Conoce Los Flamencos Primitivos Y Su Historia

Entre finales del siglo XV, y comienzos del siglo XVI, surge en los Países Bajos del Sur un grupo de talentosos artistas a los que se les nombra como Flamencos Primitivos, los cuales le obsequiaron a la historia de la humanidad un sinfín de aportes culturales. De allí radica la importancia de tener conocimiento al respecto, así quédate con nosotros y disfruta de este informativo artículo.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

¿Qué son los Flamencos Primitivos?

A las pinturas realizadas entre el siglo XV y el siglo XVI por un grupo grande de artistas provenientes de los Países Bajos meridionales, se les conoce como Flamencos Primitivos. A tal período se le atribuye uno de los puntos más trascendentales dentro de la historia del arte.

Dicho de otra forma, cuando se hace referencia a esta denominación, se está hablando historiográficamente de los maestros de la escuela flamenca de pintura en sus primeros siglos, desde Jan van Eyck en la primera mitad del siglo XV, hasta Pieter Brueghel el Viejo a mediados del siglo XVI.

Dentro de este grupo, compuesto por Dieric Bouts, Hans Memling, Rogier van der Weyden, el mismísimo Jan van Eyck, entre otros, sus exponentes vivieron y trabajaron mayormente en las ciudades prósperas que conforman la región, tales como: Amberes, Brujas, Bruselas, Gante y Lovaina.

La pintura flamenca se fundó por diversas escuelas: la italianizante y la reaccionaria durante los siglos XV y XVI, y la colorista o naturalista de la Escuela de Amberes, perteneciente al siglo XVII. Las dos primeras forman parte del arte de los Países Bajos, surgido en la época del Renacimiento Europeo.

En líneas generales, se trataba de un conjunto de artistas que se encontraban un tanto aislados a lo que fue la revolución del Renacimiento y, para algunos, como los pertenecientes a la escuela reaccionaria, en contra de las venideras influencias artísticas italianizantes.

Gracias a la maestría que nació a raíz del nuevo medio de la pintura al óleo, y su visión en cuanto al detalle, se pudo propulsar el arte pictórico a un punto jamás visto, en donde se cambió el curso para siempre de la historia del arte.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

Simplemente fue una época en la que los encargos no sólo eran procedentes de los estratos sociales altos y organismos religiosos del momento, sino que también del ciudadano común y ciudades lejos de las capitales. Por primera vez en muchos años, a los pintores se les concedió un lugar importante en la sociedad.

En ese entonces, los artistas aún conservaban unos cuantos rasgos originarios del estilo gótico, tanto técnicos, como el empleo de una tabla en vez de un lienzo, o temáticos, por lo general con carácter religioso y espiritual. No obstante, de igual manera hubo un aumento en las destrezas detallistas, tal y como ya se mencionó.

Dichos intereses impulsaron notablemente la investigación y el descubrimiento de manera empírica de la perspectiva, al igual que la reivindicación del paisaje como tópico pictórico, y el perfeccionamiento de la técnica del retrato, la cual proveyeron con una impresionante profundidad psicológica y reivindicación del paisaje como tema pictórico.

En la actualidad, todavía se puede admirar el maravilloso legado artístico de los Flamencos Primitivos. En la región de Flandes, por ejemplo, hallamos a los importantes Museos Reales de Bellas Artes de Amberes y Bruselas, y el Museo Groeninge en Brujas. Igualmente, allí están ubicados el Museo de Bellas Artes de Gante, el M de Lovaina, el Mayer van den Bergh y el Sint-Janshospitaal.

Asimismo, en España también encontramos un sinnúmero de obras, puesto que sus reyes fueron unos grandes admiradores de esta clase de pintura. Destacan por mucho los depósitos del Museo Nacional del Prado, en donde está resguardada la pintura del talentoso Rogier van der Weyden, “El Descendimiento de la Cruz” (1438).

FLAMENCOS PRIMITIVOS

Contexto histórico-geográfico de los flamencos primitivos

A menudo, se hace alusión a este tipo de pintura con la expresión Flamencos Primitivos, dando la impresión de que se trata de un movimiento artístico bastante tosco y sencillo, que nunca logró alcanzar al máximo su plenitud. Tal término se originó, cuando fue tomado como punto de referencia el arte en general del Renacimiento, además que se consideró por mucho tiempo al Medioevo como una época de tinieblas.

