Descubre las Aves Marinas, Especies y Más

Las Aves Marinas son una clase de aves que se encuentran adaptadas a los ambientes marinos. Se puede decir que su subsistencia depende del mar. Existen muchas clases de aves marinas de costumbres peculiares y de vistosos colores y formas, por eso te invitamos a que conozcas más de ellas leyendo este artículo.

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Las Aves marinas

Podrás darte cuenta de que son muy diferentes entre sí, respecto al estilo de vida, costumbres, comportamientos y aspectos fisiológicos. Al estudiarlas podrás darte cuenta de que entre ellas se presentan casos de evolución convergente, debido a que han evolucionado con adaptaciones parecidas ante dificultades de igual naturaleza, sobre todo en relación a los problemas del ambiente y de la alimentación.

Se tienen noticias de que las primeras aves marinas evolucionaron en el período Cretácico, aunque las familias modernas tuvieron su origen en el Paleógeno. Una característica general de las aves marinas es que suelen vivir mucho tiempo, su madurez sexual y reproducción se presenta más tarde que en las aves terrestres y en sus poblaciones se observan menos individuos jóvenes, que requieren más tiempo y dedicación de los adultos.

Muchas de estas especies establecen sus nidos en colonias, las cuáles pueden ser de diversos tamaños, desde una docena de aves y a millones. Algunas especies se conocen por efectuar extensas migraciones anuales, gracias a las cuales pueden tener que cruzar el ecuador o en muchos casos pueden circunvalar la Tierra.

Tienen muchos métodos para obtener sus alimentos. Unas pueden hacerlo en la superficie de las aguas marinas y otras pueden hacerlo en sus profundidades, e incluso entre sí. Podemos encontrar que existen especies costeras o pelágicas, mientras que otras pueden estar alejadas totalmente del mar en algunos períodos del año.

En lo que se refiere a la morfología de las aves marinas, diremos que ello obedece a muchas causas. Podemos poner por caso la simetría del cuerpo de las aves, que se establece por el tipo y la actividad que deben desempeñar durante el vuelo, y que puede agruparse en categorías como caza, movilización a los lugares de anidación o reproducción y migración.

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La masa corporal de un ave marina promedio es de aproximadamente 700 g, la envergadura de sus alas es de alrededor de 1,09 m y un área total de las mismas es de 0,103 m2. Pero estas mediciones van a depender de elementos como el mecanismo de vuelo y de la etiología de la especie.

Es muy extensa la crónica de la relación de las aves marinas con el ser humano. Siempre han generado comida a los cazadores, han brindado orientación a los pescadores cuando se dirigen a sus bancos de pesca y han guiado a los marineros hacia las costas. Motivado a que muchas de estas especies están en riesgo por las actividades que ejecutan los seres humanos, son tomadas en cuenta por los movimientos a favor de la conservación ambiental.

Clasificación

Comenzaremos por indicar que no existe una conceptualización científica única por medio de la cual se pueda establecer, sin lugar a dudas, cuáles grupos, familias y especies son aves marinas y la mayoría de las que existen son, en alguna medida, definiciones arbitrarias.​ La denominación ave marina no cuenta con ningún valor taxonómico; se trata sólo de una especie de agrupamiento, de alguna manera artificial, que no se usa por los científicos en su clasificación.

Podría llegar a pensarse que se trata de una forma de clasificación de taxonomía tradicional o coloquial, debido a que encierra múltiples grupos taxonómicos, pero excluye algunas especies. O como han dicho dos especialistas científicos en la rama, E. A. Schreiber y J. Burger, se trata de designarlas por la característica que tienen en común todas las aves marinas y es que se alimentan en el agua de mar, pero, como ocurre en otras afirmaciones biológicas, algunas de ellas no lo hacen así.

Tradicionalmente, se han clasificado como aves marinas a todos los esfenisciformes​ y procelariformes, al lado de todos los pelecaniformes, con excepción de los aníngidos y algunos caradriformes, compuestos por los estercoráridos, láridos, estéridos, álcidos y rincópidos. Es usual que se incluyan también a los falaropos, debido a que, a pesar de que se tratan de aves limícolas, dos de sus tres especies son oceánicas durante nueve meses al año, durante los cuales atraviesan el ecuador y se alimentan en el mar abierto.

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Los gaviformes y podicipediformes, que sin aves que anidan en los lagos, pero pasan el invierno en el mar, se clasifican como aves acuáticas. También hay algunos merginos dentro de la familia Anatidae que son verdaderamente marinos en la época de invierno, pero se los excluye por convención de este grupo. Muchas aves limícolas y ardeidas podrían ser consideradas marinas, debido a que habitan en la costa, pero no se les clasifica de esa forma.​

Evolución y registro fósil

Por razón de que las aves marinas tienen que pasar gran parte de su vida en medios sedimentarios, esto es, en ambientes en los que existe una sedimentación casi permanente, se encuentran bien representadas en los registros fósiles.​ Se tiene conocimiento de que surgieron en el período Cretácico.

Se sabe que pertenecen a ese período los Hesperornithiformes, que son un grupo de aves no voladoras, que son similares a los somorgujos, que podían bucear en forma parecida a éstos, y a los colimbos, que utilizan sus paras para poder moverse debajo del agua, si bien esta familia poseía un pico con dientes afilados.

Aunque pareciera que los Hesperornis no parecen haber dejado descendientes, las primeras aves marinas modernas también tuvieron su origen en el período Cretácico, con una especie que ha sido denominada Tytthostonyx glauconiticus, y que parece emparentada con los procelariformes o con los pelecaniformes.

En el Paleógeno, en los océanos reinaban los primeros proceláridos, que eran pingüinos gigantes y dos familias extintas, Pelagornithidae y Plotopteridae, que eran un grupo de aves de gran tamaño y similares a los pingüinos.​ Los géneros de la modernidad comenzaron su gran diseminación en la época del Mioceno, aunque el Puffinus, que incluye a las actuales pardela pichoneta y pardela sombría, son de la época del Oligoceno.

La mayor variedad de aves marinas parece que tuvo lugar en el período del Mioceno tardío y el Plioceno. Al finalizar este último, la cadena trófica oceánica sufrió una gran transformación por razón de la extinción global de un gran número de especies, y luego vino la expansión de la cantidad de mamíferos en el mar, que entorpeció le hecho de que las aves marinas recuperaran su antigua diversidad.​

Características

Puede decirse que las aves marítimas tienen muchas características que les son comunes, pero tienen muchas más que son diferentes, tantas como números de especies se puedan encontrar, porque cada una tiene alguna en particular, así que vamos a hacer una aproximación a las características de las aves marinas, dependiendo de varias perspectivas:

Por sus Adaptaciones para la Vida Marítima

Los cormoranes, como ocurre en el caso del cormorán orejudo, exhiben una capa de plumas única, que deja pasar menos aire, pero que de todas maneras absorbe agua. Esta versátil adaptación les facilita poder termorregularse y combatir la flotabilidad natural.

Las aves marinas tienen múltiples adaptaciones para poder vivir y tomar sus alimentos en el mar. La morfología de sus alas se debe la era en la que evolucionaron, de manera tal que, al observarlas, un investigador puede saber información sobre la forma en que se comportan y su manera de alimentarse.

