Aves Migratorias: Características, Nombres y Más

Las aves migratorias son un acontecimiento de gran frecuencia en la naturaleza y que gracias a su capacidad de vuelo pueden recorrer enormes distancias con pocas o ninguna parada para reabastecerse y reponer energías. El impulso que las lleva a comprometerse en estas aventuras es rehuirle al invierno, la búsqueda de alimento o la consecución de pareja y posterior crianza.

Aves migratorias

Las Aves Migratorias

Se denomina como migración de aves al proceso que comprende los viajes que en cada estación y de forma regular realizan numerosas especies de aves. Agregado a la migración, las aves efectúan otros desplazamientos en reacción a alteraciones en la existencia de alimentos, del hábitat o a nivel climático, que usualmente son irregulares o únicamente en un sentido y se les llama de diferentes maneras como nomadismo, invasiones, diseminaciones o incursiones. Por el contrario, a las aves que no realizan migraciones se les denomina aves residentes.

Patrones Generales

La migración se encuentra determinada por su ocurrencia en una misma estación cada año. Numerosas aves de tierra migran grandes distancias. Los patrones más frecuentes implican el desplazamiento al norte para efectuar su reproducción en los veranos en zonas templadas o árticas y el regreso a las regiones de invernada en territorios más cálidos del sur.

La circunstancia primaria que más favorece a la migración es energética. Los días más extensos del verano en el norte proporcionan más ocasiones a las aves en reproducción de dar alimento a sus polluelos. La prolongación de las horas del día les posibilita a las aves diurnas engendrar nidadas de mayor tamaño que las de las variedades emparentadas no migratorias que se quedan en los trópicos el año integro. Así como los días se hacen más cortos en otoño, las aves retornan a las regiones cálidas en la cual la provisión de alimento existente cambia poco con la estación.

Estas ventajas son de mayor importancia que los riesgos del alto estrés, el costo energético y otros peligros de la migración. La depredación puede ser mayor durante la migración. El halcón de Eleonora (Falco eleonorae), que se reproduce en las islas del Mediterráneo, cuenta con una temporada de cría muy retardada, sincronizada con el paso otoñal de las aves que migran al sur, con los que da de comer a sus polluelos. Una estrategia parecida adopta el murciélago Nyctalus lasiopterus, cuyo alimento son las aves migratorias.​

Las grandes concentraciones de aves que migran en lugares de parada transitorios igualmente les hacen propensos a parásitos y patógenos, necesitando una respuesta inmune más alta. Dentro de una especie determinada, no todas las poblaciones han de ser migratorias, lo que es denominado como migración parcial. La migración parcial es muy frecuente en los continentes del sur; en Australia, el 44% de las variedades de aves no paseriformes y el 32% de las paseriformes migran parcialmente.

Aves migratorias

En ciertas especies la población de latitudes más elevadas es usualmente migratoria e hibernará con frecuencia en latitudes más bajas que aquellas en las que las demás poblaciones de la misma variedad son sedentarias y tiene, por ende, ya ocupado ese hábitat propicio para la invernada, y a ello se le llama «migración a brincos de rana».​

En una población, igualmente puede haber un patrón distinto de cronología y migración fundamentado en agrupaciones de edades y sexo. Únicamente las hembras de Fringilla coelebs (pinzón vulgar) en Escandinavia migran y los machos permanecen como residentes (esto originó la denominación coelebs, que quiere decir soltero).  La mayor parte de las migraciones se inician con las aves elevándose en un gran frente. En ciertos casos la migración implica cinturones angostos de migración que se establecen como rutas tradicionales llamadas rutas de vuelo migratorio.

Estas prosiguen habitualmente cadenas de montañas y líneas costeras, y pueden aprovecharse de brisas y otras pautas de vientos o eludir obstáculos geográficos como extensas masas de agua abierta. Las rutas particulares pueden estar programadas en sus genes o las aprendieron en grados variados. Las rutas que toman en una dirección y en la de retorno son frecuentemente distintas.​

Gran parte de las aves de mayor tamaño vuelan en bandadas. Este tipo de vuelo les ayuda a aminorar el consumo energético. Muchas de ellas realizan el vuelo en formación de V y el ahorro individual de energía se ha calculado en un monto de 12-20%.​ A los correlimos Calidris canutus (correlimos gordo) y Calidris alpina (correlimos común) se les hizo un seguimiento por estudio de radar en el cual se determinó que volaban 5 kilómetros por hora más veloz en bandadas que cuando lo hacían a solas.

La elevación a la cual las aves se desplazan en las migraciones es variable. Una excursión al Monte Everest consiguió esqueletos de Anas acuta (ánade rabudo o pato pescuecilargo) y Limosa limosa (becasina o aguja colinegra) a 5.000 metros sobre el glaciar Khumbu. A los Gansos Anser indicus se les ha visto volar sobre los picos más elevados de los Himalayas sobre 8.000 metros, inclusive cuando se encontraban cercanos pasos más bajos de 3.000 metros.​

Aves migratorias

Las aves marinas hace su vuelo bajo sobre el agua pero obtienen altura al cruzar sobre tierra y un comportamiento inverso se puede ver en las aves de tierra.​ No obstante, la mayor parte de las migraciones de aves tiene lugar en el rango de 150 metros a 600 metros. En lo registrado acerca de la colisión de aves en los Estados Unidos se determinó que la mayoría de los choques tienen lugar a altitudes bajo los 600 metros y casi ninguno por arriba de 1.800 metros.​

La mayor parte de las variedades de pingüinos realizan migraciones regulares nadando. Dichas rutas pueden abarcar más de 1.000 kilómetros. El gallo de las Rocosas (Dendragapus obscurus) efectúa migraciones altitudinales caminando mayormente. Los emúes en Australia han sido vistos efectuando caminatas de prolongadas distancias en tiempo de sequías.

Visión Histórica

Las observaciones iniciales que registraban la migración de aves son de unos 3.000 años atrás, referidas por Hesíodo, Homero, Heródoto, Aristóteles y otros. La Biblia igualmente cita migraciones, como en el Libro de Job (39:26), en el que se hace el cuestionamiento: «¿Es por tu talento que se recubre de plumas el halcón y abre sus alas hacia el sur?» El profeta Jeremías (8:7) refirió: «Hasta la cigüeña, en el firmamento, conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla conocen la hora en la que migrar«.

