos y que atrajo la atención de muchos. Estas personas en el corazón de la zona caribeña colombiana, ubicados justamente entre los ríos Sinú y San Jorge, desde hace cientos de años, vieron desaparecer su legado e irrespetar descaradamente sus tradiciones.

Las tumbas de esta cultura antigua fueron saqueadas y sus objetos funerarios robados de manera inescrupulosa. Los Zenú entendieron que tristemente sus ancestros y difuntos estaban a la deriva, teniendo que valerse por sí mismos, sin los preciados objetos que eran útiles en el paso al otro mundo.

La cultura ya estaba en declive previo a la aparición de los conquistadores europeos, pero con la presencia de estos, casi desapareció en su totalidad.

Antes de la conquista

Esta zona del territorio colombiano fue un lugar concurrido donde hacían vida gran variedad de grupos étnicos. En el caso de la sociedad Zenú, esta se dividió en ciento tres cacicazgos, repartidos en tres provincias que mantenían constantes intercambios, sobre todo en el aspecto económico. Estas fueron:

  • Finzenú, localizada en las zonas sobre el río Sinú. Estos grupos destacaban en la elaboración de cestas, estera y otros objetos semejantes, también al tejido.
  • Panzenú, comunidades que ocupaban los terrenos sobre el río San Jorge, encargados de cosechas y la producción de alimentos en general.
  • Zenufana, era la provincia que se localizaba entre los ríos Cauca y el Nechí, se dedicaron principalmente a la orfebrería.

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Después de la conquista española

Hacia el siglo XV, según las crónicas españolas, la organización política de los Zenúes no existía, sobreviviendo dos cacicazgos. En 1533, el conquistador Pedro de Heredia fundó el puesto fortificado Cartagena de Indias. Al darse cuenta del valor estratégico de una costa de aguas profundas para los puertos de barcos, la ciudad comenzó a prosperar como un puerto esclavo y un punto de apoyo para la conquista del Nuevo Mundo por la Corona española.

La proximidad de Zenú a los depósitos de metales de gran valor las profundidades del corazón tropical del río Magdalena Medio, los hizo presa fácil para los merodeadores. Estas comunidades pasaron a ser encomiendas y hacia el siglo XVIII se erigieron las diferentes ciudades que se ubican aún en esta región.

Posteriormente hacia el siglo XIX, llegan los misioneros, se establecieron haciendas de ganado y se mantiene una incesante explotación de los recursos que pertenecían al territorio que originalmente fue de los indígenas.

  • Comunidades de los valles fluviales

Los Zenú previo a la conquista ya experimentaban un descenso en su población, aún por razones que no tienen una explicación precisa.

Estas comunidades habitaban en zonas más altas en las adyacencias de Ayapel, Montelíbano y Betanci, siendo descubiertas por los conquistadores en sus exploraciones a través del río Sinú. Cada una de las provincias en la época de la conquista tenía sus líderes establecidos y su organización social:

  • El valle de Sinú se llamaba Finzenú, capital, Zenú: gobernado por una mujer, conocida como Totó. Su lugar sagrado más importante y el camposanto donde reposan los restos de los dignatarios estaba en Zenú, cerca del pantano Betanci.
  • Panzenú, situada en la cuenca de San Jorge, tenía como capital y centro político Ayapel, su gobernante fue conocido como Yapel.
  • Zenufana, situada entre los ríos Cauca y Nechí, lugar donde se produjo el oro, era regida por Nutibar.

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El Jefe Zenúfana, fue considerado una figura mítica, que gobernó toda el área baja del Cauca y Nechí, organizando todo el territorio del Gran Zenú en los aspectos políticos, económicos y religiosos.

Esto se mantuvo antes y durante la época de la conquista, promulgando leyes y normas que estuvieron vigentes hasta que fueron ubicados por los foráneos y Pedro de Heredia invadió su nación.

  • Zenúes en las montañas de San Jacinto

Los grupos de nativos de estas zonas estaban muy relacionados a las actividades de la orfebrería, el comercio y la pesca, habitando hacia las zonas de las montañas de San Jacinto y en las riberas del río Magdalena, antes y durante la época de la conquista.