Alas largas y una carga alar baja son características típicas de las especies pelágicas, mientras que las aves que pueden bucear suelen tener alas más cortas.​ Especies como el albatros viajero, que encuentra su alimento en la superficie del océano, tienen una capacidad menor de vuelo propulsado y dependen de un tipo de planeo que ha recibido el nombre de dinámico, porque en ese tipo de planeo, el viento es desviado por las olas lo que posibilita que el ave se eleve, así como la posibilidad de que planeen en descenso o ascenso.

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Algunos petreles, álcidos y pingüinos tienen alas que son propicias para desplazarse bajo del agua y, en algunos casos, como el de estos últimos, no tienen la capacidad de volar. Estas aves se encuentran preparadas para bucear hasta 250 m y son capaces de almacenar oxígeno, ya sea en sacos de aire o a través de la mioglobina que tienen sus músculos.

Los pingüinos poseen un mayor volumen sanguíneo, lo que les facilita poder almacenar más oxígeno. Al momento en que bucean, también pueden hacer que su frecuencia cardíaca disminuya y llevar sangre solo a los órganos que son vitales.

Por lo general las aves marinas poseen patas palmeadas, hecho que les permite movilizarse con facilidad en la superficie del agua y, en el caso de varias especies, les son útiles para bucear. Los procelariformes tienen un sentido del olfato desusadamente fuerte para un ave, y lo usan para conseguir su alimento en grandes extensiones del océano, y probablemente también, para encontrar los lugares en los que se encuentran sus colonias.

Las glándulas supraorbitales tienen la función de ayudar a las aves marinas a osmorregularse y eliminar la sal que ingieren al beber y al alimentarse, especialmente cuando lo hacen de crustáceos. Las excreciones de esas glándulas, que se encuentran ubicadas en la cabeza, salen por la cavidad nasal y están compuestas, casi exclusivamente, de cloruro de sodio, aunque también se pueden encontrar concentraciones en pequeñas cantidades de potasio y bicarbonato, junto con una mínima porción de urea.

Esas glándulas se encuentran bajo la influencia del nervio parasimpático y pueden ser detenidas con anestesia y drogas tales como los inhibidores del dióxido de carbono. Se trata de una adaptación esencial, debido a que los riñones de estas aves no son capaces de procesar y eliminar concentraciones muy elevadas de esa sustancia; y siendo cierto que todas las aves tienen una glándula nasal, esta no está tan desarrollada como la de los cormoranes o los pingüinos.

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En realidad, las aves marinas poseen glándulas supraorbitales de diez a cien veces mayores que las que poseen las aves terrestres, debido a que su tamaño se relaciona con la cantidad de sal a la que están expuestas las aves. La regulación hiposmótica, esto es, el mecanismo de conservación de los organismos que viven en condiciones de extrema salinidad, se da también por medio de la reducción de flujos que se excretan, como es el caso de la orina, que se reduce para evitar que se pierda el agua.

Con excepción de los cormoranes y algunos estérnidos, y de manera parecida a la mayoría de las aves, todas las aves marinas tienen un plumaje que es resistente al agua. Pero, si las comparamos con las especies de aves que habitan en la tierra, tienen más plumas, con la finalidad de proteger mejor su cuerpo.

Como consecuencia de la densidad de su plumaje es lo que evita que el ave se moje, mientras que el frío se evita porque también tienen una espesa capa de plumón. Los cormoranes tienen una capa de plumas única, que deja pasar menos aire y que, por consecuencia, hace que absorban agua.​ Gracias a ésta adaptación, pueden nadar sin luchar contra la flotabilidad que causa retener aire entre las plumas, pero también retienen la cantidad suficiente de este como para evitar que pierdan demasiado calor cuando se encuentran en contacto con el agua.​

El plumaje de la mayoría de las aves marinas, que se limita a variaciones de los colores negro, blanco o gris, es menos llamativo que el de las aves de tierra.​ Algunas especies exhiben plumas vistosas, como ocurre en el caso de las aves tropicales o algunos pingüinos, pero el mayor colorido se encuentra en los picos y patas.

Las aves marinas tiene una función de camuflaje debido a su plumaje como forma de defensa, el color del pato-petrel antártico, que es el mismo color que usan los acorazados de la Armada de los Estados Unidos, reduce su visibilidad en el mar; y la parte blanca inferior que poseen muchas especies puede tener una función que les ayuda a esconderse de sus presas. El hecho de que las puntas de sus alas sean usualmente negras, debido a la melanina, les ayuda a evitar el deterioro y la fricción en las plumas.​

Dieta y alimentación

Las aves marinas evolucionaron para poder obtener su alimento de los mares y océanos. Si se observan con detenimiento, se podrá comprobar que su fisiología y su comportamiento están diseñados según su dieta.​ Sus condiciones de vida han ocasionado que especies de distintas familias e incluso de órdenes diferentes hayan desarrollaran estrategias similares ante las mismas dificultades, lo cual es un excelente ejemplo de evolución convergente. Esto se puede observar en la convergencia que existe entre los pingüinos y los álcidos.

Se ha podido establecer que las aves marinas poseen cuatro estrategias básicas de alimentación en el mar, que son: alimentarse de la superficie, perseguir la comida buceando, realizar una caída en picado y depredar vertebrados de mayor tamaño. Por supuesto, en cada una de estas categorías hay numerosas variaciones.

Alimentación en superficie

Por lo general las aves marinas obtienen su alimento de la superficie del océano, debido a que las corrientes suelen concentrar allí comida como kril, peces forrajeros, calamares y otras presas que tendrán a su alcance utilizando como estrategia únicamente hundir la cabeza.​

A su vez, éste método puede ser clasificado en dos: la alimentación en superficie durante el vuelo, que es lo que hacen los petreles, las fragatas y los hidrobátidos; y la alimentación durante la natación, como ocurre con los fulmares, las gaviotas, varias pardelas y los petreles.

En la primera categoría encontraremos a algunas de las aves marinas que tienen un estilo más acrobático. Unas toman bocados desde el agua, como lo hacen las fragatas y algunos estérnidos, y otras caminan correteando y dando vueltas en la superficie del agua, como algunos hidrobátidos. Muchas de ellas ni siquiera se toman la molestia de aterrizar en el agua, y algunas, como las fragatas, se encuentran con dificultades para reemprender el vuelo si lo hicieran.

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Otro tipo de ave marina que no aterriza para alimentarse es Rynchopidae, quienes poseen un método único para cazar y que consiste en volar cerca de la superficie con la mandíbula en el agua, que se cierra automáticamente cuando su pico toca algo. Su pico refleja su tipo de vida inusual porque el maxilar inferior es más largo que el superior.​

En este grupo podemos encontrar que muchas de las aves que pueden nadar, también poseen picos inusuales, adaptados a una presa en específico. Los géneros Pachyptila y Halobaena tienen picos con filtros llamados laminillas, con los que son capaces de filtrar el plancton del agua que beben.​ Muchos albatros y petreles poseen picos en forma de gancho, lo que les facilita poder cazar a sus presas, cuando se mueven rápido.

En las gaviotas se observa que poseen picos menos específicos, lo que demuestra un estilo de vida más oportunista. En la provincia de Buenos Aires, las gaviotas se benefician de las pesquerías y consumen especímenes jóvenes de anchoíta y corvina rubia. La gaviota cocinera es, dentro de la familia de los láridos, la que tiene un espectro trófico más amplio; la gaviota de Olrog es más bien especialista. Todo dependerá del estilo de vida que tenga el ave marina.