Aristóteles relata que las grullas se desplazan de las llanuras escitas a las ciénagas de las cabeceras del Nilo. Plinio el Viejo en su «Naturalis Historia» reitera lo observado por Aristóteles. Por otro lado Aristóteles planteó que las golondrinas y demás aves hibernaban. Esta convicción se mantuvo inclusive hasta 1878, fecha en la cual Elliott Coues realizó un listado de al menos 182 trabajos concernientes a la hibernación de las golondrinas.

Solo fue a inicios del siglo XIX cuando fue admitida la migración como causante de la desaparición en temporada invernal de las aves en los climas del norte. El hallazgo de cigüeñas blancas en Alemania, las cuales fueron heridas con flechas africanas aportaron pistas acerca de la migración. Uno de los más antiguos ejemplares flechados fue localizado en las cercanías de la aldea alemana de Klütz en el estado de Mecklenburg-Vorpommern.

Aves migratorias

Migración a Larga Distancia

La tradicional imagen de la migración está constituida por las aves de tierra norteñas como las golondrinas y aves rapaces efectuando prolongados vuelos hacia los trópicos. Numerosos patos, gansos y cisnes que realizan su reproducción en el norte, son igualmente migrantes de vastas distancias, no obstante necesitarían desplazarse al sur sólo lo necesario para rehuir de las aguas que comienzan a congelarse en sus regiones árticas de cría.

La mayor parte de las variedades de Anatidae del Holártico se quedan en el hemisferio norte, pero en naciones con climas más templados. Como ejemplo, Anser brachyrhynchus (ganso de pico corto) hace su migración de Islandia a Gran Bretaña y países cercanos. Las rutas de migración y las áreas de invernada son las típicas y los jóvenes las aprendieron a través de su migración inicial al lado a sus padres. Ciertos patos, como Anas querquedula (cerceta carretota), se desplazan total o parcialmente hacia los trópicos.

Iguales consideraciones sobre los impedimentos y rodeos que se aplican a las aves de tierra migrantes para prolongadas distancias, son propios de las aves acuáticas, pero a la contraria: un gran territorio de tierra sin acuatorios que brinden un lugar de alimentación es un obstáculo para un ave acuática. El mar abierto igualmente es una barrera para un ave cuya alimentación se encuentra en aguas costeras.

Se hacen rodeos para eludir esas barreras: por ejemplo, Branta bernicla (ganso de collar) que viaja de la Península de Taimir al Mar de Frisia (Holanda, Alemania y Dinamarca) se desplaza por la vía del litoral del Mar Blanco y el Mar Báltico en vez de cruzar de forma directa el océano Ártico y el norte de Escandinavia.

Una situación parecida sucede con las aves limícolas (Charadriiformes). Numerosas especies como Calidris alpina (correlimos común) y Calidris mauri (correlimos de Alaska) realizan extensos recorridos desde sus zonas de cría en el Ártico hasta sitios más calurosos del mismo hemisferio, pero otras como Calidris pusilla (correlimos semipalmeado) recorren inmensas distancias hasta los trópicos.

Así como los grandes y vigorosos patos y gansos (Anseriformes), las limícolas son extraordinarias voladoras. Esto quiere decir que las aves que invernan en zonas templadas cuentan con la capacidad de efectuar movimientos adicionales breves en el caso de que tenga lugar un tiempo muy inclemente.

Para algunas variedades limícolas, obtener una migración exitosa va a depender de que exista disponibilidad de recursos alimenticios esenciales en los sitios de parada de toda la ruta migratoria. Esto le proporciona a las migrantes una ocasión de reabastecerse para el siguiente tramo del viaje. Ciertos ejemplos de sitios importantes de detención de migratorias son Bahía de Fundy y Bahía de Delaware.

Algunos ejemplares de Limosa lapponica (becasina o aguja colipinta) cuentan con el récord del vuelo más prolongado sin detenciones que se haya registrado para un ave migratoria, recorren 11.000 kilómetros desde Alaska hasta sus zonas de estación no reproductiva en Nueva Zelanda.​ Previo a la migración, el 55 por ciento del peso de su cuerpo es grasa que ha acumulado para dar energía a este viaje sin interrupciones.

La migración de las aves marinas es semejante en patrón a la de Charadriiformes y Anseriformes. Unas, como Cepphus grylle (arao de alas blancas) y ciertas gaviotas son muy sedentarias, en tanto que, otras, como la mayor parte de los charranes y alcas que efectúan su cría en áreas templadas del hemisferio norte, se desplazan distancias variables al sur a lo largo del invierno.

El mayor recorrido de migración entre todas las aves lo efectúa Sterna paradisaea (charrán ártico) y se queda a la luz del día más que cualquier otra ave, al desplazarse de sus zonas de cría en el Ártico a la región antártica a través de la estación no reproductiva. Un charrán ártico, al que se le colocó una anilla identificativa siendo un pollo en las Islas Farne, ubicadas a lo lejos  del litoral oriental británico, llegó a Melbourne, Australia, en apenas tres meses tras su emplumado; una travesía marítima de 22.000 kilómetros.

Aves migratorias

Algunas aves marinas, como Oceanites oceanicus (pamperito de Wilson) y Puffinus gravis (pardela capirotada), efectúan su cría en el hemisferio sur y se desplazan al norte en el invierno austral. Las aves marinas cuentan con la ventaja adicional de poder obtener alimento a lo largo de su migración sobre aguas abiertas.

Las variedades más pelágicas, primordialmente Procellariiformes, son grandiosas vagabundas, y los albatros de los océanos australes pueden volar alrededor del planeta en la temporada no reproductiva. Las aves Procellariiformes se diseminan ampliamente sobre considerables zonas de océano abierto, pero se reúnen cuando el alimento se encuentra disponible.

Muchas se encuentran igualmente entre las migrantes a grandes distancias; Puffinus griseus (pardela o pamperito oscuro) que nidifican en las Islas Malvinas vuelan 14.000 kilómetros entre el territorio de cría y el norte del océano Atlántico mar afuera de Noruega. Ciertos Puffinus puffinus (pardela pichoneta) realizan este misma travesía al contrario. Al ser aves que viven mucho, pueden acumular grandes distancias recorridas, que en un ejemplar fueron estimadas en unos 8 millones de kilómetros a lo largo de su vida verificada de más de 50 años.