Entre las diferencias más significativas con respecto a los Zenúes de las tierras bajas, estaba el uso de túmulos funerarios y cementerios. Sus difuntos reposaban en grandes recipientes enterrados debajo del suelo de sus viviendas. Los orfebres de esta área usaban aleaciones de oro, con cobre en abundancia, para objetos y piezas de uso masivo y común.

Generalmente tenían una apariencia dorada a pesar del cobre, para esto se sometían a un procedimiento de calentamiento químico, que disuelve el cobre de la superficie y dejaba la pieza dorada. Sin embargo, este color solía desgastarse con el tiempo y la pieza exhibía un tono cobre oxidado.

Entre las piezas más comunes encontrabas: aretes circulares y semicirculares, anillos y aros, figuras de personas con lujosos atuendos, cabezas, campanas y algunos seres de la vida silvestre. Sus actividades continuaron aun después de la conquista, sin embargo, cuan su nación fue encontrada e invadida, gran parte de las piezas desaparecieron y la orfebrería también.

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Declive de la cultura Zenú

El mundo de los nativos Zenú cambió para siempre cuando los primeros europeos llegaron en sus barcos para cartografiar y explorar esta costa remota. Vieron en estas costas la posibilidad de un importante puerto marítimo en las Américas y la posibilidad de innumerables riquezas en sus tierras.

Hacia 1533, época en que se fundó la ciudad de Cartagena de Indias, los europeos no tuvieron dudas acerca de toda la riqueza detrás de los entierros indígenas ubicados hacia la zona del río Sinú. Organizaron múltiples viajes exploratorios, que tenían como principal objetivo el saqueo de los túmulos funerarios.

Con la llegada de los europeos y la invasión a la nación Zenú, la colonización de su territorio y el dominio de las tribus fue un hecho, sometidos a impuestos excesivos, organizados como mano de obra obligada para el trabajo forzado y las enfermedades que llegaron con los invasores de occidente, la población Zenú disminuyó de manera alarmante y con ella fue desapareciendo toda su cultura.

Hacia 1773 el Rey de España ordenó que unas ochenta y tres mil hectáreas en San Andrés de Sotavento, fueran reserva Zenú, sin embargo, esto desapareció en 1905 por disposición de la Asamblea Nacional de Colombia.

Desde entonces la población nativa existente luchaba por la restauración de esta reserva, trámite que dio frutos en 1990, cuando San Andrés de Sotavento ostento nuevamente este título.

Sin embargo la disposición sólo abarcaba una superficie de diez mil hectáreas, que posteriormente fueron un poco más de veinte mil, donde residen unos treinta mil habitantes que aún intentan conservar la antiguas tradiciones.

Lenguaje de los Zenúes

Este pueblo amerindio, hablaba la lengua Guajiba o Guamacó originalmente, en la actualidad sus descendiente usan el español como idioma.

Culminando el siglo XVIII el Guamacó se hablaba en las comunidades conocidas como Cereté y el alto San. No obstante la corona española prohibió el uso de los diferentes dialectos indígenas hacia 1770, siendo esta la causa de su total extinción.

De esta antigua lengua sobrevive solo algunos nombres propios de los lugares geográficos, la flora, la fauna  y algunas palabras de su lenguaje coloquial propio de la costa-sabana. La lengua de la cultura Zenú a partir de la conquista española fue desapareciendo progresivamente, hasta el punto que se consideró un idioma extinto.

Sin embargo, el Ministerio de Cultura colombiano afirma que en la actualidad existe cerca de un 14% de individuos domina esta lengua nativa, estando en un gran riesgo de extinción total. En la actualidad existen programas y proyectos destinados a recuperar este dialecto.

Organización social

Cuando los conquistadores españoles descubrieron las tierras zenúes, estos se dividían en tres provincias o cacicazgos, el Panzenú en la zona del San Jorge, el Zenúfana en los valles de Henchí y del bajo Cauca y el Finzenú en los valles del medio y bajo Sinú.

