¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos animales pueden cambiar de color tan fácilmente, o cómo consiguen realizar este truco digno de magos? Más allá de los famosos camaleones, existen muchas especies en la naturaleza que sorprenden por su capacidad para mimetizarse o mostrar colores completamente diferentes en cuestión de segundos. Este fenómeno, que ha fascinado tanto a científicos como a los amantes de la naturaleza, supone una auténtica maravilla de la evolución y la adaptación al entorno.
En las siguientes líneas vas a descubrir cuáles son estos animales, cómo logran cambiar de aspecto y por qué lo hacen. Te vas a encontrar con ejemplos curiosos, explicaciones biológicas fascinantes y datos que seguro te sorprenderán. Además, abordaremos el uso de esta habilidad tanto en tierra como en el mar y hasta en el aire, cubriendo desde reptiles hasta aves o insectos.
¿Por qué algunos animales cambian de color?
La capacidad de modificar la tonalidad de la piel, pelaje o plumas es una de las estrategias más ingeniosas que existen en la naturaleza. Estos cambios de color no se producen al azar, sino que responden a diversas necesidades fundamentales para la supervivencia, la reproducción y la comunicación.
Entre las funciones más importantes de este fenómeno, se encuentran:
- Camuflaje: Permite a los animales pasar desapercibidos ante depredadores o presas, simulando el color del entorno o adoptando patrones que dificultan su detección.
- Comunicación: Mediante el cambio de color, muchos animales envían señales visuales a otros individuos de su especie. Esto puede estar relacionado con la atracción sexual, la advertencia de peligros o la demostración de dominio territorial.
- Termorregulación: La variedad cromática también sirve para controlar la absorción de luz y, en consecuencia, regular la temperatura corporal. Por ejemplo, colores más oscuros permiten captar más calor, mientras que los claros reflejan la radiación y ayudan a mantenerse frescos.
- Defensa y disuasión: En algunos casos, los colores llamativos o brillantes pueden advertir de toxicidad o resultar desconcertantes para los posibles depredadores.
Además, el cambio de color puede estar desencadenado por estímulos externos como la presencia de enemigos, el ciclo luz-oscuridad, la temperatura ambiental, el ciclo reproductivo e incluso el estado de ánimo del animal. Cada especie ha desarrollado mecanismos únicos que le permiten transformar su aspecto con mayor o menor rapidez, dependiendo del contexto.
Es importante recalcar que no todas las especies utilizan el color como camuflaje o defensa directa; muchas veces es, ante todo, un lenguaje visual sofisticado para comunicarse con su entorno.
Mecanismos biológicos tras el cambio de color
Detrás de este asombroso fenómeno se encuentran procesos celulares y moleculares altamente especializados. La clave reside principalmente en la presencia de células pigmentarias como los cromatóforos, presentes en muchos reptiles, peces y cefalópodos, así como en plumas y escamas de aves y ciertos insectos. Estas células pueden expandirse o contraerse, moviendo pigmentos y alterando la percepción del color exteriormente.
En otras especies, como algunos insectos o aves, el color puede variar por la estructura microscópica de la piel o plumas, que refleja la luz de distinta manera. Este fenómeno se denomina iridiscencia y es especialmente visible en escarabajos, libélulas y ciertas aves como colibríes o estorninos. La iridiscencia permite que el mismo animal muestre diferentes colores según el ángulo de incidencia de la luz.
En otros casos, el sistema nervioso y el endocrino juegan un papel fundamental. Por ejemplo, en camaleones o anolis, la percepción de luz, temperatura o la presencia de rivales activa la liberación de hormonas o señales neuronales que desencadenan el cambio cromático.
Por tanto, existen multitud de formas en que los animales pueden modificar su apariencia, y cada una ha sido esculpida por la evolución en respuesta a las exigencias del entorno y de la relación entre especies.
Ejemplos de animales que cambian de color
Quizás el camaleón es el ejemplo más conocido, pero el mundo animal está plagado de especies capaces de realizar este sorprendente truco. A continuación, te presentamos un repaso de los más destacados:
Camaleón (Chamaeleonidae)
El camaleón es la especie “insignia” cuando hablamos de animales que cambian de color. Su piel contiene varias capas de células pigmentarias que, mediante estímulos nerviosos y hormonales, pueden contraerse o expandirse para mostrar diferentes tonalidades. Esta habilidad no se limita solo al camuflaje, aunque es su uso más legendario. Los camaleones también varían sus colores para comunicarse, mostrar agresividad, atraer pareja o regular su temperatura.