Ciertas aves grandes de extensas alas son dependientes de las columnas de aire caliente que ascienden para posibilitarles planear. Entre ellas están incluidas numerosas aves rapaces como buitres, águilas y gavilanes y asimismo las cigüeñas. Estas aves realizan su migración de día.

A las aves migratorias de estas agrupaciones se les dificulta atravesar grandes cuerpos de agua, puesto que las columnas termales únicamente se conforman sobre tierra, y estas aves no pueden sostener el vuelo activo por prolongadas distancias. El Mediterráneo y otros mares son, por ende, importantes obstáculos para las aves planeadoras, que son obligadas a cruzar por los puntos más angostos.

Aves migratorias

Una considerable masa de enormes rapaces y cigüeñas cruzan a través de zonas como Gibraltar, Falsterbo y el Bósforo en temporada de migración. Las especies más frecuentes, como Pernis apivorus (halcón abejero), se cuentas por centenares de miles en otoño. Otros impedimentos, como las cadenas de montañas, igualmente pueden ocasionar inmensas concentraciones, sobre todo de migrantes diurnas de gran tamaño. Este es un elemento notorio en el cuello de botella para la migración de América Central.

Gran parte de las aves insectívoras más modestas, entre las que se incluyen las currucas, colibríes y papamoscas, migran extensas distancias usualmente de noche. Descansan a lo largo de la mañana y se alimentan por algunos días antes de proseguir la migración. Las aves son denominadas «de paso» en las zonas en la cual hacen su aparición de modo transitorio en breves estadías a través del viaje migratorio.

Al migrar de noche, las migrantes nocturnas reducen el peligro de los depredadores, y eluden el recalentamiento que podría ser ocasionado por la energía consumida a lo largo del vuelo en distancias tan prolongadas. Esto igualmente les posibilita alimentarse en el día para restituir energía para la noche. Al migrar de noche se paga el precio de la pérdida de sueño. Las migrantes deben tener la capacidad de conseguir un sueño de calidad alterada a lo largo del vuelo para resarcir esta pérdida.

Migración a Corta Distancia

Gran parte de las migrantes de prolongada distancia de la sección anterior están de forma efectiva programadas en sus genes para reaccionar a la longitud variable del día. No obstante numerosas especies se desplazan distancias más breves, pero lo hacen únicamente en respuesta a situaciones climáticas dificultosas.

De tal manera que las que tienen su reproducción en cumbres y páramos, como Tichodroma muraria (treparriscos) y Cinclus cinclus (mirlo acuático), pueden con apenas desplazarse en altitud rehuir de las tierras elevadas frías. Otras variedades como Falco columbarius (esmerejón) y Alauda arvensis (alondra común) se desplazan algo más, hacia el litoral o a una área más sureña. Especies como Fringilla coelebs (pinzón vulgar) no son de migrar en Gran Bretaña, pero se desplazarán al sur o a Irlanda si el clima es muy frío.

Aves migratorias

Las migrantes paseriformes de breve recorrido cuentan con dos orígenes evolutivos. Las que poseen parientes que migran prolongadas distancias dentro de la misma familia, como Phylloscopus collybita (mosquitero común), que son variedades originales del hemisferio sur que han abreviado gradualmente su viaje de retorno hasta quedarse en el hemisferio norte.

Las especies que en su familia no cuentan con parientes de extensas migraciones, como en Bombycilla, se desplazan solo en reacción a la temporada invernal, más que por expandir sus ocasiones reproductivas. En los trópicos varia muy poco la duración de las horas de luz en todo el año, y siempre es lo bastante cálido como para un apropiada provisión de alimentos. Separadamente de los desplazamientos estacionales de las variedades invernantes del hemisferio norte, gran parte de las especies se trasladan distancias variables de acuerdo a la pluviosidad.

Cuantiosas zonas tropicales cuentan con estaciones lluviosas y secas, los monzones de la India son tal vez el ejemplo que más se conoce. Un espécimen de ave cuya repartición está relacionada a la pluviosidad es el martín pescador arbóreo Halcyon senegalensis (alción senegalés) del occidente de África. Hay unas pocas variedades, son notorios los cucos, que son auténticos migrantes de prolongadas distancias dentro de los trópicos. Un modelo es Cuculus poliocephalus (cuco o cuclillo menor), que se reproduce en la India y transcurre la estación no reproductiva en África.

En las elevadas montañas, como en las cordilleras de los Himalayas y los Andes, hay igualmente desplazamientos estacionales altitudinales en numerosas especies, y otras pueden efectuar migraciones de importante recorrido. Ficedula subrubra (papamoscas de Cachemira) y Zoothera wardii (zorzal de Ward), los dos del Himalaya se desplazan tan lejos al sur como las tierras elevadas de Sri Lanka.

Irrupciones y Dispersión

En ocasiones coyunturas como una propicia estación de cría seguida de carencia de recursos alimenticios en el año próximo conducen a una irrupción, donde grandes cantidades de una especie se desplazan mucho más allá de su rango usual. Bombycilla garrulus (ampelis europeo), Carduelis spinus (lúgano), y Loxia curvirostra (piquituerto común) son variedades que exhiben esta alteración impredecible en su número cada año.

Aves migratorias

Las regiones templadas de los continentes del sur cuentan con amplias zonas áridas, sobre todo en Australia, y el occidente del sur de África, y desplazamientos ocasionados por el clima son frecuentes pero no siempre se pueden predecir. Unas dos semanas de poderosas lluvias en una zona u otra del regularmente seco centro de Australia, por ejemplo, provoca el incremento exagerado de plantas e invertebrados, lo cual atrae aves de todos lugares.

Esto puede acontecer en cualquier temporada del año, y, en cualquier zona definida, puede no ocurrir de nuevo en diez años o más, ya que depende de lo frecuente de los períodos de “El Niño” y “La Niña”. La migración de aves es un evento que primordialmente tiene lugar, aunque no completamente, del hemisferio norte. En el hemisferio sur, la migración estacional usualmente es mucho menos manifiesta, y para lo cual existen diversas razones.

En primer lugar, las amplias masas de tierra u océanos, sin mayores obstáculos, usualmente no concentran las migraciones por vías angostas y evidentes, y por ende, un observador humano se da menos cuenta de ello.

Por otro lado, al menos para aves de tierra, las zonas climáticas usualmente se desvanecen una en la otra a lo largo de enormes distancias en vez de encontrarse completamente separadas: esto quiere decir que en vez de realizar una larga travesía sobre un hábitat no adecuado para llegar a un destino específico, las variedades migratorias habitualmente pueden moverse lenta y relajadamente, procurando alimento a la vez que avanzan.