Las comunidades eran lideradas por un cacique, ya sea hombre o mujer. Este se encargaba de regir y controlar la sociedad Zenú, en todas las áreas.

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A pesar de que cada cacicazgo tenía un jefe, sin embargo, los grupos mantenían un intercambio constante, sobre todo en el aspecto económico, pues los productos de unos, eran requeridos por los otros y mediante el intercambio todos podían obtener aquello que necesitaban y no producían.

Los jefes tenían diversas responsabilidades en todas las áreas de la vida de la comunidad. Deberes políticos, religiosos y económicos, por ejemplo: castigar y sancionar en las situaciones que lo ameriten, dar solución a los inconvenientes y conflictos de la población, otorgar su permiso para las uniones matrimoniales, etc.

Las aldeas zenúes eran conformadas por casa de grandes dimensiones, organizadas y aseadas. Eran construidas sobre las terrazas o andenes, sobre el nivel de las aguas. Cuando alguno de sus líderes fallecían, eran enterrados en estas terrazas, sus cuerpos ricamente ataviados con joyas y piezas de oro, según el cargo que ostentan, mientras más alto el rango mayor era la indumentaria y mayor la altura del montículo.

La jerarquización es matrilineal, es decir la descendencia se define por la línea materna, pero igualmente muchos aspectos dependen y giran en torno al hombre, por ejemplo, las familias residen en el hogar paterna.  Era permitida la exogamia, es decir la unión matrimonial entre individuos de diferentes razas.

La mujer en la cultura Zenú

En esta antigua cultura, las mujeres tenían un papel importante dentro de la sociedad, representando la fertilidad, la sapiencia y el respeto.

Por esta razón en las expresiones artísticas no es difícil encontrar personajes de género femenino. Elaboradas comúnmente en arcilla estas figuras eran agregadas a los diferentes objetos que se reunían en las tumbas, como representación de la fertilidad de los seres humanos y los suelos.

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Colocar estas pequeñas imágenes en las tumbas se asociaba a la concepción y el renacer, por supuesto en el otro mundo, tal como las semillas en la tierra que germinan y crecen.

Las ceremonias fúnebres son importantes para la comunidad, por lo tanto, es muy común que todos asistan aportando música y danza para la ocasión. El montículo que se realiza sobre la tumba de forma redondeada generalmente intenta imitar el vientre materno, lugar donde transcurre el embarazo, hasta el parto. Este se corona con un árbol al que se adorna con campanas doradas, colocadas en cada rama.

En los funerales las mujeres y hombres con autoridad en la comunidad utilizaban unos petos dorados, emblema de la virilidad del sexo masculino y la etapa de gestación de la mujer. La concepción y el nacimiento eran muy importante dentro de la cultura Zenú, razón por la que las mujeres eran muy importantes en la vida social y política de esta sociedad.

Hacia el siglo XVI, cuando los conquistadores encuentran a los Zenúes, una de las provincias y centro religioso conocida como Finzenú, era liderada por Toto, quien tenía a su cargo una número considerable de comunidades cercanas.

Economía

Las tierras ocupadas por los zenúes contaban con fuentes de aguas sumamente importantes en toda esta área de la costa caribeña, por lo que el desarrollo económico y cultural de aquellos que hacían vida en sus riberas era prometedor, suscitando actividades que resultaron fundamentales para su subsistencia, como: la agricultura y la pesca.

Los zenúes desarrollaron diferentes actividades económicas, destacando en algunas específicamente.  Unas de las principales y más importantes es la agricultura, cultivando productos fundamentales en su dieta como el maíz, ají, yuca, frijoles, auyama y ñame. Entre las frutas más cosechadas y consumidas están la patilla, melón, mango, corozo, guayaba y guanábana.

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Otra de las actividades económicas de la cultura Zenú es la pesca. Los diferentes tipos de pescado, la babilla o caimán y la tortuga hicotea, eran productos importantes en cada hogar. En muchas comunidades la cría de tortugas se practicaba en pequeñas cantidades.