Buceo de persecución

Este tipo de práctica es la que ejerce mayor acoso sobre las aves marinas debido a sus funciones y a sus patrones evolutivos, pero la recompensa es un poder tener una zona de  alimentación más grande que las de aquellas aves que se quedan en la superficie. Son capaces de ejecutar movimientos de propulsión debajo del agua con la ayuda de sus alas, es el caso de los pingüinos, los álcidos, los pelecanoides y algunas especies de petreles, o con la ayuda de sus patas, como los cormoranes, los somorgujos, los colimbos y algunos tipos de patos que comen peces.

De manera general, las que pueden impulsarse con las alas son más veloces que las que lo hacen con las patas. Pero, en ambos casos, el utilizar las alas o las patas para bucear ha limitado la utilidad que pudieran tener para otras actividades: los somorgujos y colimbos caminan con gran dificultad, los pingüinos no pueden volar y los álcidos sacrificaron la eficiencia en el vuelo en favor del buceo.

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Por ejemplo, el alca común necesita un 64 % más de energía para volar que un petrel que tenga su mismo tamaño.​ Muchas pardelas se encuentran en una situación intermedia entre ambos recursos, debido a que poseen alas más largas que los típicos buceadores impulsados por sus alas, pero mayor carga alar que los otros proceláridos que obtienen su alimento de la superficie, lo que les hace tener capacidad para bucear a profundidades considerables, al mismo tiempo que les permite viajar grandes extensiones de manera más eficiente.

Dentro de esta familia, la que mejor bucea es la pardela de Tasmania, que ha podido ser registrada nadando a 70 m bajo el mar.​ Varias especies de albatros también tienen la capacidad de bucear, aunque en forma limitada; el albatros tiznado llega a los 12 m de profundidad.​ De todos los buceadores que persiguen a sus presas, los más eficientes en el aire son los albatros, y no es coincidencia que sean los peores nadadores.

En los climas polares y subpolares, bucear es la manera más usual de buscar alimento, debido a que no es energéticamente viable en aguas más cálidas. Debido a que no poseen habilidad para poder volar, muchas aves buceadoras se encuentran más restringidas a su área de alimentación que otras, en particular en la época de reproducción, cuando los pichones necesitan alimentarse de forma regular y de manera abundante.

Caída en picada

Los alcatraces, piqueros, fetontiformes, algunos estérnidos y el pelícano pardo se zambullen desde el aire. Esto es muy útil, porque les permite usar la energía de su impulso para vencer la resistencia de flotabilidad natural, que es causada por el aire que se encuentra atrapado en su plumaje,​ y usar menos energía que los otros buceadores.

Así pueden consumir los elementos alimenticios repartidos de forma más extensa, sobre todo en el caso de los mares tropicales empobrecidos. En términos generales, este es el método de cazar más especializado que existe entre las aves marinas; otras aves más versátiles, como las gaviotas y los págalos, lo usan, pero con menos habilidad y desde menores alturas.

Los pelícanos pardos emplean años en desarrollar por completo la destreza que se requiere para dominar la caída en picado; una vez que han madurado, serán capaces de zambullirse desde 20 m de altura sobre la superficie del agua y ajustan su cuerpo antes del impacto, para evitar cualquier daño. Ha sido afirmado que este grupo de aves solo puede cazar en aguas claras, debido a que ello les permitiría tener una mejor visión de su presa desde el aire.

Si bien este método es el predominante en los trópicos, la vinculación que ha querido establecerse entre esta técnica y la claridad del agua no ha podido ser sólidamente establecida. Algunas especies que utilizan esta estrategia, de la misma manera que las aves que se alimentan en la superficie, han dependido de los atunes y delfines que son los que movilizan a los cardúmenes hacia la superficie.​

Cleptoparasitismo, carroña y depredación

Dentro de esta muy amplia categoría de estrategia de alimentación, se incluyen otras estrategias de aves marinas que se encuentran situadas en el siguiente nivel trófico. Los cleptoparásitos son aves marinas que normalmente se alimentan de la comida de otras aves. Particularmente, las fragatas y los págalos hacen uso de esta técnica, pero también las gaviotas, los charranes y otras especies roban comida de manera oportunista.

El hábito que tienen algunas aves marinas de anidar de noche ha sido entendido como una manera de alejarse de la presión que ejerce la piratería aérea. Normalmente, este comportamiento se vuelve habitual en la época de cría de los pichones, cuando los padres tienen que llevar la comida a los nidos y son entorpecidos por adultos jóvenes, más rápidos que las aves de más edad.

Se ha comprobado que los cleptoparásitos tienen la capacidad de seleccionar muy bien a sus víctimas. Sin embargo, el cleptoparasitismo no tiene un rol esencial en la dieta de ninguna especie, más bien se trata de un suplemento nutricional que se obtiene por medio de la caza.

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El resultado de un estudio sobre la manera en que la fragata común roba el alimento del alcatraz enmascarado llegó a la conclusión de que la primera pudo obtener, en el mejor de los supuestos, un 40 % de la comida que necesitaba, pero que en promedio solo obtuvo un 5 %.​ Muchas especies de gaviota se alimentan de carroña de aves o mamíferos marinos cuando se les presenta la oportunidad, al igual que los petreles gigantes.

Algunas especies de albatros también se alimentan de carroña: un análisis de los picos de calamares dio a conocer que muchos de los calamares que comen los albatros son muy voluminosos como para que las aves pudieran haberlos atrapado vivos e incluían a  especies de aguas de profundidad intermedia, que se encuentra fuera del alcance de estas aves.

Podemos encontrar aves marinas que también se nutren de otras aves marinas, como es el caso de las gaviotas, los págalos y los pelícanos, los cuales en ocasiones depredan los huevos, los pichones y los adultos jóvenes de las colonias de nidos. A su vez, los petreles gigantes pueden capturar presas del tamaño de pequeños pingüinos y crías de foca.​

Ciclo de vida

Las vidas de las aves marinas son muy distintas de las aves que viven en la tierra. De manera general se puede afirmar que son estrategas, viven mayor cantidad de años, entre veinte y sesenta años, retrasan su apareamiento hasta tener diez años de vida e invierten mayor esfuerzo en un menor número de crías.​ Varias especies solo tienen una puesta por año, a excepción que pierda la primera. A menos que eso le ocurra a un mégulo sombrío y a muchas especies, como los procelariformes o los súlidos, que solo ponen un huevo por año.

Las aves marinas tienen por hábito cuidar de los jóvenes por un tiempo muy extendido que puede prolongarse hasta los seis meses, uno de los períodos más largos de cría entre las aves. Uno de esos casos es el del arao común, ya que, aunque sus pichones echen plumas, se mantienen al lado de sus padres en el mar por varios meses.

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Las fragatas son las aves que ejercen el máximo cuidado parental, con la excepción de unas pocas aves de presa y del cálao terrestre sureño, especie en la que los polluelos emplumecen luego de cuatro o seis meses y después permanecen bajo la tutela de sus progenitores hasta por catorce meses más. Po razón de lo extendido que es el período de cuidado de sus crías, la reproducción en estas aves ocurre cada dos años, en lugar de ocurrir de forma anual.

Esta extrema duración del ciclo de reproducción de vida posiblemente es una evolución en respuesta a los inconvenientes de la vida marina, entre los cuales se encuentra cazar presas que se encuentran muy dispersas, así como la frecuencia en que se dan los fracasos en la reproducción, debido a las condiciones marinas poco favorables y la inherente falta de predadores en comparación con las aves que viven en la tierra.