Sin suficientes estudios de anillado no se hace evidente en estos casos que las aves contempladas en un región en particular de acuerdo al cambio estacional son de hecho integrantes distintas de la misma variedad que van pasando progresivamente continuando su ruta hacia el norte o el sur.

En efecto numerosas especies si crían en áreas templadas del sur y realizan su invernada más al norte en los trópicos. En África, Hirundo cucullata (golondrina cabecirrufa o franjeada grande), y en Australia, Myiagra cyanoleuca (papamoscas satinado), Eurystomus orientalis (carraca verde dólar) y Merops ornatus (abejaruco arcoíris) por ejemplo, efectúan su invernada muy al norte de su zona de cría.

Fisiología y Control

El control de las migraciones, su determinación en el tiempo y la respuesta a ellas son regulados genéticamente y al parecer son características primitivas que se encuentran presentes inclusive en numerosas especies no migratorias. La destreza para navegar y orientarse de forma independiente a través de las migraciones es un suceso mucho más complejo el cual incluye tanto programas endógenos como enseñanza.

Bases Fisiológicas

El principio fisiológico de la migración lleva incluido procesos endógenos, generados por estímulos externos, que recibe el sistema nervioso central (SNC). (Gwinner 1986; Ketterson and Nolan 1990; Healy et al.1996; Birgman 1998).

Como «emisarios» del proceso se hallan las hormonas neuroendocrinas y endocrinas segregadas vía hipotálamo-hipófisis. La necesidad migratoria cuenta con un poderoso factor genético: hay experimentos con lavanderas boyeras (Motacilla alba) en los que distintas poblaciones en zonas geográficas semejantes tienen caracteres migrantes muy desiguales (Curry-Lindahl, K. 1958).

La actividad migratoria ocasiona cambios relevantes en la fisiología del animal, donde sobresalen la hiperfagia, el incremento de hematocrito en sangre y ciertos cambios de conducta como el gregarismo.

Cambios que se Producen en el Ave

En la etapa premigratoria el ave primordialmente incrementa su nivel de lípidos (Blem 1990). Las grasas son la más importante fuente de energía en este proceso, se almacenan particularmente en el tejido adiposo, músculos y órganos internos (George and Berger 1966). Entre las zonas más relevantes de almacenamiento de grasa se hallan: la clavícula, el coracoides, los costados, el abdomen, la pelvis y el área del trasero (King and Farner 1965).

Los ácidos grasos que se consumen durante la actividad migratoria (preponderancia de ácidos grasos insaturados) no son aquellos utilizados durante la etapa de nidificación (prevalecen los ácidos grasos saturados) (Conway et al. 1994). Como se mencionó previamente, la grasa se almacena en los músculos, más no en el corazón. El almacenamiento de grasas en la etapa premigratoria es bastante conocido desde muchos años atrás por los gourmets quienes optan por los que migran en esta época pues su carne es más delicada y con mayor riqueza en grasa.

De acuerdo a la distancia a transitar a lo largo del proceso migratorio el ave almacena más o menos reservas. Las grasas, sumado a que proveen energía para los músculos, contribuyen a la termorregulación del ave a través del proceso. En la migración el ave igualmente incrementa el gasto proteico y de carbohidratos. En la etapa pre-migratoria el ave padece un proceso hiperfágico: se ha evidenciado que asimismo en esa fase el ave cuenta con mayor capacidad de restauración de reservas.

Bases Neuronales y Hormonas Implicadas en los Procesos Migratorios

Un grupo de glándulas endocrinas ayudan a la definición del impulso migratorio. La hipófisis aparece en posición  destacada, representando el rol de puesto de control del organismo, e igualmente a causa de su sensibilidad a los elementos de iluminación. Agregado a la hipófisis se ha señalado la relevancia de la tiroides (controla el desplazamiento de grasas en la termorregulación) y las gónadas (Rowan, W.1939, infería de sus experimentos que para el proceso migratorio era requisito indispensable un desarrollo intermedio gonadal).

  • Los elementos ambientales condicionan la actividad migratoria, afectando de forma directa a las glándulas previamente mencionadas, por ejemplo:
  • Para el caso de la tiroides, hay cuantiosos incidentes de aves que migran enormes distancias «impulsadas» por poderosas olas de frío.
  • La hipófisis se ve abiertamente influida por el fotoperiodo (tiempo expuesto a la luz diurna), cada variedad, cría y migra de acuerdo a sus márgenes idóneos de fotoperiodo. Se han realizado experimentos con aves en cautiverio en los que se pudo corroborar que únicamente con el estímulo del fotoperiodo las aves manifestaban agitación orientada a sus sitios de migración.

La prolactina, la somatotropina, la hormona pancreática, la hormona hipofisial, catecolaminas e insulina desempeñan un rol esencial en el almacenamiento de grasas, en la hipertrofia muscular y en el incremento del hematocrito (Ramenofsky and Boswell 1994).

  • Catecolaminas, hormonas del desarrollo y corticosterona hacen parte en el desplazamiento de grasas (Ramenofsky 1990).
  • La corticosterona y la testosterona son de gran relevancia en la migración de aves en las noches (Gwinner 1975).
  • La melatonina posee un rol sustancial en cómo se organiza la migración y la orientación (Beldhuis et al. 1988; Schnneider et al. 1994).

Factor Cronológico Desencadenante

El estímulo fisiológico fundamental para la migración es la variación en la duración del día. Estas alteraciones están vinculadas con modificaciones hormonales en las aves. En el lapso previo a la migración, numerosas aves manifiestan una mayor actividad o “Zugunruhe” (en alemán: turbación migratoria) al igual que alteraciones fisiológicas como aumento del almacenamiento de grasas.

La aparición de este fenómeno, inclusive en aves en cautiverio sin estímulos del ambiente (por ejemplo, días más cortos o reducción de la temperatura) aporta señales del papel de programas endógenos con regularidad anual en la regulación de la migración de las aves.

Estas aves en jaulas manifiestan una dirección preferida de vuelo que concuerda con la dirección de la migración que ellas hubiesen tomado de estar libres, inclusive alterando sus rumbos preferenciales casi al unísono que los individuos silvestres de su especie modifican su curso. En las variedades en las que está presente la poliginia y un dimorfismo sexual marcado, hay una propensión a que los machos retornen más pronto que las hembras a los lugares de reproducción, lo cual lleva el nombre de protoandria.