Es un mito habitual pensar que los camaleones pueden adoptar absolutamente cualquier color; en realidad, su capacidad está condicionada por factores como la especie, la luz ambiental y el estado emocional. Los machos suelen exhibir colores más vivos y pueden cambiar rápidamente de tono en presencia de rivales o durante el cortejo.
Lagartos Anolis y otras especies de reptiles
Los anolis son lagartijas de América que pueden pasar de un color verde intenso a un marrón oscuro en función del entorno, su temperatura corporal o el estrés. Estos cambios no son tan espectaculares ni rápidos como en los camaleones, pero cumplen funciones similares de camuflaje y comunicación.
Otras especies, como la iguana marina de las Islas Galápagos, presentan tonalidades negruzcas cuando salen del agua para absorber el calor solar, volviendo después a un verde grisáceo. Incluso se ha documentado alguna serpiente en Indonesia capaz de modificar su color.
Insectos iridiscentes: escarabajos y libélulas
Algunos insectos, como los escarabajos de la familia Chrysomelidae, poseen una cutícula que refleja la luz de formas variadas, generando colores metálicos y cambiantes. Este fenómeno de la iridiscencia no solo embellece a estos animales, sino que cumple funciones de camuflaje y defensa. Los estudios han comprobado que los depredadores, como ciertas aves, muestran menos interés en atacar a los escarabajos iridiscentes, posiblemente por lo desconcertante que les resulta el brillo cambiante.
Las libélulas y mariposas también pueden modificar su coloración, ya sea para atraer pareja o como mecanismo de advertencia ante depredadores.
Araña cangrejo amarilla (Misumena vatia)
Esta araña es experta en camuflaje. Puede cambiar del color blanco al amarillo para confundirse con los pétalos de las flores donde acecha a sus presas. El cambio de color puede requerir varios días y está relacionado tanto con el entorno inmediato como con procesos fisiológicos complejos.
Peces planos: lenguados y platijas
Los peces planos como los lenguados y las platijas son auténticos maestros del camuflaje. Viven en el fondo marino y pueden modificar tanto su color como el patrón de su piel con una precisión extraordinaria, imitando texturas y colores del sustrato. Este camuflaje no solo los protege de depredadores, sino que facilita la caza de presas desprevenidas.
Experimentos han demostrado que lenguados colocados sobre superficies artificiales, como tableros de ajedrez, son capaces de replicar el patrón en su piel en cuestión de segundos.
Cefalópodos: pulpos, sepias y calamares
Pulpos, sepias y calamares son probablemente los animales más espectaculares a la hora de cambiar de color. La piel de estos invertebrados marinos está dotada de cromatóforos controlados muscularmente, que pueden expandirse o contraerse para crear, en ocasiones, auténticos mosaicos animados de colores y patrones.
Estos cambios son rapidísimos y permiten camuflarse perfectamente, emitir señales de advertencia o comunicarse durante el cortejo. Algunos cefalópodos incluso poseen células luminiscentes que les permiten brillar en la oscuridad, aportando un nivel más de complejidad al repertorio cromático.
Zorro ártico (Vulpes lagopus)
El zorro ártico es todo un superviviente de las bajas temperaturas. Su pelaje cambia de un blanco total en invierno, lo que ayuda a camuflarse en la nieve, a un tono marrón o grisáceo en verano, mezclándose así con la tundra. Este cambio no es instantáneo, sino progresivo y adaptativo según la estación.
Rana arbórea del Pacífico (Pseudacris regilla)
La rana de árbol del Pacífico también tiene la capacidad de modificar su color, pasando de tonos verdes a marrones para ocultarse entre hojas y ramas. Esta transformación depende de factores como la temperatura, la humedad y la presencia de depredadores.
Caballito de mar (Hippocampus)
Los caballitos de mar pueden cambiar de color para camuflarse entre algas y corales, lo que les ayuda a evitar ser detectados por predadores y a comunicarse durante el apareamiento.
