Consecuencias de la erupción del Monte Tambora

volcan monte de tambora

En 1815 tuvo lugar la terrible erupción del Monte Tambora (Indonesia), una de las más explosivas de la historia. Cambió el clima del hemisferio norte de la Tierra generando una serie de efectos colaterales en los años siguientes.

Continuamente ocurren muchos fenómenos geológicos en cada capa de nuestro planeta, pero pocos de estos nos fascinan como las manifestaciones del vulcanismo. Nubes colosales que invaden los cielos tropicales, flujos de lava centelleantes que avanzan imparables, escenarios por momentos poéticos e inspiradores de relatos de otros tiempos.

El Monte Tambora se merece un poco de nuestra atención

Nuestro pasado está lleno de fuentes que recuerdan erupciones devastadoras, entradas de lleno en el registro de los acontecimientos más dramáticos de la historia de la humanidad. Por ejemplo el Vesubio en  el 79 d, el Krakatoa en 1883, o Saint Helens en 1980. Son eventos que tienen su propio lugar en la mente de la humanidad por el impacto que tuvieron, pero no todos los eventos han quedado marcado y algunos son dignos de hacerlo. Como por ejemplo el caso del que hablamos hoy.

Curiosamente, se suele hablar muy poco de la erupción del Monte Tambora en 1815, que tuvo lugar en la isla de Sumbawa (Indonesia) y es considerada por muchos vulcanólogos como la más devastadora de la historia o, al menos, la mayor desde el última glaciación, que terminó hace más de 10.000 años. Tenía un índice explosivo (VEI) de 7 sobre 8. Que se dice pronto y rápido.

La erupción de 1815 de Tambora duró más de 3 meses

Tambora es un estratovolcán, es decir, un volcán que se originó a partir de la acumulación progresiva y la consiguiente estratificación de lava solidificada, ceniza  y roca. Los estratovolcanes, o volcanes cónicos, son estructuras formadas por la superposición de múltiples niveles de lava y escombros solidificados.

Se encuentra en Indonesia, en la isla (de origen volcánico) de Sumbawa. El volcán, después de haber despertado de la quiescencia, es decir, de un estado de inactividad temporal, el 5 de abril de 1815 inició una serie de violentos fenómenos eruptivos que duraron, en la fase más intensa, cinco días, pero terminaron por completo después de un período de más de tres meses.

volcán lava

La primera explosión se escuchó a cientos de kilómetros

La primera gran explosión, que tuvo lugar el 5 de abril, se escuchó a cientos de kilómetros de distancia y generó una columna de humo y cenizas de más de 30 km de altura. Los oficiales de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que en ese momento administraban los territorios del archipiélago, convencidos de haber escuchado los disparos de artillería de un enemigo desconocido, armaron a sus tropas. Solo al día siguiente y solo después de notar los cielos negros de ceniza y una lluvia de rocas del tamaño de toronjas, se dieron cuenta de la presencia de un adversario mucho más formidable.

Por mares y cielos

La segunda explosión, que tuvo lugar unos días después, generó una columna eruptiva de más de 40 km, que en poco tiempo se vertió por las laderas del volcán en asociación con flujos catastróficos de materiales magmáticos y gases incandescentes (llamados flujos piroclásticos). Los flujos de lava, los tsunamis provocados por los terremotos asociados a las explosiones y la lluvia de ceniza y piedra pómez borraron reinos enteros en las islas de Indonesia de la faz de la tierra. Las fuentes estiman un número de muertos de más de 10,000 solo por las explosiones de Tambora, pero el número crece a más de 100,000 si consideramos las consecuencias de la devastación, el hambre y las enfermedades que azotaron a Indonesia en el período siguiente. Estudios geológicos recientes otorgan a la erupción de Tambora una puntuación de 7 (sobre 8) en el índice VEI.

Los efectos de la erupción de Tambora

La cantidad de material emitido durante la erupción fue tal que redujo la incidencia de los rayos del sol, o más científicamente de la radiación solar, sobre la superficie de la Tierra provocando un descenso de las temperaturas globales. El año siguiente, 1816, fue llamado el año sin verano debido a las bajas temperaturas. Los efectos colaterales en el hemisferio norte fueron múltiples.

Los primeros y más directos fueron obviamente los efectos sobre el clima  que dieron lugar a fenómenos meteorológicos extremos: heladas repentinas, fuertes nevadas en latitudes improbables, lluvias torrenciales donde no deberían haberse producido, inundaciones.

crater volcan

Los desastres van más allá de la naturaleza

A su vez, el cambio climático causó estragos en la economía. En particular, hubo una caída en la productividad agrícola. Encontrar un período adecuado para la siembra se volvió complicado, no todas las plantas crecían y germinaban a bajas temperaturas, los eventos extremos dañaron los cultivos. La caída de la producción agrícola generó problemas en el sector zootécnico y la cría se volvió menos rentable debido a la baja producción de forraje y la reducida supervivencia de los animales a las temperaturas más frías. La consiguiente falta de alimentos fue, por tanto, un gran problema para América del Norte y para Europa, en la que se extendieron problemas de carácter higiénico-sanitario como la desnutrición y las enfermedades. Llo que a su vez generó mucho descontento.

Tambora y su relación con Napoleón

Entre las diversas consecuencias, también podría estar involucrada la derrota de Napoleón en Waterloo, conectada de alguna manera con las lluvias torrenciales que siguieron a la erupción del Tambora y otros volcanes. Las lluvias convirtieron los campos de batalla en extensos pantanos que complicaron mucho las maniobras de combate de la caballería y la artillería.

En definitiva, la erupción del Tambora, además de los estragos causados ​​a nivel regional, generó alteraciones climáticas de corta duración que provocaron daños considerables en las economías de los países del hemisferio norte. Los problemas económicos se tradujeron en problemas sociales y políticos de los que derivaron intensos flujos migratorios, tensiones y revueltas que amplificaron los problemas ya existentes en el complejo entramado geopolítico de la época. Un evento natural de esta magnitud pudo, por tanto, poner en marcha muchos pequeños cambios que, a lo largo de las décadas, cristalizaron hasta convertirse en teselas del mosaico ramificado de la historia.


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