Orientación y Navegación

Las aves se guían merced a variados sensores. En numerosas especies se ha determinado la utilización de una brújula solar. Emplear al sol para conseguir la ruta implica hacer compensaciones en la variación de su posición en base a la hora del día. La navegación igualmente se ha determinado que se fundamenta en la mezcla de otras destrezas en las que se incluyen  la localización de campos magnéticos, el empleo de marcas de referencia visuales así como rastros olfatorios.

Se considera que las aves migrantes de prolongadas distancias se diseminan al ser jóvenes y se vinculan a potenciales lugares de cría y a espacios de invernada predilectos. Toda vez que el apego al lugar se ha generado, exhiben una elevada lealtad al sitio, ya que lo visitan año tras año.

La destreza de las aves para navegar a través de las migraciones no puede ser totalmente explicada en base a la programación endógena, inclusive con la contribución de las respuestas a estímulos del ambiente. La competencia de efectuar exitosamente migraciones a extensas distancias posiblemente sólo puede entenderse si se tiene en cuenta la cualidad cognitiva de las aves para el reconocimiento de hábitats y para la formación de mapas mentales.

El monitoreo satelital de rapaces que migran de día como Pandion haliaetus (águila pescadora) y Pernis apivorus (halcón abejero) ha determinado que los sujetos más viejos son más eficaces a la hora de corregir el rumbo de llegar a ser desviados por el viento. Como señalan los modelos con ritmos anuales, hay un potente componente genético para la migración de acuerdo a la determinación cronológica y de ruta, pero éste puede ser alterado por influjos ambientales.

Un ejemplo de interés acerca del cambio de ruta migratoria ocasionado por obstáculos geográficos es la propensión de algunas Sylvia atricapilla (curruca capirotada) de Europa central de migrar al occidente e invernar en Gran Bretaña en vez de atravesar los Alpes. Las aves que migran pueden emplear dos instrumentos electromagnéticos para localizar su sitio de destino: uno que es completamente innato (magnetorrecepción) y otro que es dependiente de la experiencia.

Un ave joven en su vuelo inicial de migración coge el rumbo correcto según el campo geomagnético pero no sabe cuán distante ha de volar. Lo consigue mediante un «mecanismo radical dual» que es dependiente de la luz y el magnetismo por medio del cual reacciones químicas, en particular de fotopigmentos que detectan la luz de longitud de onda larga, son impactadas por el campo magnético.

Se ha de notar que aunque éste sólo opera en las horas diurnas, no emplea la posición solar en modo alguno. A esta altura el ave actúa como un niño excursionista con brújula pero carente de mapa, hasta que va adecuándose al trayecto y puede utilizar sus otras destrezas. Al experimentar, aprende varios puntos referenciales; esta «cartografía» se efectúa por medio de receptores que se basan en magnetita en el sistema trigeminal, el que le señala al ave cuan intenso está el campo magnético.

Dado que las aves se desplazan entre áreas del hemisferio norte y del hemisferio sur, la intensidad del campo magnético en distintas latitudes le posibilita reconocer el «mecanismo radical dual» con más acierto, y saber si ha alcanzado su destino. Estudios de reciente fecha han conseguido un nexo neuronal entre el ojo y el «agrupamiento N», la sección del cerebro anterior que se encuentra activa a través de la orientación migratoria, insinuando que las aves pueden verdaderamente ser capaces de «observar» el campo magnético terrestre.

Vagabundeo

Las aves en su actividad migratoria pueden extraviarse y hacer su aparición fuera de su zona de distribución regular. Esto se puede deber a que superan su sitio de destino, por ejemplo, que vuelen más al norte que la zona de cría usual. Este es un mecanismo que puede ocasionar enormes rarezas, al suceder que aves jóvenes regresen atrás como vagabundos por centenares de kilómetros en los que se excedieron su rango. Se le otorga el nombre de migración revertida, el cual da a entender que en tales aves fracasa la ejecución adecuada del programa genético.

Ciertas áreas se han hecho célebres como sitios de observación de aves dada su localización. Por ejemplo el Parque Nacional Point Pelee en Canadá, y Cabo Spurn en Inglaterra. El desvío en la migración de aves que se encuentran fuera de curso debido al viento puede manifestarse en la «arribazón» de gran cantidad de migrantes en lugares costeros.

Acondicionamiento del Instinto Migratorio

Se ha posibilitado enseñar una ruta de migración a un grupo de aves, por ejemplo, como parte de programas de reinserción. Luego de un ensayo con Branta canadensis (ganso de Canadá), se emplearon aviones superlivianos en Estados Unidos para instruir rutas migratorias seguras a ejemplares reinsertados de Grus americana (grulla blanca americana).

Factores Evolutivos y Ecológicos

El que una variedad de ave migre está supeditado a una cantidad de factores. El clima de la zona de cría es relevante, y escasas especies pueden tolerar los severos inviernos del interior de Canadá o el norte de Eurasia. De esa modo tenemos que es parcialmente migratorio el Turdus merula (mirlo euroasiático), el cual es totalmente migratorio en Escandinavia, pero no con las temperaturas más templadas del sur de Europa. La naturaleza del alimento primordial igualmente es crucial.

La mayor parte de los que se especializan en alimentarse de insectos fuera de los trópicos son migrantes de prolongadas distancias, y cuentan con pocas elecciones más que partir al sur para transcurrir el invierno. En ocasiones los factores están menudamente balanceados. Las tarabillas Saxicola rubetra (la norteña) de Europa y Saxicola maura (la siberiana) de Asia son aves migrantes de grandes distancias cuya invernada tiene lugar en el trópico, entretanto su pariente próximo Saxicola rubicola (la europea o común) es un ave que reside en gran parte de su rango, y se desplaza únicamente breves distancias desde el norte y el este más fríos.

Un probable factor aquí es que las variedades residentes frecuentemente pueden conseguir una nidada adicional. Estudios recién efectuados indican que los paseriformes que migran prolongadas distancias son de procedencia evolutiva sudamericana y africana en vez de ser nativas del hemisferio norte. Son en verdad especies sureñas que van al norte para efectos reproductivos en vez de variedades norteñas que van al sur de invernada.