Otros animales con cambios sorprendentes
Aparte de los ya mencionados, hay una larga lista de especies capaces de cambiar de apariencia. Entre ellas destacan el escarabajo tortuga (Charidotella egregia), la sepia llamativa y el trioceros de Jackson, un camaleón africano. Incluso muchos animales bebés presentan colores distintos a los de adultos, como el panda gigante, el cisne, el tapir o el flamenco, que adquieren tonalidades adultas al crecer o tras cambiar su dieta.
El cambio de color como modo de comunicación
Además de proteger y camuflar, los cambios de color pueden ser auténticos mensajes en el lenguaje visual animal. Los camaleones, por ejemplo, pueden mostrar colores vivos para intimidar a rivales o durante la fase de cortejo. Muchas aves modifican su plumaje estacionalmente, mostrando colores más intensos durante la época reproductiva para atraer a las hembras o repeler a competidores.
En cefalópodos como los pulpos o las sepias, los patrones en la piel pueden transformarse en cuestión de segundos, permitiendo diálogos visuales muy ricos entre miembros de la misma especie. Hay calamares que pueden mostrar un lado del cuerpo con rayas y el otro totalmente blanco, dependiendo de si están “conversando” con una pareja o mostrando sumisión.
Influencia de las hormonas y el sistema nervioso
En muchos casos, el cambio de color es resultado de un complejo diálogo entre el entorno, las hormonas y el sistema nervioso. Por ejemplo, la luz percibida por los ojos de un reptil se transmite al cerebro, la información viaja a la hipófisis y se liberan hormonas que, por vía sanguínea, llegan a las células pigmentarias de la piel. Este proceso puede ser inmediato, como en los camaleones y cefalópodos, o gradual, como ocurre en algunas aves o mamíferos árticos.
En aves, el ciclo hormonal influye sobre la calidad del plumaje durante la época de emparejamiento, mostrando colores más intensos o claros y sirviendo como indicador de la salud del individuo.
El cambio de color en la adaptación al entorno
La evolución ha seleccionado aquellas especies y ejemplares capaces de mimetizarse mejor con su entorno. En zonas donde la variedad cromática del hábitat es alta, tenderán a predominar animales con cambios de color más versátiles. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la capacidad para transformar el color no siempre depende del entorno, sino que suele estar más ligada a la intensidad de la comunicación visual y los roles sociales dentro de cada especie.
Esto explica por qué en algunas especies, los cambios de color se utilizan más para exhibiciones sexuales o enfrentamientos entre machos, que para camuflaje propiamente dicho.
Aves y el cambio de color
El caso de las aves resulta especialmente interesante. Muchas especies presentan un claro cambio de plumaje según la estación, provocado por la influencia de hormonas sexuales y la dieta. Además, la iridiscencia es frecuente en aves como los colibríes o los estorninos, cuyos colores varían según el ángulo de la luz y cumplen funciones comunicativas y de selección sexual.
Por si fuera poco, hay datos que sugieren que ciertas especies están volviéndose de colores más claros debido al cambio climático, lo que apunta a un proceso evolutivo en respuesta a las nuevas condiciones ambientales.
Animales bebés que cambian por completo al crecer
La metamorfosis cromática también está presente en muchos animales al pasar de la etapa juvenil a la adulta. Ejemplos curiosos son los pandas, que nacen rosados y solo más tarde adquieren su pelaje blanco y negro; el tapir, que se camufla con manchas blancas de pequeño y después se vuelve marrón; o el flamenco, que es blanco al nacer y se torna rosa por los pigmentos de su alimentación. Otros casos llamativos incluyen cisnes que de jóvenes lucen grises y después se tornan blancos, renacuajos que apenas se reconocen como futuras ranas, o canguros y equidnas que cambian su apariencia completamente una vez dejan la bolsa materna.
Las maravillas de la naturaleza parecen no tener límites cuando se trata de adaptarse y sobrevivir. Desde los fondos marinos hasta las cumbres nevadas o los bosques tropicales, los animales que cambian de color demuestran hasta qué punto la vida puede ser dinámica y sorprendente. Su diversidad, la complejidad de sus mecanismos y la importancia de estos procesos para la evolución siguen siendo objeto de estudio y fascinación, y cada descubrimiento nos revela lo increíblemente creativa que puede llegar a ser la naturaleza.