En razón del mayor esfuerzo que significa criar a los jóvenes y debido a que, en ocasiones, encontrar el alimento significa hacer desplazamientos muy alejados del lugar en el que se encuentra el nido, en todas las especies marinas, a excepción de los falaropos, los dos padres toman parte en el cuidado de los polluelos y las parejas son monogámicas, al menos por una temporada.

Algunas especies de aves marinas, como las gaviotas, los álcidos y los pingüinos, mantienen la misma pareja a lo largo de varias temporadas, y muchas especies de petreles, lo hacen por toda la vida. Los albatros y los proceláridos, que se emparejan de por vida, demoran varios años en formar un vínculo de pareja antes pasar a tener descendencia; los albatros ejecutan una danza de cortejo muy elaborada, con varias técnicas, que es parte de la formación de este vínculo.

Nichos ecológicos en las aves marinas

Se puede observar el hecho de que distintas especies de aves marinas conviven en un mismo hábitat en el que la comida no es suficiente, razón por la que deben modificar sus costumbres de alimentación para que puedan subsistir en ese sitio. Esta capacidad para especializar su comida es conocida por los científicos como un nicho ecológico.

Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck para la Ornitología ubicado en Radolfzell, Alemania, ha llegado a saber hasta qué extremo son flexibles los nichos ecológicos. Descubriendo que los hábitos con los que hacen su depredación las aves marinas buceadoras son muy distintos, en cuanto a momento y lugar, incluso dentro de una misma especie, así como en el caso de diferentes especies.

También se ha concluido que los nichos ecológicos no son inflexibles, y no sólo sufren los efectos de las diferentes características que pueda presentar cada hábitat natural de las aves marinas, sino que también es afectado por la necesidad que tienen las aves de esconderse de sus depredadores y de evadir la posibilidad de tener competencia entre sus vecinos, y también dan origen a distintos modos de comportamiento dentro de una misma especie.

Las aves marinas son especies muy indicadas para investigar por tratarse de animales que comparten un suministro limitado de alimentos en su hábitat. Las aves marinas tienen que vivir en tierra en su estación de reproducción y cría, y durante ese lapso se ven en la necesidad de tener que compartir espacio y alimento con muchas otras aves.

Ya se ha dicho que los polluelos se crían en colonias de anidación, frecuentemente ubicadas en lugares que les garantizan a las aves protección contra sus depredadores. Pero debemos tomar en cuenta que el lugar en que se encuentra el alimento está en situado mayormente en las aguas costeras. Por ello las aves deben separarse de su colonia para conseguir la comida y poder retornar a la colonia para alimentar a los polluelos.

En una de las Islas Malvinas, un equipo del instituto Max Planck para la Ornitología, pudo observar detalladamente las costumbres de caza de cuatro aves marinas buceadoras. Los estudios muestran que las aves marinas de diferentes especies, así como colonias de la misma especie, difieren en su distribución temporal y espacial, y buscan su alimento en distintas zonas del mar, frecuentemente muy alejadas, y a distintas temperaturas y profundidades.

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Los nichos ecológicos de las especies que fueron objeto de estudio son mucho menos rígidos de los que habían sido observados con anterioridad. Se pudo concluir que los pocos cambios en la zona en que viven, en su comportamiento, o el requerimiento de evadir a depredadores y  antagonistas, ayudan a que se consolide este tipo de especializaciones.

Anidación y formación de colonias

Estudios han determinado que el 95 % de las aves marinas viven en colonias y que estas se encuentran entre los más grandes lugares de agrupación de aves en el mundo. Han podido ser documentadas colonias que tienen más de un millón de individuos, tanto en los trópicos, como ocurre en Kiritimati, situada en el Pacífico, como en las latitudes polares, que es el caso de la Antártida.

Esos muy grandes grupos tienen casi exclusivamente el propósito de anidar.​ Siempre que se encuentren fiera de la temporada de apareamiento, las aves no reproductoras tratarán de ubicarse en zonas en las que exista la mayor cantidad de presas.​

La organización y disposición de las colonias es muy cambiante. Es posible conseguir nidos elaborados de forma individual, separados por espacios entre sí, como ocurre en una colonia de albatros, o nidos concentrados, como en una colonia de araos. En la mayoría de estos asentamientos es posible que varias especies aniden, normalmente separadas en forma visiblemente por alguna diferenciación de nichos.

Las aves marinas pueden anidar en los árboles, si los hay, en plantas, ya que en ocasiones construyen sus nidos en ellas, en acantilados, en madrigueras subterráneas y en grietas rocosas. Es normal observar que exista una gran competencia entre aves de la misma o de diferente especie. En ocasiones, aves agresivas como los charranes sombríos son capaces de expulsar a especies menos dominantes de las áreas para nidos más deseadas.

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​En el período de invierno, el petrel evita competir con la pardela del Pacífico, porque esta última es muy agresiva. En los momentos en que las temporadas de apareamiento se superponen, las pardelas del Pacífico son capaces de matar a petreles jóvenes para poder usar sus madrigueras.​

Muchas aves marinas guardan fidelidad a sitio de anidación y utilizan el mismo escondite, nido o asentamiento por períodos que pueden extenderse por varios años y defienden agresivamente ese territorio de sus rivales.​ Este comportamiento incrementa las posibilidades de su éxito reproductivo, proporciona un lugar adecuado para que las parejas se reúnan y reduce el esfuerzo tener que buscar un lugar nuevo.

​Sin embargo, la nueva búsqueda puede tener buenos resultados para el apareamiento, siempre que el nuevo terreno resulte productivo.​ Usualmente, los adultos jóvenes que se aparean por primera vez retornan a su colonia natal y crean sus nidos cerca del lugar en que nacieron.

La capacidad que poseen las aves marinas y que recibe el nombre de filopatría, es tan enérgica que una investigación sobre los albatros de Laysan estableció que la distancia promedio entre el sitio de eclosión de huevo y el lugar donde un ave establecía su propio territorio era de 22 m;​ otro estudio, esta vez sobre las pardelas cenicientas que anidan cerca de Córcega, estableció que nueve de cada 61 jóvenes machos volvieron a aparearse en su colonia natal y establecieron su nido en el escondite en el cual crecieron, incluso dos se aparearon con su propia madre.​

La filopatría aparentemente propicia el triunfo del apareamiento e tiene influencia sobre la elección de la pareja en el caso del alcatraz de El Cabo y del alcatraz australiano. Las colonias se ubican en islas, acantilados o cabos, en áreas donde los mamíferos tienen un acceso muy difícil.​ Posiblemente eligen sus zonas de apareamiento en función de la protección que las características de paisaje les pueden ofrecer, además las aves marinas, resultan ser torpes en tierra.

La colonialidad se observa en las aves que no defienden sus áreas de alimentación, como las salanganas, que tienen una fuente de alimento muy variable, y quizás esa sea la razón por la que se observa con gran frecuencia en las aves marinas.​ Otra probable prerrogativa es que las colonias pueden actuar como lugares donde obtener información, donde las aves marinas que se dirigen al mar para alimentarse pueden saber qué presa se encuentra disponible al observar a sus compañeros que regresan.

De otra parte, entre los inconvenientes se encuentra que las colonias pueden tener como efecto negativo propagar rápidamente las enfermedades. Otro aspecto negativo es que rápidamente llaman la atención de sus depredadores, preponderantemente otras aves. Muchas especies se ven obligadas a adoptar precauciones especiales, como regresar por la noche a sus nidos, para poder evitar la depredación.​

Migración

Tal como hacen otras especies, las aves marinas tienen la costumbre de emigrar luego de la temporada de apareamiento. De todos, el recorrido realizado por el charrán ártico es el más extenso, porque atraviesa el ecuador terrestre para pasar el verano en la Antártida. Varias especies también realizan migraciones transecuatoriales, tanto desde el norte hacia el sur como en sentido contrario.