Estudios teóricos demuestran que los desvíos y rodeos en sus rutas de vuelo que aumentan la distancia de vuelo hasta en un 20% serán frecuentemente adaptativos desde una perspectiva aerodinámica, un ave que se colma de alimentos para atravesar una ancha barrera vuela con menor eficiencia. No obstante ciertas especies exhiben circuitos de rutas migratorias que revelan una dilatación histórica del rango de distribución y están alejados de ser óptimos de acuerdo a la ecología.​

Un ejemplo es el proceso migratorio de la población de todo el continente de Catharus ustulatus (zorzalito de Swainson), que se desplaza muy al este cruzando Norteamérica antes de desviarse al sur vía la Florida para lograr el norte de Sudamérica. Se estima que esta ruta sea un resultado de un agrandamiento del rango que sucedió unos 10.000 años atrás. Los rodeos pueden ser igualmente provocados por condiciones de viento distintas, peligro de predación, y demás factores.

Cambio Climático

Se espera que los cambios climáticos a gran nivel afecten la cronodeterminación de la migración, y los análisis han evidenciado una diversidad de efectos incluidos las variaciones cronológicas en la migración​, en la temporada de cría,​ así como en los declives poblacionales.​

Efectos Ecológicos

El proceso migratorio de las aves igualmente coadyuva al traslado de otras variedades entre las que se incluyen las de ectoparásitos como garrapatas y piojos, los que simultáneamente pueden cargar microorganismos inclusive agentes generadores de enfermedades humanas. Ha habido un enorme interés a causa de la expansión planetaria de gripe aviar, no obstante a las aves migratorias no se les considera una amenaza de importancia.​ Ciertos virus que se conservan en las aves sin efecto mortal, como el West Nile virus pueden, no obstante, diseminarse a causa de la migración de las aves. ​

Las aves pueden desempeñar igualmente un papel en la profusión de propágulos de plantas y plancton. ​Ciertos depredadores se aprovechan de la concentración de aves a lo largo de la migración. El murciélago Nyctalus lasiopterus (noctulo mayor) tiene como alimento pájaros migratorios nocturnos.​ Ciertas aves rapaces se han especializado en Charadriiformes migratorias.

Técnicas de Estudio

La actividad migratoria de las aves ha sido analizada por una diversidad de técnicas de las que el anillado es la de mayor antiguedad. La marca con colores, el empleo de radar, el monitoreo satelital y análisis de isótopos estables de Hidrógeno (o Estroncio) son otras de las técnicas utilizadas en el estudio de las migraciones. Un procedimiento para precisar la intensidad migratoria emplea micrófonos que apuntan hacia arriba para el registro de los llamamientos de contacto nocturnos de las bandadas que pasan en vuelo. Estas son posteriormente analizadas en un laboratorio para calcular tiempo, frecuencia y variedades de aves.

Una práctica más añeja para calcular la migración implica la observación de la faz de la luna llena y hacer el conteo de las siluetas de bandadas de aves mientras vuelan de noche. Los estudios de la conducta de orientación han podido realizarse tradicionalmente empleando variantes de un aparato que se denomina como embudo de Emlen el cual está compuesto por una jaula circular protegida arriba con vidrio o con un tejido de alambres de modo que arriba se pueda contemplar el cielo, o la bóveda de un planetario o con otros incentivos ambientales controlables.

La conducta de orientación de aves dentro de este aparato es examinada cuantitativamente empleando la distribución de las huellas que el ave va dejando en las paredes de dicha jaula.​ Otros procedimientos utilizados en estudios de retorno a casa de palomas emplean la dirección en que el ave se desvanece en el horizonte.

Amenazas y Conservación

Las actividades del hombre han puesto en amenaza a numerosas especies de aves migratorias. Los recorridos involucrados en sus migraciones demuestran que ellas frecuentemente atraviesan las fronteras de naciones y las medidas para su preservación necesitan la cooperación internacional. Diversos acuerdos internacionales se han suscrito para la protección de especies migratorias entre los que se incluyen la Migratory Bird Treaty Act de 1918 de los Estados Unidos (tratado con Canadá, México, Japón y Rusia)  y el Acuerdo Africano-Euroasiático de Aves Acuáticas Migratorias.​

La aglomeración de aves a lo largo de la actividad migratoria puede poner a las especies bajo peligro. Algunas de las variedades migrantes de mayor espectacularidad ya han desaparecido, la más notoria es Ectopistes migratorius (paloma viajera). A través de sus migraciones las bandadas contaban con 1,6 kilómetros de amplitud y 500 kilómetros de largo, y les tomaba unos cuantos días para pasar y contenía hasta mil millones de aves.

Entre otras zonas de gran importancia se incluyen las áreas de detención provisoria entre las regiones de cría y las de invernada. Un análisis de captura y recaptura de paseriformes migrantes que tienen elevada lealtad a sus territorios de cría e invernada no exhibió una vinculación rigurosa parecida con las áreas de detención provisoria.

Las actividades de cacería a lo largo de las rutas de migración puede ocasionar una gran mortandad. Las poblaciones de Grus leucogeranus (grulla siberiana) que hacen su invernada en la India descendieron en razón de la caza en las rutas de tránsito, sobre todo en Afganistán y Asia Central. Por última ocasión estas aves fueron contempladas en 2002 en su sitio predilecto de invernada en el Parque Nacional de Keoladeo.

El proceso migratorio de las aves se ha visto afectado merced al levantamiento de elementos como las líneas eléctricas, molinos de viento y plataformas de petróleo en alta mar. ​La devastación del entorno natural por la variación en la utilización de la tierra es, no obstante, el desafío más grande y los territorios húmedos de tierras bajas, que son los lugares de detención provisoria de invernada para aves migratorias, están amenazados sobre todo debido al drenaje y las reclamaciones para su utilización humana.

Recuento Histórico de las Aves Migratorias

Ya desde tiempos remotos el fenómeno de la migración ha producido fascinación, interrogantes y reflexiones en todo tipo de persona. Se ha constituido en fuente de inspiración de poetas, brujos y oráculos, quienes adivinaban  el porvenir en el volar de las aves, las irrupciones de ciertas especies eran anuncio de guerra o el arribo de alguna epidemia. En ciertos pueblos de España con el vuelo de las aves, primordialmente golondrinas y vencejos, se podía predecir si llovería o no.