Por supuesto, nada más alejado de la realidad, pues cuando surge esta magnífica escuela, la pintura de los Países Bajos ya venía con una extensa y robusta historia detrás de sí, dentro de la que se incluyen excepcionales momentos con estilos como el Románico y el Gótico Internacional.

Por otra parte, se le sigue llamando “flamenco”, pese a que la Región Flamenca de Bélgica, mejor conocida como Flandes, es solo eso, una pequeña área de los Países Bajos. Esto se debe a que, a lo largo del siglo XV, se dieron unas circunstancias bastante favorables que influyeron en la creación de una trascendente escuela de pintura en esta zona noroeste de Europa.

La prosperidad económica era notable en Flandes, esta se veía ligada estrechamente a la industria y al comercio de paños y, por ende, generaba un excepcional desarrollo urbano a partir del creciente auge de su burguesía.

El apogeo de la sociedad completa y los valores burgueses fueron un factor determinante en el pujante desarrollo de una nueva mentalidad y sensibilidad artística. Ojo, pero que nunca renunció, por lo demás, a su arraigada devoción religiosa.

Para la época, las ciudades con mayor renombre dentro del territorio fueron Gante, Brujas e Ypres, cada una de ellas formando nudos de enlace entre las redes comerciales encargadas de unir el norte de Europa con el resto del Occidente conocido. Dicha región era parte del Ducado de Borgoña, con gobernantes que habían desempeñado el papel de mecenas del arte gótico.

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Aunado a ello, disponía de una alta densidad poblacional, una de las más altas de toda Europa, cuya concentración urbana era también mayor a la media europea. En ella eran varias las ciudades prominentes con mucha riqueza, comerciantes importantísimos y numerosos artesanos.

De hecho, tanta fue la cohesión interna de la sociedad, que se proyectó con gran rapidez en una vida pacífica y organizada. La sociedad estaba dominada por los estamentos civiles: mercaderes, fabricantes, banqueros, etcétera.

A lo anterior se le suma que, ya para 1380 aproximadamente, como consecuencia de la Guerra de los Cien Años, París dejó de ser considerada como la capital artística del mundo, tal y como lo había sido hasta ese entonces. Por lo tanto, los grupos sociales que solían emigrar, empezaron a quedarse en su país y trabajar para la burguesía y los grandes comerciantes del continente.

Esto se vio más que todo en la sociedad española e italiana que cada vez más apreciaban su propio arte. Todas las obras estaban al servicio del público burgués, muy sensible y enriquecido de cultura, al cual se le une la Iglesia católica y cientos de mecenas de artistas.

La clientela estaba más que ansiosa por poder observar el reflejo de sus rostros y mundo en las pinturas que mandaban a hacer. Adicionalmente, el desarrollo urbanístico hizo factible la instauración de las primeras universidades que, en compañía de la invención de la imprenta, se convirtieron en un valioso foco difusor y creador de cultura.

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En aquel período la practicidad se valoraba cada vez más y más, inclusive la religión adquirió un sentido pragmático. Es por ello que se le conoce un período totalmente realista. A partir del año 1420, la concepción de que el espíritu divino encarnaba en cada pequeña cosa, hacía que las representaciones adquiriese una trascendencia superior.

Tanto la realidad sensible, como tangible, tuvo una mayor popularidad. Los objetos dejaron de ser elementos secundarios para pasar a un primer plano como protagonistas. Cuando sucedió esto, en la ciudad de Tournai vivió el pintor primitivo flamenco, Robert Campin.

Paralelamente, la capital de la provincia de Flandes Oriental, Gante, vio crecer a Hubert van Eyck con su hermano menor, y con más reconocimiento, Jan van Eyck. Estudios históricos aseveran que los tres fueron los máximos representantes de la revolución de la pintura.

Cada uno a su manera perfeccionó el uso del óleo con destacadas consecuencias acerca del resultado final, empleando colores de excelsa calidad, obteniendo increíbles efectos con las veladuras, etcétera. Con el cambio de siglo, del XV al XVI, ya todos los artistas empezaron a concebir las repercusiones del Renacimiento italiano.