El grupo de charranes elegantes que anida en Baja California se separa luego de la época de apareamiento en grupos que viajan hacia norte, hasta la costa central de California, mientras que otros viajan al sur hasta Perú y Chile para permanecer en la zona de la corriente de Humboldt. Las pardelas sombrías realizan un ciclo de migración anual que rivaliza con el de los charranes árticos. Este grupo de aves anida en Nueva Zelanda y Chile y durante el verano se trasladan a las costas del Pacífico Norte, como en Japón, Alaska y California, lo que supone un recorrido anual de 64 000 km.​

Otras especies efectúan migraciones a distancias más pequeñas desde los lugares de anidación y su dispersión en alta mar es determinada por la existencia de alimentos. Si las condiciones oceánicas no son las adecuadas, las aves marinas emigran a zonas con mejores condiciones, puede ser que de manera permanente si el ave es joven.

Después de que le salen las plumas, las aves jóvenes tienen la tendencia a dispersarse más que los adultos y en diferentes áreas, por lo que normalmente son vistos fuera de la distribución normal de esa especie. Algunas aves, como los álcidos, no tienen una migración de forma organizada, pero es probable que el grupo pueda dirigirse hacia el sur cuando se acerca el invierno. Sin embargo, algunas especies no se dispersan, como ocurre en algunos hidrobátidos, pelecanoides y falacrocorácidos, sino que permanecen cerca de su colonia de anidación todo el año.

Fuera del mar

Las características de este grupo de aves señalan que toda su vida la pasan en el océano, muchas especies de aves marinas, a lo largo de su vida, residen en mayor o menor medida tierra adentro.​ Varias especies se reproducen decenas, cientos o incluso miles de kilómetros alejados de la costa. Varias de estas especies regresan al océano para alimentarse.

Investigadores de la vida de las aves marinas, han encontrado nidos de petreles blancos a 480 km en el interior del continente antártico, aunque es muy poco lo que puedan encontrar para comer alrededor de esas locaciones.​ El mérgulo jaspeado anida en los bosques primarios y busca árboles de la rama conífera de gran tamaño y muchas ramas para fabricar su nido allí.​ Otras especies, como la gaviota californiana, logran anidar y alimentarse en los lagos, para luego dirigirse a las costas en el invierno.

Varias especies de falacrocorácidos, pelícanos, gaviotas y charranes jamás pasan por el mar, porque habitan en lagos, ríos, pantanos, y algunas gaviotas viven en ciudades y terrenos agrícolas. En estos supuestos, se piensa que se trata de aves terrestres o de agua dulce que tienen ancestros marinos.

Otras aves marinas, especialmente las que hacen sus nidos en la tundra, como ocurre con los estercoráridos y los falaropos, emigran por tierra también. ​Otras especies, como los petreles, alcas y alcatraces, son más restringidos en sus hábitos, pero en algunas ocasiones se alejan del mar como vagabundos. Esto ocurre usualmente con aves jóvenes sin experiencia, pero también en muchos adultos exhaustos cuando atraviesan fuertes tormentas, un evento conocido como wreck, que significa desastre o naufragio,​ en el que los observadores de aves aprecian muchos avistamientos.

Relaciones con el ser humano

Son muchos los vínculos que unen a las aves marinas con los seres humanos, y en este artículo vamos a explicar varias de ellas:

Las aves marinas y la pesca

Las aves marinas han mantenido una dilatada relación con la pesca y los marineros, y en la misma encontraremos que hay beneficios y desventajas. Por tradición, los hombres que se dedican a la pesca han usado a las aves marinas como señalizadores de la presencia de cardúmenes, de los bancos oceánicos con potenciales recursos pesqueros y con posibles lugares para recalar y colocar sus redes.

Esta asociación de las aves marinas con la tierra fue esencial para facilitar a los polinesios la localización pequeñas islas en el Pacífico. Igualmente, estas aves han proveído de alimento a los pescadores alejados de la tierra firme, de la misma forma que un cebo. Incluso, han sido utilizados cormoranes amarrados para la captura de peces. De forma indirecta, la pesca se ha beneficiado del guano producido por las colonias, porque tiene la función de fertilizante para las playas situadas alrededor.​

En cambio, los efectos negativos de las aves marinas sobre la industria pesquera se limitan, en la mayor cantidad de las veces, al pillaje de las instalaciones de acuicultura.​ De otra parte, en el tipo de pesca con palangre, las aves hurtan los cebos. Hay reportes de agotamiento de presas por culpa de las aves marinas, pero, si bien han podido recopilarse varias pruebas de ello, sus efectos son considerados mínimos a los de mamíferos marinos y peces depredadores, como el atún.

Varias especies de aves marinas han obtenido beneficios de las empresas pesqueras, en particular los peces y despojos de descarte. Por ejemplo, los últimos constituyen el 30 % del alimento de esas aves en el mar del Norte y hasta el 70 % de la comida en otras poblaciones de aves marinas. Esto puede ocasionar otros efectos, como podría ser el caso de la propagación del fulmar boreal dentro del territorio británico, que es causada en parte pode la existencia de alimento gracias a los descartes.

Esta es una forma de alimentación que usualmente beneficia a las aves que se alimentan en la superficie del mar, como los alcatraces y petreles, pero no constituye una ayuda para las aves que persiguen su comida buceando, como ocurre con los pingüinos.​

La industria pesquera también produce sus efectos negativos en las aves marinas, sobre todo en los albatros, que suele vivir por mucho tiempo y son lentos en aparearse; se trata de una gran preocupación para los conservacionistas. La captura accidental de aves que quedan atrapadas en las redes o enganchadas en las líneas de pesca ha tenido un fuerte impacto en el número de las poblaciones.

Los albatros se ahogan en las líneas de la caza del atún que son colocadas por las pesqueras que usan el método del palangre.​ De modo general, cada año cientos de miles de aves quedan atrapadas y mueren, lo que es muy preocupante, tomando en cuenta que varias de esas especies son muy raras y peculiares, como es el caso que se ha presentado con el albatros de cola corta, que se ha visto reducido a 2000 individuos.

De acuerdo a un estudio del Programa Nacional de Observadores a Bordo de la Flota Atunera de Uruguay, las especies que han sido más afectadas por estos incidentes con la pesca con el método de palangre son el albatros de ceja negra, el albatros pico fino y la pardela gorgiblanca. Se piensa que las aves marinas también sufren las consecuencias derivadas de la sobrepesca.

Explotación

Una de las causas de disminución de ejemplares de muchas especies se debe principalmente a la cacería y a la recolección de los huevos de aves marinas, entre las que se encuentra el alca gigante y el cormorán brillante. Estas aves fueron piezas de cacería debido a su carne por los pueblos asentados en las costas a través de la historia de sus asentamientos. En el sur de Chile, las excavaciones arqueológicas en muladares han proveído pruebas de la evidenciaron de la caza de albatros, cormoranes y pardelas desde hace aproximadamente unos 5000 años atrás.

Esto ocasionó que varias especies se extinguieran en diferentes zonas. Otro dato muy alarmante es que, por lo menos, 20 de 29 especies ya no se reproducen en la isla de Pascua. En el siglo XIX, la cacería de estas aves por su grasa y plumas para el comercio de sombreros  llegó a niveles industriales.