Los poetas sentían admiración por las especies más vistosas y cantoras como las golondrinas, cigüeñas, ruiseñor, etc… Entretanto los cazadores mostraban interés por variedades cuya cuantía de alimento y sabor era mayor, simultáneamente nuestro refranero esta colmado de alusiones a las aves migradoras como «Por San Blas a la cigüeña mirarás» o » En Sant Frances agarra el reclamo y ve» para el caso de la cacería del zorzal.

Ese acontecimiento atrajo igualmente la atención de los pensadores y científicos de cualquier época, ya que gran parte de ellos procuraban explicar la presencia y desaparición de las aves en temporadas muy específicas del año, suceso que se reiteraba cada año. Así surgen alusiones en las Sagradas Escrituras, acerca de los desplazamientos de aves como las cigüeñas, tórtolas, golondrinas y grullas.

En la remota Grecia el filósofo Aristóteles en su texto » Historia de los Animales» reseñaba el fenómeno señalando que por el impacto del frío unas especies respondían trasladándose a zonas más cálidas, como las grullas y los pelícanos o bajando de las montañas, entretanto que otras ingresan en una especie de aturdimiento y se alojan en orificios para hibernar, de tal manera que las golondrinas se ocultan en agujeros donde pierden sus plumas, de los cuales emergen en primavera vestidas de un nuevo plumaje.

Para otras variedades aceptaba la transmutación registrando que los petirrojos (Erithacus rubecula) de invierno se convertían en colirrojos (Phoenicurus sp.) en verano. Por cuantiosos siglos estas teorías se tomaron como ciertas en las más altos círculos científicos, apenas si se sumaba algún aporte puntual como el de Olaus Magnus en el siglo XVI, quien señalaba que las golondrinas de los naciones septentrionales se zambullían agrupadas en las aguas de los canales, aconsejando a los pescadores jóvenes de la región que las dejasen en el mismo lugar si casualmente las sacan en sus redes, tal como lo hacían los pescadores de antaño.

Fue en el mismo siglo que el ornitólogo Pierre Belon comenzó a verlo más claramente señalando que a las aves de su natal Francia, algo les ocurría al desvanecerse en invierno y, no obstante, emergían en el norte de África, justo en el lugar en el cual no habían estado presentes en los meses previos. Está consideración fue muy criticada por los especialistas de ese tiempo que apoyaban la teoría de la hibernación.

Para el siglo XVIII el importante naturalista Linneo secundaba la teoría de Aristóteles en relación a la hibernación de la golondrina común (Hirundo rustica), que señalaba que moran bajo los techos de las viviendas de Europa, se zambullen en invierno y reaparecen en la primavera. En 1.770, Buffon refutó dicha teoría, evidenciando en su obra «Historia Natural de las Aves» que toda ave que se somete al frío, lejos de sucumbir en el letargo moría definitivamente. La única especie de ave con hibernación corroborada es el Caprimulgus vociferus, un chotacabras de Estados Unidos.

En 1.950 el científico J. Marshall atrapó tres ejemplares en Texas, con los que llegó a demostrar que las aves que se alimentaban regularmente se mantenían activas a lo largo de todo el invierno, pero ingresaban en hibernación al hacerles ayunar uno o dos días. La hibernación duraba de 12 horas a 4 días. La temperatura corporal bajaba hasta 6º C y no mostraban señale externas de respiración.

Desde entonces la mayor parte de los científicos admiten el hecho del proceso migratorio de las aves, pero popularmente aún se sigue creyendo que los cucos (Cuculus canorus), que anuncian la primavera se transforman en gavilanes (Accipiter nisus) al aproximarse el otoño, o como en poblados de Castilla (España) piensan que las abubillas (Upupa epops) se ocultan en agujeros arribado el invierno, llegándose a nutrir de sus propias heces. Hoy en día se admite que la migración no es única, existiendo muchas variantes, que sumado a su complejidad, se hace difícil proporcionar una definición única.

El evento de la migración no es particular de las aves, hallándose migraciones de gran regularidad y a grandes distancias en los cetáceos, en ciertos murciélagos, focas, renos, antílopes, tortugas marinas, mariposas, langostas, peces e inclusive en gusanos marinos, estos efectúan movimientos de forma instintiva, dado su carácter notablemente hereditario, a causa de sus procesos psico-fisiológicos.

Se considera que en la era Terciaria las aves que entonces existían ya efectuaban migraciones, ya que había variaciones entre áreas favorables y desfavorables de acuerdo a la época del año, a pesar de que cuantiosos estudiosos piensan que el punto original de la migración se produjo en las glaciaciones de la era Cuaternaria, en razón de las profundas modificaciones climáticas de ese tiempo. El arribo de los hielos que envolvieron gran parte de los continentes, no ocasionó una huida en masa de las aves, sino que gran parte de ellas murieron de frío y hambre.

Apenas algunos individuos en sus vagabundeos arribaron a zonas más favorables aunándose a las poblaciones locales. Más adelante y correspondiendo con el repliegue de los hielos se expandieron nuevamente al norte, del cual se vieron obligadas a partir cada invierno, practicando una severa selección natural que favorecía a las aves con ímpetu migratorio más potente.

Adicionalmente a estas aves se juntaron aves sedentarias de áreas más sureñas que de acuerdo a como los hielos se retiraban invadían las zonas desocupadas en la primavera-verano, para abandonarlas forzadas por el frío y hambre en el invierno.

La cantidad de especies que migran es muy alto, casi se puede asegurar que la totalidad de las especies efectúan desplazamientos relativamente significativos en alguna temporada del año, así por ejemplo, dentro de las aves rapaces hallamos variedades o subespecies que poseen sus zonas de cría en el hemisferio norte, trasladándose toda la población al sur en el invierno (variedades migrantes) para regresar al año siguiente.

De otras 42 especies únicamente los individuos que residen más al norte o más al sur en variedades australes, emigran para obtener mayor aportación alimenticia, permaneciendo por norma general los adultos más al norte o al sur que los jóvenes (variedades migrantes parciales). De dichas 42 especies 16 nidifican en Norteamérica y apenas 2 en Sudamérica. En Euroasía hay 80 variedades de rapaces que son de forma parcial migrantes y 9 en Asia oriental. En Australia existen 3 especies y 4 en Sudáfrica. Se ha estimado que la cuarta parte de rapaces que aún existen realizan migraciones prenupciales de relativa importancia.