En esta centuria, de forma específica en 1477, el ducado que tenía una total estimación por su relevancia económica, pasó a ser corona austriaca de Habsburgo. La Casa de Habsburgo contaba con una rama española desde la época de Carlos I de España, la dinastía de los Austrias.

A causa de ello, el arte español del Renacimiento y el Barroco tuvo una estrecha relación con las formas flamencas. Sin embargo, a pesar de la progresiva aceptación renacentista, los pintores siguieron siendo leales a la riqueza de lo tradicional, puesto que se trataba de algo todavía vivo y con posibilidad de creación.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

Fueron muy pocos los que no renunciaron al buen oficio, a ese gusto por el detalle, al realismo en los retratos y al paisaje constituido mayormente como protagonista en sus obras. Los retratos, los cuadros de grupo y el ambiente costumbrista, coexisten con las temáticas religiosas sin problema alguno.

Características técnicas sobre los flamencos primitivos

En líneas generales, la pintura flamenca tiene en grandes formatos carencias de precedentes, a excepción de los vitrales. No obstante, sí en las miniaturas, sobre las cuales si posee una extensa tradición de extraordinaria calidad.

A raíz de esto, se determinaron unas cuantas características del arte flamenco, como el uso de colores muy llamativos que sirven para recordar a los pigmentos utilizados en la iluminación de las miniaturas. También se le suma la aplicación del detallismo a pequeñas obras maestras, que transmiten a las diversas pinturas de gran formato.

Dicho rasgo propicia en buena medida el avance técnico sobre el óleo, cuyo descubrimiento ya se había dado, pero que aún disponía de un proceso de secado sumamente lento que no le proporcionaba mucha practicidad.

Por tal motivo, es fundamental recalcar que los pintores flamencos primitivos del siglo XV no inventaron la técnica al óleo, sólo que fueron los responsables de aplicarla de modo sistemático, lo que contribuyó a su consolidación y difusión en este siglo y el siguiente.

Para ello se empleaban tintas fluidas y transparentes, aplicadas mediante veladuras para la obtención de las luces, el sombreado delicado y la matización del color de los fondos. Los pintores de la región hacían uso de una técnica mixta entre el temple y el óleo.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

La primera capa solía ser al temple, con la finalidad de definir el dibujo y el modelado con sus luces, al igual que una leve indicación del color. La próxima capa, la del óleo, tenía como principal función que el artista se dedicara únicamente a la representación del efecto cromático.

A pesar de que en otras zonas como Venecia poco a poco se popularizaba el uso del lienzo, siempre se conservó a la tabla como soporte primario que, durante la Baja Edad Media, fue el más importante de todos. Un claro indicativo de la unión tan íntima que poseían los conceptos de artista y artesano aún en aquel tiempo.

Relación entre la Escuela Flamenca y el Renacimiento

Con frecuencia, los eruditos y los críticos de arte denominan a la escuela de pintura renacentista flamenca como “Ars Nova”, traducido en español como Arte Nueva. Sin embargo, no debe confundirse tal apelativo con su homónimo musical.

Su nombre proviene de un avance técnico y artesanal que no tiene relación alguna con el carácter intelectual y reflexivo de los primeros acercamientos al Renacimiento, que se dieron de manera paralela en la región de Toscana.

Los artistas de la Escuela Flamenca no tomaron a la Antigüedad Clásica como modelo de recuperación, en ningún momento se colocó en la mesa el concepto artesanal del oficio. Estos, además de realizar trabajos para la corte, también contaban con clientes que eran parte de la burguesía y comerciantes residentes de ciudades influyentes.

Sus principales precursores no tendían a teorizar acerca de sus variados hallazgos, o acerca de sus personalidades, tal y como lo hicieron en un pasado los contemporáneos italianos. De igual modo, se siguió trabajando en ciertos parámetros tardomedievales, a excepción de unos cuantos pintores como Jan van Eyck.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

van Eyck, junto a otros compañeros, comenzaron a tener una conciencia mucho más clara de su arte particular y crearon la tendencia de firmar las obras. Para la época, no existieron los tratados de pintura flamenca, ni tampoco biografías de sus principales exponentes.