Destacaron también en el tejido y la cestería, por lo que se aseguraban de mantener la cosecha de algunos tipos de palmas, gramíneas y bejucos, destinados a la elaboración de artesanías y trabajos de construcción. Se destacaron por realizar hermosas y útiles piezas trenzada o tejidas en fibras extraídas de las plantas. Sombreros, cestos y canastos, abanicos, esteras, bolsos, floreros, entre otras cosas, eran tejidas para el uso diario y el intercambio comercial.

En la actualidad estos objetos aún se elaboran con fibras de caña flecha y napa, muchas piezas emblema de las tierras colombianas y que nacieron de la antigua cultura Zenú, son exportados a otras fronteras. El sombrero vueltiao por ejemplo es un accesorio emblema de la nación colombiana, siendo propio de las sabanas caribeñas, especialmente de Córdoba, Sucre y Bolívar.

Se elabora con fibra que se obtiene de la palma de caña flecha, planta que además se utiliza para cercar las viviendas, elaborar flechas de pescar y como ornamento. La fibra se coloca al sol para que pierda la humedad y quede completamente seca, tornándose de un color crema muy claro, casi blanco.

Una vez seca la fibra, se oscurece con fango, para tejer el sombrero en dos colores. Entre los tipos de tejido encontramos las llamadas pintas de araña, pechito de grillo, etc. Originalmente las tiras para las terminaciones de las orillas del sombrero la realizaban los niños, contribuyendo así al trabajo y aprendiendo la tradición.  Existen comunidades que se destacaron además por el tejido de grandes y maravillosas hamacas, en amplios telares.

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En algunas comunidades se practicaba la cacería de roedores pequeños conocidos como picures o sereques y algunas aves acuáticas como el cormorán y varios tipos de pavas.

Mitología y religión 

Las creencia de la cultura Zenú se centran como en otras culturas originarias en seres superiores creadores del cosmo, el mundo y todos los seres vivos. En este caso los nativos zenués afirmaban que al principio de los tiempos todo era soledad, silencio y frío, solo existían dos deidades, considerados los dioses creadores.

Estas figuras divinas creadores de todo lo que conocemos, incluso los primeros zenúes que habitaron en el Gran Zenú, fueron llamados Mexion, muy parecido a los zenúes físicamente, pero resplandeciente y brillante, su compañera era Manexca, una diosa con un solo seno, de gran hermosura.

Al igual que muchas culturas aborígenes antiguas, el nativo Zenú veneraba y rendia honores a la naturaleza y a su gran poder. Consideraban que la vida en la tierra era un regalo y la muerte se esperaba sin temores y con buen ánimo, pues en el más allá el espíritu no tenia obligaciones con un cuerpo físico y por lo tanto la vida en el otro plano era tranquila y placentera.

Por otro lado la muerte era un tema de mucha importancia y trascendencia para esta sociedad, se veía como un momento normal en la vida de cualquier ser humano, teniendo como costumbre exaltarla con las ceremonias y celebraciones necesarias, sobre todo para encaminar el alma del difunto.

En una vivienda zenú no era extraño encontrar una especie de mezzanina o entrepiso realizado en madera o zarzo para colocar bien sujeto un ataúd.  Resulta para muchos por estos días, algo extraño y un poco desagradable guardar en casa un cajón o urna, pero esto era parte de la cotidianidad Zenú, pues es normal encontrarlo como parte de los ornamentos y enseres del hogar.

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Nunca se sabe cuándo la muerte toca la puerta, por eso están preparados. La caja o ataúd se consideraba de uso público y se prestaba a quien lo necesitara en un momento de apuro. Por supuesto el ataúd será posteriormente elaborado con las especificaciones similares al que fue recibido en préstamo, como señal de respeto y agradecimiento a la familia que generosamente lo prestó.

La persona fallecida se colocará dentro del ataúd, bien acomodado, con los ojos y boca cerrada, pues una posición o gesto inadecuado implica que el alma quede vagando, pueda llevarse a un familiar o esté penando por algo inconcluso o inadecuado que ocurrió en su entorno más cercano.

