Existe una realidad alarmante en la actualidad, y es que vivimos inflamados. Sí, así es, vivimos inflamados por el estilo de vida que la modernidad ha traído a nuestras vidas. El cortisol, liberado por el estrés, y los alimentos procesados son la fuente principal de esta inflamación. Es una situación que requiere de una intervención inmediata ya que este estado fisiológico mantenido en el tiempo lleva asociado múltiples problemas de salud. Hablamos de diabetes, artritis, enfermedades coronarias, obesidad y hasta problemas reproductivos.
Sin ánimo de alarmar a nadie, hay mucho que podemos hacer para evitar o prevenir estas situaciones no deseables: la principal empieza por la dieta. Existen alimentos inflamatorios que son fáciles de evitar y está a nuestro alcance eliminarlos de nuestra dieta. Por supuesto, le sigue el ejercicio físico regular. Esto es algo que todos sabemos, aunque lo cierto es que no siempre se llevan a la práctica. Para poder ayudarte a mejorar tu estilo te vida, vamos a poner en tu conocimiento aquellos alimentos inflamatorios que son fáciles de evitar y cuya ausencia en tu alimentación, mejorará significativamente tu salud y hasta tu equilibrio emocional.
Azúcares refinados
Los azúcares refinados, como los que se encuentran en pasteles, galletas, refrescos y otros productos procesados, son conocidos por desencadenar la inflamación. Estos azúcares rápidamente elevan los niveles de azúcar en la sangre, lo que puede activar la respuesta inflamatoria del cuerpo. Optar por alternativas más saludables como la miel, el jarabe de arce o las frutas frescas puede ayudar a reducir la ingesta de azúcares refinados y, en consecuencia, disminuir el riesgo de inflamación crónica.
Grasas trans
Las grasas trans artificiales, presentes en muchos alimentos procesados y fritos, han sido asociadas con un aumento de la inflamación y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas. Estas grasas se forman durante el proceso de hidrogenación, que convierte los aceites líquidos en grasas sólidas. Leer cuidadosamente las etiquetas de los alimentos y elegir opciones con grasas saludables, como aceite de oliva o aguacates, puede ser una elección sabia para reducir la inflamación.
Aceites vegetales Omega-6
Aunque los ácidos grasos omega-6 son esenciales para el cuerpo, el desequilibrio en la proporción entre omega-6 y omega-3 puede contribuir a la inflamación crónica. Los aceites vegetales como el de maíz, soja y girasol son ricos en omega-6, y su consumo excesivo puede inclinar la balanza hacia un estado inflamatorio. Optar por aceites ricos en omega-3, como el aceite de pescado o el aceite de linaza, puede ayudar a restablecer un equilibrio más saludable.
Carne procesada y roja
La carne procesada, como salchichas, tocino y embutidos, contiene aditivos y conservantes que pueden desencadenar inflamación en el cuerpo. Además, el consumo excesivo de carne roja se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades inflamatorias. Considerar fuentes de proteínas magras, como pollo, pescado, tofu o legumbres, es sin duda una alternativa más saludable y menos inflamatoria.
Productos lácteos de origen animal
Algunas personas experimentan inflamación debido a la intolerancia a la lactosa o a las proteínas de la leche. Los productos lácteos de origen animal, como la leche, el queso y el yogur, contienen caseína y lactosa, que pueden desencadenar respuestas inflamatorias en individuos sensibles. Optar por alternativas lácteas a base de plantas, como la leche de almendra o la leche de soja, puede ayudar a reducir la inflamación en aquellos que son intolerantes a los lácteos.
Ingesta de leche en los adultos: ¿Es necesario?
El ser humano es el único animal que sigue tomando leche después de la lactancia. Una hipótesis apunta a que esta puede ser la causa de muchas intolerancias y/o alergias a la lactosa en adultos.
En nuestros orígenes, estábamos programados genéticamente para tomar leche sólo de bebés. Pasada esa fase, no toleraríamos la leche, porque ya no la necesitamos. La ingesta de leche en la fase adulta es una cuestión cultural que, sostenida en el tiempo, ha hecho que desarrollemos tolerancia a la lactosa y las proteínas de la leche. Literalmente nuestros genes mutaron para desarrollar tal tolerancia. Sin embargo, aquellos que todavía contienen los “genes silvestres”, de la condición original a la intolerancia a la lactosa, no son capaces de asimilar dicho azúcar.
En contra de lo que comúnmente se cree, estas personas contendrían la condición genética natural sana, y en cambio los que la toleran, de algún modo podría considerarse “los defectuosos” desde un punto de vista evolutivo.
Con esto no queremos decir que la fisiología de toda la humanidad “esté equivocada”, ni que los productos lácteos o derivados de la leche sean malos per se para la salud. Aportan proteínas de calidad y valiosos nutrientes, pero muchos de los problemas derivados de su consumo se cree que provienen por nuestros orígenes ancestrales. No obstante, hay corrientes médicas que apoyan la eliminación de estos productos de nuestra dieta.
Gluten
El gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno, desencadena una respuesta inflamatoria en personas con sensibilidad al gluten o enfermedad celíaca. Incluso aquellos sin sensibilidades específicas pueden experimentar una respuesta inflamatoria leve al consumir gluten en exceso. Optar por alimentos sin gluten, como quinoa, arroz integral y maíz, puede ser beneficioso para reducir la inflamación en aquellos que son sensibles a esta proteína.
Alimentos altos en histaminas
Algunas personas son sensibles a las histaminas, sustancias químicas liberadas naturalmente en ciertos alimentos. Los alimentos ricos en histaminas, como el vino tinto, los quesos añejos y los tomates, pueden desencadenar reacciones inflamatorias en aquellos con sensibilidad. Identificar y limitar el consumo de alimentos altos en histaminas puede ser útil para controlar la inflamación en estas personas.
Somos lo que comemos: por una dieta antiinflamatoria
Si bien es importante recordar que la relación entre la dieta y la inflamación puede variar según la persona, adoptar elecciones alimenticias conscientes suele ser beneficioso para la mayoría.
Al evitar alimentos inflamatorios como los azúcares refinados, las grasas trans y los productos lácteos de origen animal, podemos contribuir a mantener un equilibrio saludable en nuestro cuerpo. Optar por una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras puede no solo reducir la inflamación sino también promover una vida más saludable y enérgica.
Estamos seguros de que conocer aquellos alimentos inflamatorios que son fáciles de evitar en tu dieta va a proporcionar un cambio significativo en tu salud y bienestar. Muchas personas incluso reportan haberles cambiado la vida literalmente, mejorando su estado de ánimo e incluso estados depresivos: porque somos lo que comemos.