El muttonbirding o recolección de polluelos de pardela se convirtió en una industria de mucha relevancia en Nueva Zelanda y Tasmania, y el petrel de Solander, que es conocido en esas áreas como providence petrel, resultó muy conocido por su llegada supuestamente milagrosa a la isla de Norfolk, en la que representó una ganancia inesperada para los hambrientos colonos europeos.

En las islas Malvinas cientos de miles de pingüinos son capturados año tras año para comercializar su aceite.​ Desde hace mucho tiempo, los huevos de las aves marinas han constituido una importante fuente de alimento para los marineros que efectúan largos viajes; otra causa del incremento de su consumo es la proliferación de asentamientos urbanos en las zonas costeras cercanas a una colonia de aves.

A la mitad del siglo XIX, los recolectores de huevos de San Francisco lograron recolectar casi medio millón de huevos en un año en las islas Farallón, lo que marcó un hito histórico del cual las aves aún no han podido recuperarse.

Lamentablemente, las actividades de cacería y de  recolección de huevos aún persisten actualmente, aunque con menos intensidad que en épocas anteriores, y se han impuesto medidas para el mayor control.

Un ejemplo de ello es que los maoríes de la isla Stewart siguen recolectando polluelos de pardela sombría, de la misma forma en que lo han hecho durante siglos, con métodos tradicionales, que reciben el nombre de kaitiakitanga, para llevar a cabo la recolección, pero hoy colaboran con la Universidad de Otago en el estudio de esas poblaciones. De otra parte, en Groenlandia la cacería indiscriminada está colocando a muchas especies en grave peligro.​

Otras amenazas

Existen otras causas humanas que han originado la disminución o extinción de poblaciones, colonias y especies de aves marinas. De ellas, es probable que la más peligrosa es la introducción de otras especies. Las aves marinas, quienes hacen sus nidos particularmente en  islas pequeñas y alejadas, han olvidado muchas de sus actividades defensivas contra los depredadores.

Los gatos salvajes pueden cazar a aves del mismo tamaño que tiene un albatros, y muchos roedores que fueron introducidos, tales como la rata de Polinesia, suelen hurtar los huevos que están escondidos en sus madrigueras. Otras especies introducidas que pueden causar inconvenientes son las cabras, vacas, conejos y otros herbívoros, en particular porque las aves requieren de la vegetación para protegerse y sombra para sus polluelos.

Los disturbios en las colonias que se producen por causa de los seres humanos también es un gran inconveniente. Los visitantes, incluidos los turistas con buenas intenciones, pueden espantar a los adultos de sus nidos, lo que deja a los huevos y polluelos expuestos a los depredadores.​ También, se han dado casos de nidos que han sido destruidos por visitantes.

Varias investigaciones elaboradas respecto a pingüinos de la Patagonia argentina y de Nueva Zelanda prueban que el turismo influye negativamente en las condiciones de estas aves. Un análisis sobre el impacto del turismo natural en las poblaciones del pingüino ojigualdo puso de relieve que la presencia de seres humanos en las playas obstaculiza que los adultos encuentren suficiente alimento para sus pichones, lo que tiene un efecto directo en su masa corporal y en sus posibilidades de supervivencia.

Pero, los resultados de otra investigación dieron a conocer que el pingüino de Magallanes, que habita en la Patagonia, no abandona su nido frente a la presencia de seres humanos, lo que parece establecer que si es factible hacer que coincida la reproducción de esta especie con el turismo controlado.

Un gran inconveniente ha sido la contaminación, porque es la causa de la disminución alarmante de algunas especies. El tratamiento de toxinas y sustancias contaminantes también es un gran motivo de alarma.​ Es un hecho comprobado que las aves marinas fueron víctimas del DDT hasta que fue prohibido el uso de ese químico, por el grave daño que ocasionaba al medio ambiente.

Los estudios han demostrado que los efectos del DDT sobre la gaviota occidental dieron como resultado un desbalance poblacional que ocasionó la preeminencia de individuos de sexo femenino, problemas en el desarrollo del embrión y dificultades para reproducirse. En la década de los años 90, el empleo de esta sustancia igualmente produjo sus graves efectos en el pingüino de Magallanes y en la gaviota cocinera en el mar argentino.

Las aves marinas igualmente son extremadamente vulnerables a los derrames de petróleo, ya ese hidrocarburo destruye la impermeabilidad de su plumaje, lo que da origen a que las aves se ahoguen o mueran de hipotermia. Otro tipo de contaminación, que es la lumínica, también tiene un efecto perjudicial en algunas especies, especialmente en aves marinas de hábitos nocturnos como los petreles.

Conservación

El interés por preservar estas aves y las medidas de protección se han implementado desde tiempos muy remotos. En el siglo VI, Cuthbert de Lindisfarne ya había promulgado lo que es  considera como la primera ley de conservación de las aves en las islas Farne.​ A pesar de lo cual, muchas especies se habían extinguido hacia el siglo XIX, como es el caso del alca gigante, el cormorán de Pallas o el pato del Labrador.

A finales del siglo XIX se crearon las primeras leyes para la protección de las aves y los primeros reglamentos de cacería que prohibían los perdigones de plomo, ya que se había demostrado que habían envenenado a muchas aves.​ El envenenamiento por plomo es causante de anemia severa y de grandes trastornos del sistema circulatorio, el inmune y el nervioso, al igual que causa daños en el hígado, los riñones y en la fertilidad de las aves.

Lo cierto es que el envenenamiento por plomo puede ocasionar la muerte en días o semanas, y produce efectos nocivos en la capacidad que puedan tener las aves marinas para efectuar su proceso migratorio.​

En los Estados Unidos, las amenazas que tienen que enfrentar las aves marinas no son desconocidas por los científicos que pertenecen a los movimientos conservacionistas. En el año 1903, el presidente Theodore Roosevelt decretó que la isla Pelícano, en Florida, sería un refugio nacional de vida silvestre, con la finalidad de poder dar protección a las colonias de aves que allí anidan, en particular el pelícano pardo que anida allí. En 1909 protegió las islas Farallón.

Actualmente, muchas colonias han recibido medidas de protección, como las que se forman en la isla Heron en Australia o en la isla Triangle en la Columbia Británica.​ Se han implementado técnicas de restauración ecológica, en las que Nueva Zelanda es una nación pionera, que permiten la remoción de invasores exóticos de islas que son cada vez más grandes.

Se ha conseguido expulsar a los gatos en estado salvaje de la isla Ascensión, y lo mismo ocurrió con los zorros polares de las islas Aleutianas y las ratas de la isla Campbell.​ La expulsión de las especies introducidas ha permitido que aumente el número de individuos de las especies bajo amenaza e incluso, se ha logrado el retorno de especies expatriadas. Luego de que los gatos se fueran de la isla Ascensión, las aves marinas regresaron a anidar allí por primera vez en más de cien años.

La investigación de las colonias de las aves marinas ha sido clave para poder mejorar su conservación y proteger los espacios que ellas usan para su reproducción. En el caso del cormorán moñudo, que habita en el Paleártico occidental, sus migraciones están definitivas por la fidelidad a un sitio específico.

Investigaciones y estudios realizados sobre la colonia de las islas Cíes en España indica que, en razón de que la reproducción suele ser más exitosa cuando las aves marinas conquistan lugares nuevos, los criterios para seleccionar las zonas protegidas no solo deberían tener como base el número o el tamaño de las poblaciones, sino que deben tomar en cuenta también la etiología de la especie.