Estando el cuerpo colocado correctamente en el cajón, sus allegados lo pasean por su casa y las zonas cercanas, para que recuerde esos lugares y “recoja sus pasos en este mundo”. La urna suele transportarse en hombros de los amigos y familiares más cercanos, quienes luego de hacer el recorrido por la vivienda del fallecido, se llevaba al lugar donde sería enterrado.

Posteriormente con la adopción de las creencias cristianas y la mezcla de estas con las antiguas creencias, antes de acudir al lugar del entierro, se pasa por la iglesia. En la casa del difunto la familia coloca una especie de altar, que será decorado con flores, algunas velas, un vaso con agua y algodón. De ese vaso se dice, tomará agua el espíritu del fallecido los nueve días del novenario, para despedirse definitivamente de este mundo.

Para llevar el ataúd al lugar del entierro se organizan dos filas con los asistentes, imitando un camino, todos llevaran velas encendidas para que esta luz le asegure al difunto un buen viaje espiritual, más cerca del dios Zenú, Tií.

El individuo será sepultado con su cabeza en dirección al poniente, por donde anochece, con sus respectivos objetos y piezas artesanales correspondientes. La tierra depositada sobre la caja dentro del agujero, será compactada con tres varas de madera conocidas como pisones. En este caso se requieren dos pisones hembras y un pisón macho, que producen sonidos similares a los tambores cuando se golpean con ellos el piso.

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Este sonido se acompaña con frases y palabras dedicadas al difunto o que hacen alusión a la muerte. De igual manera se acompaña con una danza al ritmo de ese golpeteo, considerada una parte importante de la ceremonia, pues la muerte solo es el inicio de una nueva vida, un renacer y es motivo de alegría. El cuerpo del difunto descansa de todo lo que vivió en este mundo y su espíritu renace en otro plano.

La costumbre dicta que aquellos que le cargan y sepultan toman bebidas tradicionales, como el masato, la chicha, el ñeque o chirrinche.  Terminado el funeral y ya sepultado el difunto, el acabado o apariencia de la tumba depende del nivel de autoridad o cargo del indígena dentro de su comunidad, pues dependiendo de la importancia del mismo o jerarquía, el tumulto o montón de tierra que cubre el cajón tendrá un tamaño específico.

Si el nativo era un cacique o algún miembro importante de la comunidad el montón de tierra es totalmente diferente a la del habitante común, pues suele ser más grande y alto. Los Zenúes creen que la muerte es un hecho que se enaltece con rituales y ceremonias especiales, generalmente conocidas como Despacho del alma o novenario.  Este novenario se realiza en el hogar del difunto, en compañía de familiares, amigos y conocidos, por nueve días.

El propósito de realizar este ritual es apoyar a los familiares en la búsqueda de consuelo por su perdida, realizando diferentes actividades que le permitirán sobrellevar el duelo, por ejemplo, compartir comidas y bebidas tales como café, masato, tapetusa y chicha, además de pasar un rato entre juegos de azar y conversaciones triviales.

En los novenarios las mujeres suelen conversar, los hombres juegan, narran cuentos, mitos, leyendas y chistes y los más chicos generalmente juegan y se divierten, mientras todos comen y beben lo que se les ofrece. Es una tradición buscar un curandero, quien se ocupa de pedir y mediar por el espíritu del difunto, para que este sea purificado y pueda entrar a la montaña sagrada. Las nueve noches son de trabajo duro para el rezandero, hasta lograr entregar correctamente al difunto.

En agradecimiento a su labor, el rezandero será atendido por la familia del fallecido, se le dará alimento y bebida, pues este ritual se realiza en tres horarios que no deben cambiarse. Las jornadas se llevan a cabo puntualmente por el rezandero a las 7:00 p.m., 11:00 p.m. y 2:00 a.m.

La comunidad colabora con alimentos para la familia del difunto durante esos nueve días, estos incluyen yuca, ñame, plátano y café. El despacho o la despedida del espíritu ocurre al noveno día del fallecimiento a la media noche. El rezandero recitará sus plegarias mientras desocupa y desarma el altar elaborado en la casa. Cada familiar apagará una vela como símbolo de la salida del difunto de este mundo de vivos, al final todo queda en la oscuridad y se recitan las plegarias pertinentes.