La falta de elaboración teóricas antes mencionada, puede que provenga de una vocación netamente espiritual. Mientras que los autores italianos intentaban renovar todo el conocimiento del mundo a través de la medida humana, haciendo uso de las ciencias y la razón, a los flamencos primitivos les bastaba con vivir de cara a una notable experimentación religiosa de lo visible.

Retoma de la perspectiva de los flamencos primitivos

En este mismo orden de ideas, haciendo comparaciones puntuales entre los italianos y los flamencos, es fundamental destacar que ambos descubrieron simultáneamente la perspectiva lineal y la aérea, sólo que los últimos de una forma empírica y no siguiendo un desarrollo matemático u óptico específico.

En líneas generales, el proceso transitivo del planismo a la perspectiva lineal del Quattrocento fue bastante lento, siendo los últimos siglos de la Edad Media un tiempo en el que se practicaron muchos ensayos, tanteos y experimentos inexactos, con el principal objetivo de quebrar el plano pictórico y retomar la tercera dimensión.

Entre estos diversos tanteos se encuentra el sistema de representación que utiliza la proyección paralela oblicua, llamado “Perspectiva caballera” o “A vista de pájaro”, que consiste básicamente en representar escenas en las que pareciese que el pintor está ubicado en un punto de vista elevado, como una persona que monta a caballo.

De este modo, los objetos supuestamente más cercanos al espectador, son colocados en la parte inferior de la composición en primer plano, desde allí se va superponiendo todo los demás de forma vertical a medida que se supone que están más distantes, escalando así el cuadro hasta su parte más alta en donde a menudo es dibujada la línea del horizonte.

FLAMENCOS PRIMITIVOS

A partir de ello, se inició con mucha timidez la sugerencia de la tercera dimensión, con una recuperación de la pintura hacia el mundo natural. Dichos ensayos de «perspectiva caballera» se generalizaron en el período de la pintura gótica, al cual se le atribuyó el nombre de Gótico Internacional o Cortesano.

Cada una de estas técnicas propician una clara representación naturalista del mundo, saturada con símbolos espirituales. Ya para el siglo XV, tanto los pintores flamencos, como los alemanes, hacían uso de manera experimental de toda clase de sistema perspectivos, aunado a métodos empíricos como el del espejo convexo, utilizado por van Eyck en su obra “El matrimonio Arnolfini”.

Así se representaban a modo de gran angular abarcando un espacio mucho más amplio. Uno de los textos teóricos que recopila los sistemas perspectivos nórdicos es el “De artificiali perspectiva” de Jean Pelegrin, al que se le conoce como Viator y es considerado como el equivalente al Tratado de Alberti de la pintura renacentista.

Además, se le suma la recolección de otros sistemas como el de la “perspectiva cornuta”, comúnmente conocido como perspectiva angular u oblicua, cuya función era la de ser un procedimiento empleado por pintores flamencos primitivos durante gran parte del siglo XV.

No obstante, la representación que más interés despierta en este tratado, es aquella que trata el sistema con punto de distancia, muy parecido a la perspectiva lineal albertiana con solo que, con una fórmula más simplificada con ejecución fácil y clara, y que procede por supuesto de la práctica de los talleres de pintura nórdicos.

A diferencia de los cuadros renacentistas italianos, en donde la luz es la responsable de hacer visibles los objetos y arquitecturas en busca de resaltar los valores volumétricos, en la pintura flamenca la perspectiva tiene una mayor proximidad a la visión natural.

PERSPECTIVA ÁEREA

En ella el aire se logra palpar sensorialmente, como si fuese una realidad individual y un elemento más que está presente en la composición. Asimismo, los artistas apuestan por la utilización de la gradación de color hacia grises un poco más azulados para los objetos distantes, como lo hace Leonardo da Vinci en sus estudios de la perspectiva aérea.

Temáticas

Al igual que en períodos anteriores, las temáticas de carácter religioso tienen mucha preponderancia en esta etapa, de las cuales se podrían mencionar un sinfín de recreaciones de pasajes bíblicos o referentes acerca de la vida los santos o los anacoretas.