En el supuesto de la gaviota cocinera, que anida en el litoral argentino y la Patagonia, se considera que es muy necesario establecer un programa de conservación que tengan en cuenta sus hábitos de apareamiento.​ Igualmente,  algunas especies de aves marinas pueden actuar como especies centinela, esto es, que su estado de salud y conservación sirve como indicio del resto de las poblaciones, esto es lo que ocurre con el pelícano pardo en las islas del golfo de California, en México.

El estado de conservación de las aves marinas en España era desconocido hasta la década de 1980, cuando comenzó a hacerse pública la información. Esto a pesar que en el año de 1954 se fundó la Sociedad Española de Ornitología. A partir de la década de 1980 los indicios demuestran que la situación de las aves en España mejoró.

En 2016 se creó en Pontevedra, Galicia, la Reserva Ornitológica de O Grove, que es la primera de esa región. Tiene territorios marinos y en ella se pueden encontrar especies como la pardela balear y el cormorán moñudo. En paralelo, en Latinoamérica también existen varias iniciativas que pretenden lograr que se proteja a la fauna en general y a las aves marinas en particular.

Un ejemplo de estas iniciativas son las investigaciones que se están realizando en la reserva natural de la isla Gorgona en Colombia, o las numerosas áreas protegidas en la provincia de Buenos Aires, en Argentina. Pero si verdaderamente queremos garantizar la conservación de las aves marinas, se requiere que sean consideradas su etología y sus ciclos de apareamiento.

Una de las medidas que es posible tomar reduciría la cantidad de las aves marinas muertas que es consecuencia de la pesca con palangre, recurriendo a técnicas como colocar líneas de pesca de noche, teñir los anzuelos de color azul o colocarlos debajo del agua, aumentar el peso de las líneas o emplear espantapájaros.

Con el paso del tiempo se está obligando a una mayor cantidad de flotas pesqueras internacionales a utilizar estas técnicas. La prohibición internacional de la pesca con redes de malla ha logrado reducir sensiblemente la cantidad de aves perdidas y de otros animales marinos. De todas maneras, las redes que se quedan a la deriva, un accidente que suele ser un efecto de esta clase de pesca ilegal, sigue siendo un problema grave para la fauna marina.​

Uno de los proyectos de la iniciativa Milenio, que constituye el paso previo para lograr los  Objetivos de Desarrollo del Milenio, que incluye lo que en el Reino Unido nació como el Scottish Seabird Centre, que estaba ubicado cercano a grandes refugios de aves en la Roca Bass, en Fidra y en las islas que se encuentran a su alrededor. Esta área es el hábitat de inmensas colonias de alcatraces, auks, estercoráridos y varias otras especies.

Este centro hace posible que los visitantes observen videos en vivo que se toman desde las islas y que tomen conciencia sobre las amenazas que afectan a estas aves y la manera en que pueden ser protegidas. Además, esta manera de comunicar sobre la vida de las aves marinas ha regenerado la imagen de la conservación de aves en Inglaterra.

Otro aspecto que hay que considerar que el turismo enfocado en las aves marinas produce  ingresos a las comunidades que tienen su asentamiento en la costa y da mayor publicidad a la forma en que se debe implementar y respetar las medidas para su cuidado. Un ejemplo de ello es lo que ocurre con la colonia de albatros real del norte en Taiaroa Head en Nueva Zelanda que atrae a cuarenta mil turistas al año.​

A finales del siglo XX, el énfasis en la protección de las aves marinas fue seguida por la de la conservación de sus hábitats, lo que involucró la conservación y recuperación de las lagunas, estuarios, marismas, sitios de invernada o descanso de estas aves, y sus recursos alimenticios, a través de una normativa sobre el estado de las especies que pueden ser objeto de cacería y que no son objeto de estudios científicos.

Entre los acuerdos y convenciones internacionales que existen, se encuentran el Acuerdo sobre la Conservación de Albatros y Petreles, que fue ratificado por Argentina, Australia, Brasil, Chile, Ecuador, España, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, Perú, el Reino Unido, Sudáfrica y Uruguay;​ el Convenio de Berna y el AEWA.

En la cultura popular

Existen varias especies de aves marinas que son poco estudiadas y poco conocidas. Sin embargo, algunas, particularmente como los albatros y las gaviotas han obtenido su lugar en la conciencia popular. Los albatros han sido descritos como los pájaros más legendarios y son asociados a una variedad de mitos y leyendas.

En primer lugar, la designación científica de la familia de la que forman parte los albatros, que es la Diomedeidae, tiene su asiento en un mito de la derrota del héroe argivo Diomedes y su transformación en ave. Otro ejemplo de los mitos populares es la superstición muy extendida entre los marineros de que es de mala suerte causarles daño.

Este mito se deriva de un poema de Samuel Taylor Coleridge  llamado The Rime of the Ancient Mariner, en el cual un marinero es condenado a llevar consigo sobre el cuello, el cadáver de un albatros que mató.

El segundo poema que también dio origen a mitos populares es el que se llama Las flores del Mal de Charles Baudelaire y se denomina El albatros (L’albatros), una composición hecha en tres cuartetos y en verso alejandrino; allí, el autor describe el hábito que tienen los marineros de cazar estas aves y la secuela que eso produce en ellas, aves que primero son tan majestuosas y luego son tan torpes.

En este último poema, el poeta se compara con un albatros, porque sus alas de gigante le impiden caminar.​ En la creación de música popular esta ave también tuvo importancia. La canción de electro house I’m an Albatraoz del año 2014, que tuvo un gran reconocimiento comercial y fama, se basa en la historia de una mujer que se identifica con un albatros, en oposición a otra, a quien recibe el nombre de Laurie, la cual es asociada con un ratón.

Las gaviotas son el tipo de aves marinas de las que más se conoce, debido a que suelen ser encontradas en hábitats hechos por el hombre, como ciudades costeras o vertederos de basura, y son aves de una naturaleza normalmente intrépida. Por tanto, también tienen su lugar en los mitos populares.

De acuerdo a un mito de los indígenas lilloet, la gaviota era quien tenía la obligación de guardar la luz del día, hasta que el cuervo se la robó, lo que guarda una estrecha relación con la simbología general de las aves, que representan impulsos de elevación y de espiritualidad.

También hemos encontrado en la literatura, a manera de metáfora, como se puede observar en la obra Juan Salvador Gaviota de Richard Bach,​ o para demostrar la cercanía con el mar, o la manera en que fue usada en El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, tanto en la insignia de Gondor y, por consiguiente, Númenor, que también fue usada en la decoración escénica de la adaptación cinematográfica, como en la canción que Legolas canta en el bosque de Ithilien, en la que revela su nostalgia por la tierra a la que partirá, la morada última de los elfos.

Además, en La gaviota de Antón Chéjov, una actriz fracasada que es protagoniza la historia, Nina, ve a una gaviota embalsamada y la estima como un símbolo que no termina de comprender; esta representación es una prolepsis del suicidio de su enamorado, quien en la obra era el dramaturgo Tréplev. La gaviota en esta pieza literaria puede ser una representación de la locura y de la libertad.