Las puertas de la vivienda se mantienen abiertas y despejadas, para que el espíritu abandone el lugar. Los nativos afirman que quien interrumpa la partida del difunto por alguna causa, puede enfrentarse a una enfermedad o a ser llevado al mundo de los muertos por el espíritu.

Tecnología y cultura Zenú 

Además de mantener en su momento una rígida estructura social y económica, los zenúes se caracterizaron por se una cultura bastante avanzada. Destacados artistas e ingenieros, así son descritos por muchos especialistas en el área, sin embargo fueron innovadores y eficaces en muchas otras áreas. A continuación podrá descubrir muchas de sus destrezas:

Ingeniería Hidráulica

El corazón de su tierra era un delta producto de la existencia de cuatro ríos, San Jorge, Sinú, Cauca y Magdalena,  que tenían la peculiaridad de inundarse con frecuencia durante la temporada lluviosa. La cultura Zenú demostró una gran habilidad en la construcción, administración y manejo de diferentes sistemas de riego.

Los Zenú se convirtieron en expertos en el diseño y construcción de canales para controlar las inundaciones. Construyeron un sistema muy ingenioso y eficiente, capaz de llevar agua a más de seiscientas mil hectáreas por más de mil años. El suelo dejado por la excavación de las zanjas se utilizó para construir terrazas donde ubicaron casas y granjas.

Esta red visible de tierra y agua, donde tuvo lugar la vida cotidiana, se convirtió en una parte importante de la cultura Zenú que a menudo se refleja en el diseño de los objetos que creaban. Esta red de canales construida por los Zenúes fue extensa y permite controlar las constantes inundaciones de los ríos, conduciendo el excedente de sus aguas a salidas naturales, aprovechando para esto el sedimento, logrando una red de comunicaciones fluviales impresionante y efectiva.

La excavación de grandes canales aseguraba además que en las temporadas lluviosas , las aguas fluyeran constantemente hacia las corrientes de los ríos. La tierra excedente producto de las excavaciones, se empleaba para formar terrazas altas, donde se practicaba durante todo el año la agricultura.

Cómo puede deducir, este sistema permitió a los zenúes aprovechar de mejor manera los espacios, retomando zonas que con anterioridad fueron abandonadas por las inundaciones y crecientes. Por otro lado en estos canales proliferan una gran variedad de especies acuáticas, las tortugas, babas y caimanes, además de muchos tipos de peces, que fueron una fuente importante de alimento para las comunidades.

Esta ingeniosa forma de aprovechar sus terrenos, permitiéndole vivir y sembrar en tierras que gracias a las inundaciones no eran aptas para tal fin, les otorgó el bien merecido título de ingenieros hidráulicos de su época.

Terrazas donde abundaban los cultivos de yuca, maíz, algodón. frijoles, etc, además de la posibilidad de una pesca abundante, garantizaban que estas numerosas comunidades pudieran subsistir.

Orfebrería

La habilidad de estos antiguos orfebres resulta sorprendente aun en nuestros días, su trabajo de falsa filigrana, un delicado hilo de oro trenzado, fundidos con pericia en cera, son piezas grandiosas de la cultura Zenú.

El diseño tradicional de Zenú es una especie de reflejo de su entorno y estilo de vida, rodeados de canales vivían en los valles a lo largo del golfo de Morrosquillo, solían trabajar y decorar sus piezas como una especie de patrón de mimbre, propio de sus redes de pesca, textiles, cerámica, cestería y objetos y artefactos de oro.

El oro también se trabajo de otras maneras, se martilló en placas y relieves, creando ornamentos que estaban hechos normalmente en una aleación que contenía un alto grado de este metal.

Una característica típica de los objetos producidos por los Zenúes en las montañas de San Jacinto es la representación de diferentes escenas de la vida natural, aves sentadas en una rama, figuras felinas, caimanes y anfibios.  Muchas veces las figuras de hombres se les agregaban garras, uñas, colmillos, etc.