Algunos artistas como El Bosco o Brueghel el viejo, se encargaron de realizar cuadros que ejemplarizar los pecados y cuáles eran sus consecuencias respectivas. De igual manera, estos también pueden considerarse como simples concepciones filosóficas del mundo basadas en múltiples creencias o dichos populares.

Para la realización de estas magníficas creaciones se ayudaban de una numerosa fantasía de elementos y composiciones que logran transmitir un mensaje por medio de un lenguaje sumamente simbólico y sofisticado. Sin embargo, era bastante adecuado su uso, si se toma en cuenta que su público final era la burguesía de la región y las instituciones religiosas.

Reivindicación del paisaje

En las pinturas flamencas se puede observar el interés por absolutamente todo, debido a que con la misma precisión y cuidado que es pintado un rasgo humano, se pinta a un animal, un objeto e inclusive, una planta. Es bastante notable cómo el paisaje adquiere una mayor importancia en la época.

De esta forma, los artistas flamencos primitivos reflejaban de una manera fiel el ambiente que formaba parte de su entorno, solo que le confiere a tal realismo de un cierto carácter simbólico. Por consiguiente, se contribuye a la significación alegórica de los colores empleados y de los múltiples objetos secundarios plasmados.

PAISAJE FLAMENCO

Lo que se habituaba en el estilo gótico, fondos dorados y neutros, desaparecen en su totalidad y son sustituidos por toda clase de paisajes naturalistas. La luz deja de ser caprichosa y cada objeto empieza a tener su propia y determinada sombra, al igual que cada habitación su encuadre lumínico, cada paisaje su tonalidad segura y cada elemento su calidad puntual.

En síntesis, todo cuadro flamenco siempre remite al paisaje de una u otra manera, ya sea por medio de una ventana o bien porque se desarrolla ciertamente al aire libre. Dichos paisajes eran realizados sin apuntes de lo natural, por lo que sus elementos estaban muy estereotipados.

Con este punto se podría mencionar la forma de sus rocas, aristadas y sin vegetación, las ciudades situadas a lo lejano, torreadas y de colores, los árboles cuya forma era de pluma, con troncos delgados y largos, entre otros. Los personajes eran distribuidos de manera equilibrada, en el centro si era apenas uno y simétricamente si eran muchos.

Se intentaba a menudo que las acciones fuesen comedidas y muy pocas veces se le daba lugar al movimiento. Aunque los participantes podían compartir entre sí, nunca se les permitía robarle el protagonismo al personaje principal, el paisaje.

Por lo general, eran realizadas las obras en formato pequeño haciendo uso de la tabla como soporte, puesto que se concebían para ser ubicadas en el interior de las grandes residencias burguesas y aristocráticas, interiores domésticos que con gran facilidad hacían que el cuadro reflejase una piedad intimista y burguesa.

Además, a menudo las tablas constan de tres hojas, de allí su nombre de Tríptico, las dos laterales con bisagras y que se cierran encima de la central. Por su parte, la cara exterior suele pintarse con tonos grises y la técnica de la grisalla para así lograr producir la sensación de ser un relieve escultórico.

TRÍPTICO

El retrato

Cabe destacar que, a Flandes se le atribuye el título de una las regiones precursoras en cuanto a efectuar retratos con penetración psicológica del modelo se refiere. Los retratos tradicionales flamencos, que luego fueron adoptados con éxito rotundo en España por muchos, son aquellos que captan a sus protagonistas en plano medio.

Sin embargo, no como se conoce actualmente de manera frontal, sino más bien con una leve curvatura girando sobre sí mismo, siempre sobre un fondo neutro de un color oscuro e incorporando el rostro y las manos con algún objeto simbólico.

El hecho de que al personaje se le retrate levemente girado, propicia la total involucración en el espacio, de manera que no se hacen representaciones por medio de trucos de mobiliarios o fondos arquitectónicos. Sólo con la presencia de una solemne figura, encima de un fondo perdido, es insinuada la existencia del volumen y el espacio ocupado.