En Norteamérica de las 650 variedades de aves, 332 de ellas son migrantes y de ellas 227 son especies de bosque y maleza. Se estima que entre 500 y 1.000 millones de sujetos de estas especies parten rumbo al trópico americano en el cual viven 7-8 meses. De acuerdo a como nos desplazamos hacia el sur de América la cantidad de aves es menor así, el 51 % de las variedades migrantes se ubican en los bosques de México y las islas del norte del Caribe. El 30 % en la península de Yucatán y en la mayor parte de las islas caribeñas. El 10-20 % en Costa Rica, un 13 % en Panamá, del 6-12 % en Colombia y del 4 al 6 % en la Amazonía de Ecuador, Perú y Bolivia.

Migración de Aves Nocturnas

Las variedades de aves nocturnas que migran en primavera al parecer están realizando unas paradas antes de cuando les tocaba hacerlas hace 2 décadas, lo que se ha atribuido al cambio climático. De acuerdo a lo publicado en la revista ‘Nature Climate Change’, se ha llegado a comprobar que la temperatura y el momento de inicio de la migración estaban sumamente coordinados, y las más grandes alteraciones para su arranque tuvieron lugar en las regiones que se calentaron con más rapidez. No obstante, estos cambios fueron menos obvios en otoño.

Kyle Horton, de la Universidad Estatal de Colorado (CSU); con el especialista en inteligencia artificial Dan Sheldon, de la Universidad de Massachusetts Amherst, y Andrew Farnsworth, del Laboratorio de Ornitología de Cornell, describieron cómo realizaron el análisis de 24 años de datos de radar de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) para este estudio acerca de la actividad migratoria nocturna de aves.

Horton reseña la extensión de la investigación, con la cual se siguió las conductas migratorias nocturnas de centenares de especies que representan millares de millones de aves, como «esencial» para entender y aprender más respuestas acerca de los patrones migratorios variables.

«Ver variaciones en el tiempo a escalas continentales es verdaderamente emocionante, particularmente teniendo en cuenta la variedad de conductas y estrategias empleadas por las numerosas especies que son captadas por los radares», indica, y añade que los cambios que se observaron no forzosamente quieren decir que los migrantes conserven el ritmo del cambio climático. Farnsworth afirma que la investigación del grupo responde, por vez inicial, interrogantes clave acerca de las aves y el cambio climático.

«La migración de aves se adecuó en gran parte como reacción al cambio climático. Es un evento global que implica a millares de millones de aves cada año. Y no asombra que los desplazamientos de las aves prosigan los cambios climáticos. Pero cómo respondieron los grupos poblacionales de aves en una era de cambios raudos y extremos en el clima se consideró un enigma. La captura de las escalas y las magnitudes de la actividad migratoria en el espacio y el tiempo han sido irrealizable hasta tiempos recientes», destaca.

Horton señala que el poder acceder a los datos y la computación en la nube aumentó en suma medida la capacidad del grupo para resumir los hallazgos. «Para el procesamiento de todos estos datos, sin la computación en la nube se requeriría más de un año continuo de procesamiento de datos», apunta. En contraste, el grupo lo pudo conseguir  en un tiempo próximo a 48 horas.

Como indica Sheldon, de estos movimientos de aves se han tenido registros por décadas gracias a la red de radares de escaneo continuo de los Servicios Meteorológicos Nacionales, pero hasta recién estos datos no estaban disponibles para los investigadores de aves, en parte a causa de la enorme cantidad de información y la carencia de herramientas para su análisis, lo que solo posibilitaba estudios limitados.

Para esta investigación, Amazon Web Services permitió acceso a los datos. Adicionalmente, una nueva herramienta, ‘MistNet’, la cual desarrolló Sheldon y sus compañeros de UMass Amherst con otros del Laboratorio Cornell, emplea el aprendizaje automático para obtener datos de aves de lo que registran los radares y sacar provecho de los archivos de radar que contienen décadas de datos. Su denominación hace referencia a las «redes de niebla» delgadas, casi imperceptible, que los ornitólogos utilizan para atrapar pájaros migratorios.

Como reseña Sheldon, ‘MistNet’ automatiza el proceso de un grupo masivo de datos con el que se ha calculado la actividad migratoria de aves en los Estados Unidos continentales por más de veinte años, con extraordinarios resultados de comparársele con los humanos que los llevan a mano. Emplea técnicas de visión por computadora para distinguir las aves de lo que es lluvia en las imágenes, un impedimento relevante que había desafiado a los biólogos por décadas.

«Anteriormente una persona se encargaba de observar cada imagen de radar para precisar si contenía lluvia o aves», indica. «MistNet, fue desarrollado como un sistema de inteligencia artificial para el reconocimiento de patrones en las imágenes de radar y suprimir la lluvia de forma automática», afirma.

El equipo de Sheldon realizó mapas previos de dónde y cuándo sucedió la migración en los anteriores 24 años y los estimuló para ilustrar, por ejemplo, las zonas de migración de mayor intensidad en los Estados Unidos continentales en un corredor ubicado al occidente del río Mississippi. ‘MistNet’ igualmente posibilita a los estudiosos calcular la velocidad de vuelo y las magnitudes de tráfico de las aves migratorias.

Horton indica que la ausencia de variación en los patrones de migración de otoño fue algo asombroso, pese a que la migración igualmente propende a ser «algo más desordenada» por esos meses. «En la primavera, se pueden ver irrupciones de migrantes que se desplazan a un ritmo sumamente rápido para alcanzar el lugar de reproducción. No obstante, en el otoño, no es tan grande la presión para arribar a los terrenos de invernada, y la migración propende a desplazarse a un ritmo más pausado».

Una mezcla de factores provoca que la migración otoñal sea de más difícil estudio, añade. En dicha estación, las aves no rivalizan por sus compañeros y el ritmo para arribar a su destino es más distendido. Asimismo existe un rango más extenso de edad de las aves que efectúan la migración, ya que los jóvenes al final se percatan de que igualmente requieren migrar.

Horton agrega que los descubrimientos tienen repercusiones para entender los patrones venideros de migración de aves, ya que las aves son dependientes de la comida y otros recursos al realizar la travesía. Durante el cambio climático, el tiempo de florecimiento de la vegetación o la presencia de insectos puede desincronizarse con el paso de las aves migratorias.

Indican que inclusive las variaciones sutiles podrían tener resultados negativos para la salud de las aves que migran. En el futuro, los estudiosos planifican extender su análisis de datos para incorporar Alaska, en la cual el cambio climático está produciendo impactos más severos que en los 48 estados del sur de esta nación.

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