Las aves, los caimanes, los peces, los ciervos, el paujil de pico azul y otras especies de la vida silvestre de montañas y pantanos, que también eran fuentes de alimento, a menudo, se representaban en adornos de oro, quizás como una muestra de aprecio, afecto y veneración por la tierra y la naturaleza.

Algunas de las figuras en oro del mundo animal se transformaron en colgantes y ornamentos que se colocaban en el extremo de los bastones para embellecerlos. También elaboraron narigueras o pendientes para la nariz, pectorales, alfileres, aros y zarcillos. Además de figuras muy realistas y otras más estilizadas de personas en poses y actividades simples y comunes: músicos con instrumentos, sentados en sillas, de pie, con verduras o frutas, etc.

Muchas de las hermosas piezas eran enterradas con sus muertos, según la tradición de esta cultura nativa. Generalmente esto se realizaba en canales que luego se cubrían con grandes montículos de tierra, convirtiéndolos en un blanco fácil para los ladrones de tumbas, piratas y aventureros que constantemente saqueaban las costa e islas caribeñas.

Nadie sabe realmente dónde encontraron el oro los Zenú y cuando comenzó el trabajo con el mismo, perfeccionándose hasta llegar a las piezas que aún asombran al mundo entero, pues se calcula que la cultura prevaleció unos dos mil años.

Cerámica

La cerámica de esta cultura nativa se caracteriza por figuras antropomorfas y zoomorfas, muy bien elaboradas y llena de detalles, semejantes a esculturas. Empleaban diferentes materiales, técnicas, estilos y formas. Las piezas eran generalmente para uso diario y doméstico, las más elaboradas generalmente eran empleadas en ceremonias y rituales

La cerámica tenía ornamentos y decoraciones, estos de acuerdo al uso al que era destinada. Los tipos de decoración más común eran:

  • Decoración incisa
  • Decoración punteada
  • Pintura de figuras geométricas: este tipo de decoración era generalmente en color rojo y negro, con el fondo en un tono crema.

Las figuras y piezas más comunes realizados por los artesanos zenúes son:

  • Copas altas con la base en forma de campana.
  • Estatuillas de mujeres con faldas largas, torso desnudo y hombros y senos tatuados.
  • Cascabeles
  • Silbatos zoomorfos
  • Figuras de mujeres embarazadas
  • Animales

Las muestras de cerámica de la cultura Zenú, representan piezas artísticas que generan mucho interés independientemente de la utilidad que tengan. Son piezas que tienen mucha importancia y preferencia en el arte prehispánico.

Muchas de estas piezas se aprecian en las colecciones de “Museo del Oro” del Banco de la República en Bogotá y en Cartagena de Indias, siendo una demostración de la grandeza del arte de las culturas originarias colombianas, especialmente la cultura Zenú.

Petroglifos Zenúes

San Jacinto y San Juan Nepomuceno son dos municipios del departamento de Bolívar, que entre otras cosas son conocidos por ser el lugar donde sobreviven algunas piezas arqueológicas que pueden considerarse tesoros de la cultura Zenú.

Un legado escondido en las entrañas de la jungla, rocas gigantes que sobrepasan los árboles, el testimonio vivo de civilizaciones antiguas en las que se observan diferentes escenas y figuras geométricas. Estas pinturas y grabados a los que se conocen como petroglifos, fueron elaborados en grandes piedras que se remontan al 4.000 antes de Cristo y son considerados unos de las obras de este tipo más antiguas de América.

En estos municipios colombianos, se pueden apreciar varias zonas arqueológicas que tienen piezas representativas de la cultura Zenú o Sinú. Considerada las más importante, las piezas sobre el tramo del Arroyo Rastro, en el municipio de San Juan Nepomuceno, se aprecia el rostro de un líder Zenú, que tiene sobre las otras caras, que muchos investigadores presumen simbolizan los antepasados de ese cacique.

San Jacinto

San Jacinto a cien kilómetros aproximadamente de Cartagena de Indias, posee una historia y una herencia de artesanía y música variada e interesante, para quienes suponen que en este poblado solo pueden encontrar hamacas, mochilas y muchos gaiteros armados de maracas y tambor, no es así, es una comunidad donde hay mucho que descubrir.