Pero no se trata sólo del albatros o de la gaviota. Muchas especies también han servido de fuente de inspiración al ser humano. Desde hace mucho tiempo, los pelícanos han sido asociados son la misericordia y el altruismo, en razón de un mito de la religión cristiana occidental temprana, según la cual estas aves abrieron sus pechos para dar de comer a sus pichones hambrientos. Esta representación también es una alegoría de Cristo.​

Aves marinas en peligro

Se sabe que existen alrededor de unas trescientas especies de aves marinas, entre las cuales hay ciento diez especies que se encuentran seriamente amenazadas, lo que constituye unos sesenta millones de individuos, lo que quiere decir que han sufrido una disminución del 70 % desde 1950.

Las amenazas que mayores efectos producen son las que lograr alterar su hábitat, como la contaminación, el cambio climático y la pesca comercial. Según la información científica hay nueve órdenes de aves marinas que son:

  • fetontiformes, que cuentan con tres especies conocidas como rabijuncos;
  • pelecaniformes, que se dividen en tres especies de pelicanos, y no se encuentran amenazadas ni están en riesgo;
  • podicipediformes, con cuatro especies de zampullines y somormujos, entre las que se encuentra una especie amenazada, el zampullín cuellirojo;
  • gaviformes, con cinco especies de colimbos, buceadores, sin amenazas ni riesgos a su existencia;
  • esfenisciformes, que se dividen en dieciocho especies de pingüinos, con diez especies amenazadas y en riesgo;
  • anseriformes, divididos en ciento ochenta especies en tres familias, pero solo veintiuna especies de aves marinas, entre ellas patos, serretas y éideres, de las que cuatro están amenazadas y se encuentran en riesgo;
  • suliformes, con cuarenta y cinco especies de aves marinas, entre ellas fragatas y cormoranes, de las que quince están amenazadas y en riesgo;
  • caradriformes, que tienen ciento veintiuna especies, entre ellas gaviotas, charranes y frailecillos, de las que dieciséis están amenazadas y en riesgo; y
  • procelariformes, que cuentan con ciento cuarenta especies, entre ellas albatros, pardelas, petreles, de las que sesenta y cuatro están amenazadas).

Las Aves Marinas y el plástico

Las consecuencia de la aparición del plástico en los mares sobre las tortugas, ballenas y delfines son harto conocidas por los especialistas y los no especialistas, y hay documentación que así lo acredita. Sin embargo, lo que aún no está bien documentado es el efecto que el plástico ha causado en las aves marinas y que comienza a preocupar hoy más, porque se ha demostrado que el verter desechos sobre el mar es una actividad que no ha parado.

El efecto que producen los plásticos se está dando a conocer cada vez de mejor manera. 80 de las 135 especies de aves de las que se han tenido estudios entre los años 1962 y el 2012 han ingerido plástico.

Además, en promedio, el 29% de las aves, tomadas en cuenta individualmente, tenían residuos de plástico en sus intestinos durante el período analizado. Estos son los resultados que arroja una recopilación de investigaciones publicada en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America) en el 2015 y realizado por científicos de la Universidad de California.

Se cree que si estos mismos análisis se realizaran a día de hoy, el porcentaje de ingestión de plástico llegaría al 90% de las aves. De hecho, se ha llagado afirmar que la ingesta de plástico va en aumento en las aves marinas y será observable en un 99% de las especies en el años 2050, por lo tanto, la única solución para evitar que ello ocurra es implementar medidas que ayuden a gestionar de forma efectiva los desechos.

Toxinas en el organismo

La repercusión más grave en el consumo de desechos plásticos que, por efecto de su acumulación en el estómago, pueden terminar por obstruir el tracto digestivo, y  hasta ocasionar el fallecimiento del ave por inanición o por asfixia. Otro efecto es que los plásticos pueden degradarse en el estómago y aportar toxinas al organismo, aspecto que afecta a la salud y fisiología de las aves. Y, por último, ocurren enredos y enganches con redes, anzuelos y otras partes de los aperos de pesca o incluso con basura flotante que viene desde la tierra firme.

La cantidad de plástico consumida por las aves marinas ha sido registrada con mucho dramatismo por los albatros de Laysan ( Phoebastria immutabilis), una especie endógena de Hawái. Por esa zona del mar pacífico discurre uno de los lugares donde hay giros de corrientes oceánicas, concentrándose una gran cantidad de desechos. Podría pensarse que los albatros adultos podrían no harían caso a la basura, y si lo hicieran, tienen la capacidad de expulsar los residuos por la boca.

El problema se presenta cuando están alimentando a los polluelos, quienes juntan todo el residuo plástico que les traen los padres. Los efectos son visibles, luego de terminar la época de apareamiento y cría, cuando todas las aves migran y dejan tras de sí, en la colonia, los cadáveres expuestos en lo que se aprecia la mortandad producida por la acumulación de plástico consumido por las crías. Este tipo de imágenes pueden ser encontradas en internet u no se requiere de un acucioso estudio para determinar las causas.

¿Qué factores explican esta ingestión?

Hay varias aves marinas que poseen un desusado sentido del olfato, y se guían por él para encontrar el alimento. Es frecuente que utilicen como compuesto guía el dimetil sulfato, que es un químico que emana del plancton. La mala noticia es que esta misma sustancia también es liberada por el plástico en descomposición, de lo cual ocurre que las aves se confunden y lo consumen.

Este descubrimiento fue dado a conocer en la revista Science Advances, por científicos de la Universidad de California. En consecuencia, las aves identifican ese olor con zonas marinas de plancton, que son de alta productividad natural, ideales para encontrar a sus presas, pero no proviene de una zona en la que pueden encontrarlas, y se dejan guiar por el olor para encontrar su alimento, siendo una mezcla de su guía olfativa con su guía visual lo que lleva a las aves a consumir el plástico.

La ingesta de elementos de plástico produce efectos negativos, en particular en el grupo de los procellariiformes, aves pelágicas, que obtienen su alimento pescando alejadas de la costa, en el centro del océano, como es el caso de los petreles, albatros, las pardelas y los fulmares.

En el Mar Mediterráneo este asunto afecta muy particularmente a las tres especies de pardelas que allí habitan,  la mediterránea, la cenicienta y la balear, y al paíño europeo, aves que usualmente se desplazan por alta mar y que son extrañas de ver desde la costa, incluso en el caso de que se acerquen a sus colonias, ya que solo visitan sus nidos por la noche.

No es probable que las gaviotas o los cormoranes mueran por una ingestión de plástico, debido a que son capaces de regurgitar los restos alimentarios que no pueden digerir, y los expulsan por la boca. Pero muchas especies de aves como las pardelas, no tienen esa habilidad. Todo lo que ingresa en su organismo, o se queda dentro de él, o se excreta por la cloaca.

Ha podido determinarse que en el supuesto de las pardelas, existe un alto grado de ingesta de plástico, aunque de forma general son fragmentos de tamaño pequeño. Pero la contaminación más dañina es la de los microplásticos, cuya presencia ha podido ser observada en casi todas las aves que se observan. En este caso el asunto no es que el plástico cause obstrucciones en el organismo del ave, sino que se envenene, por las toxinas que el plástico genera y que pasan al organismo al degradarse.

Resulta frecuente encontrar aves que se han enredado en aperos de pesca o en restos de desechos. Un estudio al respecto llegó a la conclusión de que los alcatraces sufren con relativa frecuencia los enredos con plásticos, sobre todo, redes. Se piensa que la razón está en que confunden ciertas redes con sus presas, en especial cuando son de colores muy llamativos, como rojos o azules. Estas aves pueden ver debajo del agua, por lo que observan algo con un color que llama su atención, van por ello y se quedan atrapadas.

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