Con el paso del tiempo, ya en el siglo XVII, en la escuela de Amberes, cuando la ciudad se convirtió en la fortaleza artística del Barroco flamenco, esta clase de retrato logró evolucionar hasta su máxima gloria en un estilo mucho más naturalista y colorista.

Principales exponentes

Antes de la instauración de los Flamencos Primitivos, existieron ciertos predecesores como el talentoso maestro Melchior Broederlam, y los Hermanos Limbourg, Hermanos, Paul, y Johan. No obstante, los primeros artistas en plasmar estas innovaciones en un cuadro fueron Robert Campin, y Jan y Hubert van Eyck.

A estos se les considera como los fundadores formales de la escuela de flamencos primitivos a inicios del siglo XV. Podríamos mencionar entre sus obras más importantes al “Tríptico de la Anunciación”, “La misa de San Gregorio”, “Tríptico Seilern”, “Virgen del canónigo Van der Paele y Virgen del canciller Rolin”, “Retrato del Matrimonio Arnolfini”, entre otros.

Como ya mencionó, en ellas se renunciaba al fondo dorado y se empezaba a utilizar la técnica y el óleo como principal material pictórico. Asimismo, se crea la modalidad de pintura de caballete en su concepto moderno, de modo que era concebida para ser vista de cerca.

Su factura era sumamente minuciosa y detallista, con un carácter que contribuía de manera significativa en el intenso desarrollo adquirido por la miniatura de códices en la corte de los duques de Borgoña, por colocar un ejemplo, a quienes pertenecen dichos estados durante este siglo.

Es fundamental recalcar que, al servicio de tal técnica minuciosa, se marcaba un fino sentido de la observación y, por ende, una inherente tendencia naturalista, motivo por el cual era alcanzada una perfección que es muy difícil de superar en relación a la interpretación de las calidades de las telas, piezas de orfebrería (metales, vidrios, pieles, etc.) y en géneros como el retrato y el paisaje.

Aunado a ello, dentro de los pintores que trabajaron en el segundo tercio del siglo XV, y ayudaron a la concreción de muchos de los rasgos de la Escuela Flamenca, hallamos al destacado Rogier van der Weyden, también conocido simplemente como Rogier de la Pasture.

Este belga realizó importantísimos y majestuosos cuadros como lo son “El descendimiento de la cruz”, “Díptico de Felipe de Croÿ con la Virgen y el Niño”, “Lamentación y entierro de Cristo”, “Madonna Medici”, “Políptico del juicio final”, “San Lucas dibujando a la Virgen” y muchísimos más.

Ya finalizando el siglo y comenzando el XVI, se destacaron otros flamencos primitivos que lograron la evaluación y acentuación de algunos rasgos características de sus obras, como el paisaje. A raíz de esto, de cierta forma son repetidas formas y composiciones que un pasado ya habían sido creadas.

Dicho punto puede ser observado en el arte de Hans Memling y Gerard David, a pesar de que también existían unos cuantos que eludían esta tendencia con un claro anhelo de representar su originalidad, tal y como lo hizo El Bosco. A lo largo de esta centuria, en pleno auge del Renacimiento, resaltó el trabajo de Pieter Bruegel el Viejo y Joachim Patinir.

JOACHIM PATINIR

También hicieron grandes aportes a la pintura flamenca Hugo van der Goes, Petrus Christus, Dieric Bouts, Ambrosius Benson y Pieter Coecke. Por Francia, Jean Fouquet, Enguerrand Quarton, Nicolas Froment y el Maestro de Moulins. Por Alemania, Konrad Witz, Martin Schongauer, Hans Holbein el Viejo y Michael Wolgemut. Portugal solo contó con los aportes de Nuno Gonçalves.

En el caso de España, los artistas fueron divididos en función de su corona. La de Aragón con Luis Dalmau, Jaume Huguet, Jaume Vergós, Rafael Vergós, Pau Vergós, Jacomart, Joan Reixach, Bertomeu Baró, Pere Nisart y Bartolomé Bermejo. Y la de Castilla con Jorge Inglés, Maestro de Sopetrán, Juan Rodríguez de Segovia, Sancho de Zamora, Maestro de los Reyes Católicos, entre otros.

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