Es conocido como la tierra de la Hamaca Grande, famosa por sus textiles desde tiempos remotos, cuando era el hogar de una de las culturas más antiguas de América, los Zenúes. No obstante, también es un punto de interés para aquellos que disfrutan de sitios de interés arqueológico.

El Museo Comunitario de San Jacinto, Bolívar, es un espacio para la cultura en este municipio que comenzó a funcionar en la década de los ochenta, primeramente, como un proyecto de Biblioteca Municipal.

Sin embargo, no solo la lectura se dio cita en este espacio, la pintura, la danza y la arqueología también se integraron a esta idea. Actualmente el Museo Comunitario exhibe utensilios y piezas elaboradas en cerámica, bastante antiguas, que se presume proceden del 4000 antes de Cristo. Por otro lado, muy cerca del pueblo, ocultos en tierras de vegetación espesa, casi selvática, hay dos lugares que muchos amantes de la vida al aire libre y amantes de las culturas originarias no dejan de visitar:

  • Petroglifos del Arroyo Rastro

Muchos realizan la ruta a pie desde el lugar de acceso conocido como el barrio Conejitos, lo que se traduce en un poco más de dos horas caminando, para aquellos que no les agrada esta aventura en un vehículo le puede llevar unos veinte minutos, dependiendo del clima del día. El lugar está señalizado con letreros metálicos y dibujos de artesanías con el nombre de Petroglifos, Arroyo Rastro.

Luego de transitar un buen trecho y dejar atrás la finca llamada La Nasa, encontrará un terreno que posee un arroyo que debe atravesar para llegar a lugar donde se alzan las inmensas rocas, con tallados realizados por los antiguos Zenúes.

En el Arroyo Rastro, se pueden apreciar megalitos, monumentos hechos de bloques de piedras grandes y sin labrar, algunos ocultos a simple vista.

En estos se puede apreciar algunos petroglifos tallados en la superficie, otros se han desvanecido con el paso de los años. Estos dibujos muestran imágenes de algunos caciques nativos, con sus adornos y tocados sobre la cabeza, además de otros rostros.

  • El salto del Jaguar

Este lugar de tesoros arqueológicos, se encuentra a unos veinte minutos de San Jacinto, en el municipio de San Juan Nepomuceno. Es conocido como El salto del Jaguar, pues las grandes piedras tienen marcas muy similares a las huellas de las garras de un jaguar.

CULTURA ZENÚ

Las piedras inmensas y lisas, asemejan muros imponentes coronados por figuras que imitan la forma de ciertas especies de animales y que son complementados por otros dibujos de los nativos zenúes, en toda la extensión de la piedra.

Son parajes que son muy poco explorados, por lo tanto, no es una sorpresa la tranquilidad del ambiente, que solo es animado por los sonidos alegres de las aves e insectos. Son lugares poco convencionales, que ofrecen una obra admirable y grandiosa para aquellos que gustan de las culturas originarias y de sus piezas arqueológicas.

Museo del Oro Zenú

El Centro Cultural del Banco de la República en Cartagena, posee tres espacios: la Biblioteca Bartolemé Calvo, el Museo de Oro Zenú y el edificio del Banco República.

El museo del Oro Zenú conocido también como Museo Regional de la Cultura Zenú fue inaugurado en marzo de 1982, luciendo en su apertura una exhibición de unas setecientas piezas, donde más de quinientas son de orfebrería.

Su más reciente renovación fue en el año 2006, contando actualmente con 902 piezas arqueológicas, comprendidas en:

  • Objetos de metal:  747
  • Objetos de cerámica: 105
  • Objetos de hueso: 11
  • Objetos de concha: 34
  • Trozos de piezas de cerámica: 5

Los objetos de oro martillados en platos, campanas, tocados y figuras ceremoniales adornan los muros de piedra coloniales de este espacio en Cartagena.

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  1.   fetuchini dijo

    me gusto la experiencia de el sitio me ayudo se los recomiendo si quieren conocer sobre los petroglifos